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Cartas a la alcaldesa

Atasco

«En Madrid, o en alguna otra gran ciudad cosmopolita, un atasco a las diez de la mañana es un coñazo. Sin embargo, un atasco a las tres de la mañana es poesía»

Largas retenciones en la M-30 EFE
Ángel Antonio Herrera

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Sé que está usted enterada, alcaldesa, de la rúbrica que el otro día dejó Isabel Díaz Ayuso, para la eternidad: «el atasco es una seña de identidad de la ciudad» . La han puesto a caldo, alcaldesa, como usted también sabe. Pero no es justo encanallarse con Ayuso, porque tiene razón. Una razón cuyo fondo a lo mejor ella misma desconoce. Esa frase hay que ponerla en el puro asfalto, como los versos que decoran nuestras calles. El que viene a visitar el Museo del Prado , o Sol , visita un atasco. El que viene a visitar la discoteca Joy Eslava , sufre un atasco. Este prodigio del atasco, abierto alegremente las 24 horas, como alguna gasolinera, no es virtud suya, alcaldesa, sólo que un poco sí, porque en el día hay más atasco que en la noche, y a eso ayuda mucho su desvelo de estar todo el rato terminando las obras completas de la peatonalización.

Ayuso ha dicho un aforismo para censurar el atasco, y no para celebrarlo, porque en Madrid deciden sus chicos, alcaldesa. A Ayuso le parece que en Madrid hay más atascos que antes, por culpa del Ayuntamiento de izquierdas, y eso es lo que ella quiere denunciar, aunque se explica regular o mal, porque no remata, y se ha hecho un atasco ella misma, al explicarse sin explicación. Insisto en que Ayuso tiene razón, aunque acaso no lo sepa. En Madrid, o en alguna otra gran ciudad cosmopolita, un atasco a las diez de la mañana es un coñazo. Sin embargo, un atasco a las tres de la mañana es poesía.

Vamos a la noche, y de la noche venimos, decía un escritor golfo, y en estas palabras está el destino de la aventura, quizá de la mejor aventura. La vida diurna es pluriempleo, e ir a la compra. Eso, y tropezarse con algún patinete , que los aparcan tirados por ahí , a pie de semáforo, como el que abandona a un mendigo. La aventura nocturna es otra cosa, naturalmente. Benditos sean los atascos en medio de la madrugada. Los otros no. Yo me entiendo y creo que ustedes también.

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