El canódromo se salva de la ruina y su uso se cede al club Puerta Bonita

Primero fue un canódromo, donde los galgos seguían a la falsa «liebre» a toda velocidad; después, se montó una pista de madera traída de África con la intención de convertirlo en velódromo, pero según

17/04/2007 a las 08:12h.

Primero fue un canódromo, donde los galgos seguían a la falsa «liebre» a toda velocidad; después, se montó una pista de madera traída de África con la intención de convertirlo en velódromo, pero según algunas fuentes jamás se usó como tal. Los últimos años, ha permanecido sin uso y abandonado, «okupado» esporádicamente por indigentes y utilizado por grafiteros y otros vándalos para sus expansiones. Es el canódromo de Carabanchel, al que una inversión de 4,3 millones de euros ha convertido en zona deportiva, cuyo uso ha sido cedido por el Ayuntamiento al club Puerta Bonita.

Los quinientos chavales que practican fútbol en este club tienen desde ahora nuevas instalaciones: dos campos de hierba artificial -de fútbol 11 y fútbol 7-, zona de fisioterapia, sala de musculación y vestuarios, además de gradas con aforo para 4.000 espectadores.

Las 374 cerchas de madera con que se formó la pista del velódromo han sido desmontadas una por una y se mantienen guardadas en un almacén, a la espera de que el proyecto olímpico madrileño madure.

Las instalaciones fueron utilizadas hace varios años como albergue provisional para indigentes, lo que motivó una fuerte protesta vecinal. Hace quince meses, comenzaron los trabajos para rehabilitar este equipamiento, una de las obras que quedan en la ciudad -junto a la nave Boetticher y el hipódromo- del ingeniero y especialista en construcción en hormigón Eduardo Torroja.

El gerente del club Puerta Bonita, José Antonio Hernández, explicaba emocionado cómo con esta cesión, el Ayuntamiento «nos da un punto de apoyo para mover el mundo».

El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, reconoció que las malas condiciones del equipamiento suponían «marginación y pérdida de calidad de vida». Entregó ayer una llave simbólica del nuevo velódromo a los responsables del club.