El arte urbano cotiza al alza en Madrid: de la calle a las galerías y ferias

«Se ha conseguido que muchos ojos se pongan sobre el arte urbano, cuando hace años no había ningún futuro para los artistas. Madrid es un referente a nivel mundial mucho más fuerte de lo que aquí se puede ver», resume Suso33 , una de las figuras más reconocidas del panorama nacional, que comenzó su andadura en las calles madrileñas con solo 11 años. Ahora, sus obras se exponen en galerías y comisiona en grandes galerías, como el Museo de las Artes del Bronx, en Nueva York , cuna de la cultura del grafiti. «El origen es el trabajo en la calle. Se puede hablar de arte urbano o de muralismo contemporáneo, pero todo surge de una misma raíz: el grafiti, que es el gran movimiento hecho por niños en todas partes del mundo», explica, y reivindica el nuevo carácter inmersivo que tienen las propuestas expositivas, la experiencia que surgen en instalaciones que ya son interactivas y la «dicotomía» entre lo digital y lo físico.

Otrora perseguido y multado por actuar sin permiso, la obra de Suso33 pervive en la vía pública y se refleja en, tal vez, una de sus piezas más destacadas: la medianera de un edificio en la plaza del poeta Leopoldo de Luis (Tetuán) en la que el Ayuntamiento le instó a intervenir como parte de un plan municipal para recuperar espacios urbanos en 2013. «Esa obra refleja el diálogo con el contexto, las ausencias mediante figuras que ya no están y que conforman una silueta humana, pero en esa plaza llevaba ya 20 años trabajando de modo autónomo», cuenta. Con tres décadas de carrera, Suso33 presenta ahora su trabajo más íntimo -que no expone desde hace 17 años- en la galería Odalys, y comisiona ‘Arte Urbano...? La ciudad como escenario’, en el Ceart de Fuenlabrada. « España tiene un lugar destacado en el mapa internacional del arte urbano por ser uno de los focos de la primera generación de escritores de grafiti que a finales de los ochenta evolucionaron de las firmas a los iconos y fueron pioneros en el desarrollo de intervenciones al aire libre. El arte urbano democratiza el mundo del arte», dice.

Con estas premisas, llega la quinta edición de la feria Urvanity, única dedicada de forma íntegra al nuevo arte contemporáneo en España y que se celebra en la sede del Colegio de Arquitectos hasta el 30 de mayo. «Es una celebración del interés por el trabajo de los artistas y un reconocimiento a los que son ninguneados desde algunos sectores, además de dar visibilidad», indica Goyo Villasevil, galerista de Swinton & Grant y presente en la muestra. Villasevil lamenta que los artistas españoles deben «triunfar fuera» para ganarse la vida luego en España. «Estamos avanzando, tenemos que conseguir que la gente se acerque a las obras, que ponga en valor el trabajo, aunque cada vez hay más aficionados que antes eran reticentes», confiesa.

Para él, «pensar solo en el grafiti es quedarse en la superficie del nuevo arte contemporáneo». «Hay artistas que pasan del grafiti al estudio; otros que hacen intervenciones en la calle con o sin permiso; los que trabajan en el estudio pero recogen la sensibilidad de la calle y los que desde el estudio se convierten en muralistas. Pero todos recogen vivencias urbanas de quien patea la calle, quien se adentra en zonas desconocidas y quien manda mensajes para que remuevan la conciencia de los que encuentren sus obras», argumenta. Con él acude a Urvanity Sergio Gómez, ‘Serger’, artista sevillano que comenzó con 12 años a hacer tipografía con su nombre.

«El grafiti me hizo descubrir mi faceta, que es la abstracción pura», cuenta. «Europa y América son punteras. Aquí falta tiempo, aunque se va avanzando. Debe apostarse más y educar al público visualmente. Este arte es cercano, puedes viajar por cualquier ciudad y verlo, hacer que tu obra esté visitable 24 horas al día », añade. ‘Serger’ se especializó en diseño gráfico y comenzó a combinar disciplinas. «Separo los grafitis de la obra artística, aunque forman parte de mi herencia. Sería difícil diferenciar de dónde vengo. Cuando pintaba en la calle empezaron a crearse los espacios expositivos. Yo quería estar ahí», rememora.

Más tajante se muestra Mía de Diego, galerista de White Lab. «Aún no somos un referente, pero estamos en la buena dirección. El ciudadano siente que el arte urbano le pertenece porque está en la calle, es más de todos y eso facilita la interacción con las obras y artistas», dice. « No puede desaparecer de la calle, pero sí ir evolucionando y hacerse un hueco permanente en los museos», agrega. De Diego aboga por conseguir que la disciplina no esté «precarizada» como en la actualidad. Iniciativas como Urvanity, C.A.L.L.E., Pinta Malasaña o Muros Tabacalera alejan del arte urbano el concepto de «vandalismo» que algunos le otorgaban otrora y refuerzan el valor del paisaje urbano gracias a los aerosoles. La ciudad cobra vida y color con obras que ya conforman una suerte de ruta por las recovecos de Madrid.