Las agresiones sexuales con sumisión química se disparan en Madrid: el 35% de 645
La violaciones y robos con el uso de drogas o sedantes casi se triplican en la región en los últimos dos años
La casuística es menor en hombres, pero también ha crecido mucho por el ‘chemsex’ y las orgías ‘consentidas’
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Iniciar sesión«De repente, me desperté y me encontré con un hombre encima de mí. Él estaba ahí, actuando como si no hubiese pasado nada. Nos habíamos conocido a través de una aplicación de contactos , pero desde un principio le dije que no quería ... con él más que una amistad, tomar algo. Nos vimos, bebimos una copa… Y ya no recuerdo nada más». Este es el testimonio, reciente, de una mujer víctima de una agresión sexual mediante sumisión química. Hombres que aprovechan que mujeres (y, en muchas, ocasiones, otros varones) están bebiendo una copa, generalmente, y sin que lo sepan las drogan con sustancias que las hacen perder la noción de la realidad. Abusan de ellas, las violan y, encima, apenas pueden recordar.
«El gran problema es que luego es muy difícil de demostrar en un juzgado, puesto que el rastro de la sustancia en sí puede desaparecer del organismo en pocas horas, antes de la denuncia», coinciden los distintos expertos consultados por ABC. La Fiscalía de Madrid habla en su último informe (sobre 2019, y en 2020 la cifra no sería indicativa por el encierro por la pandemia) de 645 agresiones sexuales, un 7,9% más) . El 35% son con sumisión química, a la luz de los casos hospitalarios.
La Comunidad de Madrid cuenta con un protocolo sobre esta realidad (tipificada en el Código Penal desde 2010 ); pero ultima otro, que debería estar ya en marcha y que se ha pospuesto a este otoño debido a la pandemia. Ana Martínez es médico de Urgencias y presidenta de la Comisión de Violencia del Hospital de La Paz, referente en este tipo de delitos (en el nuevo plan, se ampliará a otros diez grandes centros del Sermas). « El 35% de las agresiones sexuales que atendemos son por sumisión química. Hace apenas dos años eran el 14%-15%. Pero, si tenemos en cuenta ese mismo método asociado a otros delitos, como los intentos de violaciones o robos, la cifra sube al 42%-43%.Y esto va a seguir en ascenso», vaticina esta prestigiosa doctora. En La Paz se atienden aproximadamente 300 agresiones sexuales al año y 600 si se suman los hospitales del resto de la región: «Es una barbaridad», sentencia.
Aunque en estos casos es difícil hablar de perfiles de las víctimas, sí que predominan las chicas jóvenes que salen de botellón o a tomar algo, de entre 20 y 35 años, españolas y latinas. El segundo escalafón lo ocupan mujeres de 50 años en adelante, «que probablemente acaban de romper con su pareja y empiezan a salir». Se reciben cinco o seis de estos casos en un año. En cuanto a los niños, al ser las agresiones sexuales sobre todo en el entorno familiar, ofrecen los pobres chavales menos resistencia y, por lo tanto, no suelen ser drogados para abusar de ellos.
Auge de las ‘app’ de ligue
Las causas de este aumento son difíciles de detectar, pero lo cierto es que el modo de relacionarse ha cambiado. El auge de las aplicaciones, como Tinder o Grindr, ha hecho que perfectos desconocidos queden para mantener un encuentro íntimo, algo muchas veces impensable hace unos años.
De ahí la necesidad de un nuevo protocolo. «El actual establece que la paciente debe denunciar primero y luego acudir al hospital , y eso puede suponer que haya sido atacada a las cinco de la madrugada y a las tres de la tarde esté aún haciendo estas gestiones. Hay que revisarlo, mejorarlo, porque los casos han crecido», insiste la doctora Martínez. En el Hospital Clínico San Carlos hay un grupo de trabajo que tiene un sistema más avanzado. En su comisión está Andrés Santiago, jefe de Medicina Legal del centro, todo una referencia. «Nosotros recogemos las muestras, las guardamos y si el paciente denuncia, se analizan. En el San Carlos, lo hacen con fines clínicos y se mandan al Instituto de Toxicología», dice Martínez.
