Basura para justos y pecadores

Hay una carta para usted. Tiene que abonar al Ayuntamiento de Madrid 94; 115; 120; 142; 344... euros. «Esto es una golfería»; «Hay que pagar 2016 a base de sangrarnos»; «Es excesivo»; «Nos van a cobrar hasta por ir al baño». El grito en el cielo de los madrileños se hace cada vez más sonoro ante la nueva tasa de basuras municipal. Los más reaccionarios se niegan a desembolsar y emprenden medidas para motivar la retirada del nuevo gravamen. Otros, más resignados, ya han apoquinado.
Abel tiene un bar en la calle Ponzano, distrito de Chamberí. Aún no le ha llegado el tributo a su establecimiento, pero sí a una de sus viviendas, de 90 metros cuadrados, en Carabanchel. Por ésta le han cobrado 115 euros. «Es un robo a mano armada. Sólo sirve para llenar las arcas municipales. Por lo menos que nos pongan un sistema de basuras subterráneo para mejorar las calles», expresa enojado.
Mucho más encolerizada se muestra Mercedes por el recibo de 344 euros que le ha llegado por su negocio de 170 metros cuadrados de la calle Mesena (Ciudad Lineal, zona Arturo Soria). «Tengo que sacar el cubo hasta donde pasan a recogerlo, barrer la calle porque el barrendero no pasa y reciclo. ¡Ya está bien!», exclama enervada.
En el otro extremo de Madrid, Evangelina Medina, propietaria de una farmacia en Camino Viejo de Leganés (Carabanchel), muestra los cuatro recibos de basuras correspondientes a su comercio, su vivienda, y dos propiedades que tiene deshabitadas. En total, la suma asciende a 347 euros, que ya ha abonado. El problema de Evangelina es que en dos de sus viviendas nadie genera residuos ni tampoco en su negocio, ya que paga el servicio de reciclaje de medicamentos y líquidos al Colegio de Farmacéuticos.
La recogida que no llega
José Huetos y Pilar Rodríguez viven en su piso de 108 metros cuadrados de Alonso Cano desde hace veinte años. La carta que recibieron esta semana les pilló desprevenidos. «Nunca antes habíamos pagado un impuesto de este tipo», comenta Pilar.
El matrimonio dice estar de acuerdo con abonar los 94 euros que el Consistorio le reclama, «pero que presten unos servicios acordes a los tributos. Esta zona está sucísima. Hay contenedores que dan asco porque no recogen la basura diariamente», protesta la mujer.
La asociación de vecinos de su distrito ya está recogiendo firmas para la retirada de la tasa, a la que tachan de «arbitraria, abusiva, recaudatoria, innecesaria e inoportuna».
Pablo tiene una tienda de alimentación en Castelló (Salamanca). Sólo le ha llegado el recibo de su casa de Antón Martín (Centro). «Me he dado prisa en pagar los 112 euros. Al ser familia numerosa, si hacemos pago fraccionado nos quitan un 5% el año que viene», dice conformado.
Otros comerciantes, como Rafael, amenazan con dejar de reciclar si no se elimina la tasa. «Yo con mi joyería sólo tiro papeles. Que haga la selección el Ayuntamiento». La indeseada carta continuará presentándose en más buzones madrileños, una imposición que según Rafael «obliga a pagar justos por pecadores».
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