«Amor exprés» en el Palacio de Cibeles

«De eso se trata. De echar unas risas», explicaron Beatriz Prieto y Beatriz Sánchez , dos amigas de 27 y 30 años, respectivamente. Ambas confesaron, aún en la cola de entrada, que no tenían ninguna «expectativa» concreta. El manido «lo que surja» se repetía entre risas y más o menos pudor o descaro. Con él las risas cómplices, las miradas furtivas y las preguntas de un guión preparado frente al espejo que, en la mayoría de casos, no hubo tiempo de cumplir. «En tres minutos es muy complicado congeniar con alguien, aunque a veces con una mirada es más que suficiente para saber si hay "feeling"», discutían en corrillo cuatro conocidos, dos hombres y dos mujeres, que acudían juntos a la «aventura».

«Nunca había participado en un « speed dating ». Se dice así, ¿no?», decía entre risas Iván Chorro , de 37 años. Este participante, que sí que ha probado suerte antes en clubes de «singles» –para solteros–, se preparaba para vivir algún «rechazo»: «estas horas de la mañana no son las más propicias para encontrar al amor».

Para organizar semejante volumen de pretendientes, a cada asistente le pusieron al llegar una pegatina diferenciada por colores según la edad y sexo . Después fueron distribuidos por zonas según su orientación sexual. El grupo más numeroso fue el de los heterosexuales, seguidos de gays y lesbianas.

De fondo el ritmo de la música –de lo más variado, desde The Beatles hasta temas de guateque de los años 60– y acompañados de bebidas frías –el evento estaba patrocinado por una marca de cerveza– los 780 inscritos fueron colocándose de dos en dos en unas mesas amarillas que había preparadas a la espera de que sonase el timbre, la señal que indicaba que podían empezar a conocerse durante los siguientes tres minutos.

La mayoría eran mujeres, había tres chicas por cada chico , y muchas tuvieron que esperar varios turnos sin pretendiente. «No está muy bien organizado. Llevó aquí plantada un buen rato», se quejaba Lorena Gómez . «Pasad aquí a un tío, por favor, que está esta chica sola», se afanaba un miembro de la organización ante la «cara de póquer» de la joven.

Otros como David Sanz (31 años) y Carolina Mendoza (33) demostraban algo más de complicidad. «¿Qué tal va todo?», les preguntaron. «Muy bien, muy bien», dijeron entre risas. En el arte del flirteo no hay nada escrito pero hay quien no olvidó el papel y el boli. «Lo más importante es conseguir teléfonos», dijo Sergio Cabrera (23).