Y otro de los puntos débiles y que hay que combatir es el tiempo. Porque las sustancias que suelen utilizarse, normalmente mezcladas con alcohol ( burundanga , benzodiazepinas, el GHB y algunos anestésicos como la ketamina) tienen vida media-corta en el organismo y efectos amnésicos. Pueden tardar en desaparecer apenas 6-12 horas. Las muestras que se toman son de orina y sangre y, en casos muy específicos, de cabello, pues ahí es posible detectarlo con mayor posterioridad, como establece el Instituto Nacional de Toxicología, que desde 2016 insiste en este tipo de análisis. Sobre el perfil del agresor con sumisión química, hay de todo, pero habitualmente son varones de entre 45 y 50 años.
Incidencia en el mundo gay
No son las mujeres las únicas víctimas. En el mundo gay, con el denominado ‘chemsex’ (sexo con drogas o ‘colocón’) y las orgías supuestamente ‘consentidas’, las agresiones por sumisión están creciendo. «Han aumentado muchísimo, porque aunque sea sexo en grupo pactado, hay gente que no quiere participar. Y existe otro problema: las agresiones sexuales a varones mayores de edad no están tipificadas penalmente », dice la doctora de La Paz. Y por ello están trabajando en otro protocolo al respecto «para elevarlo a las autoridades judiciales», hacerles entender la situación y con la finalidad última de que se legisle al respecto. Entre 2009 y 2015, se trataron ocho agresiones sexuales masculinas. Entre 2015 y 2019 (el año 2020 no es indicativo, debido a la pandemia y al confinamiento) hubo 16, de las que siete fueron con sumisión química y a chavales de apenas 17 a 25 años .
Laura Hervás es psicóloga especializada con víctimas de violencia sexual de Famuvi. La Federación de Asociaciones de Asistencia a Víctimas de Violencia Sexual y de Género atiende cada año en Madrid a 300 víctimas: «Un 20% son por sumisión química. Muchas veces, nos encontramos que, cuando se denuncia, no se ha detectado la sustancia, pero la mujer sabía que no se encontraba como en otras ocasiones. En ocasiones, se da un contexto de alcohol de por medio, pero no saben si además había algo más en la bebida».
Si ya de por sí una violación es traumática, en los casos de sumisión química, si cabe, las víctimas «tienen lagunas, lo viven con mucho miedo, se sienten vulnerables e impotentes» , explica Hervás. Y no siempre ocurre con totales desconocidos. «Puede ser alguien que ha quedado con unos amigos y va un conocido de uno de esos amigos… Y mete una sustancia en la bebida o incluso han fumado algún porro, pero las mujeres siempre saben que el efecto es distinto, que se sienten de otra manera, y esa persona se aprovecha», incide la experta. Esos miedos que brotan se refieren, sobre todo, a que no la crean cuando decide denunciar . A que la juzguen. «Es igualmente traumático que en otros casos, pero puede depender de cómo lo viva cada mujer, de cómo se enfrente a la incertidumbre de lo que ha pasado. Se sienten inseguras, limitan su vida, tienen miedo a volver a salir, sentimiento de culpa y desconfianza hacia los hombres» , detalla. En los juicios se basan en pruebas objetivas, y esos delitos son difíciles de probar porque ocurren en la intimidad: la versión de la víctima y la del agresor.
El calvario del juicio
No cree Hervás que los casos hayan crecido («siempre los ha habido»), «sino que se visibilizan más; las mujeres saben ya lo que les ha ocurrido». Lo peor es que se las culpa: «Pero ellas no tienen responsabilidad. Hay víctimas que han cambiado su forma de vestir , utilizan prendas más anchas, se cortan el pelo…». Y luego está el trago de pasar ante un tribunal, en el que si las pruebas médicas se han hecho demasiado tarde, es complicadísimo probar la utilización de sustancias en esas relaciones sexuales forzadas. Y eso es utilizado por los abogados de la defensa, que en algunos casos llegan a espetar en sala: «Usted asegura que le ocurrió eso, pero vemos que sigue adelante con su vida…». Aunque resulte increíble, este tipo de situaciones son el pan de cada día en estos casos, como pudo verse en el de la manada de Pamplona .
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