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Atrapan en Venezuela al exmilitar de EE.UU. acusado del triple crimen de Usera

Identificado tras la masacre por la infidelidad de su mujer, se refugió en su país de origen. Dejó un tapón que le delató

Los tres cadáveres cubiertos con sábanas en la calle de Marcelo Usera Isabel Permuy / Vídeo: Así descubrieron los tres cadáveres en el despacho de abogados
M. J. Álvarez

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El exmilitar de EE.UU . acusado del triple crimen de Usera cometido el 22 de junio de 2016 ha sido atrapado en Venezuela, su país natal, en donde se había refugiado. Dahud Hanid-Ortiz , de 54 años, que adquirió la nacionalidad estadounidense, fue detenido el pasado 3 de octubre cuando visitaba a su familia. Está en una prisión de Caracas, a la espera de ser trasladado a España. Así lo adelantó el diario El Nacional de ese país el 20 de octubre. No obstante, el arresto no ha sido comunicado oficialmente al Juzgado de Instrucción número 41 que instruye la causa.

El veterano en la guerra de Irak estaba en busca y captura por la Interpol debido a la masacre que, supuestamente, perpetró en el despacho del abogado peruano Víctor Joel Salas , de 39 años. Era el amante de su mujer, la médico alemana Irina Trippel. Eso provocó que David Ortiz, como se hacía llamar a veces, decidiera viajar desde la ciudad germana de Gunzburgo hasta Madrid, dispuesto a acabar con el letrado.

A la izquierda, el abogado. Luego las tres víctimas: un cliente, la abogada y la recepcionista ABC

Su matrimonio hacía aguas desde hacía un año, cuando recalaron en Alemania procedentes de EE.UU. Él, al enterarse de la infidelidad lo tuvo claro: el cabeza de turco era el abogado. Se desplazó en coche para no dejar rastro en ningún aeropuerto. Lo tenía todo preparado pero nada salió como esperaba. Eran poco más de las 17 horas de un caluroso día de verano. Llegó al bufete, situado en el número 40 de la calle de Marcelo Usera y preguntó por Salas , inquieto y nervioso. Este llevaba casos de Extranjería, tráfico de drogas y secuestros. Sin embargo, su objetivo no había llegado aún.

En el lugar estaban dos empleadas: su exmujer, Elisa Consuegra , de 33 años, también abogada y natural de Cuba que se había casado con su jefe para obtener la residencia y la recepcionista y secretaria, Maritza Osorio , de 46 y del mismo país. Esta llamó a Salas y le dijo que «un hombre extraño le buscaba». El letrado llevaba tiempo recibiendo amenazas por parte del antiguo oficial y su tardanza le hizo salvarse de una muerte segura, pero provocó una auténtica carnicería.

Poco después llegó un cliente, Jhon Pepe Castillo Vega , ecuatoriano de 43. Dejó su coche mal aparcado porque iba a recoger unos documentos de su mujer. Era cuestión de minutos. No sabía que serían los últimos de su vida.

Entretanto, el exmilitar, desconcertado, se había encerrado en el baño con una botella con gasolina y un arma blanca para preparar el ataque. Al salir, se dirigió al despacho donde estaban las empleadas con las que riñó. Una de ellas cogió una palanqueta que guardaba Salas para defenderse, pero el presunto asesino se la arrebató para golpear brutalmente a las dos. A Osorio la degolló también y Consuegra pereció, salvajemente apaleada.

Al oír los gritos, el cliente se acercó y se enfrentó a Hanid. Acabó golpeado y acuchillado. De hecho, tenía el arma blanca clavada en la cabeza. Quizá pensó que era el abogado, la persona a la que buscaba. Tras consumar la carnicería, prendió fuego a los cuerpos y huyó.

Se inventó una vida

Minutos después, llegó en su moto Salas y se descubrió la masacre. El triple crimen conmocionó a los madrileños, especialmente a los vecinos de Usera. La violencia y la saña fue tal que se pensó en una «vendetta» por algún asunto turbio del letrado. Sin embargo, según avanzaron las investigaciones se averiguó que el móvil era un asunto de faldas y que su autor no era un profesional.

Hanid dejó el tapón de una botella procedente de Alemania. Salas le había contado a la Policía, entre las miles de hipótesis posibles, que tenía una una amante de ese país. Así llegaron al exmilitar . Su carácter violento le causó problemas en los 17 años que sirvió en el Ejército americano en donde llegó a ser teniente. Fue condenado por fraude, falsedad documental y hurto en 2015. Se inventó una vida ficticia para lograr un ascenso, realizar un curso y obtener 87.000 dólares. Y eso que en su carrera había sido galardonado con el Corazón Púrpura por las heridas sufridas en Irak. Su condena provocó su traslado a Alemania. Ahora le esperará otra mayor.

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