Cartas a la alcaldesa

El Bernabéu

Conviene dejar claro al vecindario que no se abona ni un céntimo de lo público para ponerle flores al nuevo estadio

10/04/2019
Actualizado a las 01:08h.

No hace usted mal, alcaldesa, en abrochar que el ajardinamiento futuro de la Castellana, más la calle Padre Damián, serán un detalle del club. El club es el club, o sea, el Real Madrid, y el ajardinamiento va incluido en el proyecto de nuevo estadio que ya prepara Florentino Pérez. Se firma ese proyecto la próxima semana . Y digo que hace bien usted en la precisión, porque conviene dejar claro al vecindario que no se abona ni un céntimo de lo público para ponerle flores al nuevo Santiago Bernabéu , que resultará un cruce de gran ovni de lujo y complejo de fantasía.

El nuevo Bernabéu será el mismo, un monumento de la ciudad, salvo que será el mismo sólo de vértebras, más el césped de estampa y la memoria del madridismo, que reúne toda la vajilla de oro de los títulos, en un museo. El nuevo Bernabéu lo imaginamos, pero no tanto, porque el proyecto es un farde de modernidad, y de aquí a tres años, que es la fecha prevista de la conclusión de la obra, la volea de Zidane será la volea de Zidane, pero la maravilla de la tecnología a saber qué maravilla de la tecnología será.

Abreviando mucho, se prometen unos parques en la órbita del estadio, un muestrario de restaurantes galácticos , un marcador de 360º, y un techo retráctil, con lo que la lluvia dejará de frecuentar el fútbol, y sí será una cosa que ocurre en el pasado, como vislumbrara el poeta. Más allá o más acá de las bondades del nuevo estadio, que apunta apoteósico, lo que uno viene a acentuar hoy aquí es que usted ha estado lista advirtiendo que el Ayuntamiento no pone ni siquiera un abeto propio, en la refundación del Bernabeu, para que no haya mosqueos entre la afición.

Eso, y que, por supuesto, el nuevo estadio es una emoción para la ciudad, en general, y para el madridismo del mundo, en particular, que viene de viaje al foro a hacerse una foto con el Bernabeu de fondo, como quien se hace la foto de eternidad con una catedral mitológica. Una catedral a la que ahora vamos a echarle encima unos trescientos millones de euros para que ir al fútbol sea como irse a la luna. Más o menos.