La agonía de los tablaos flamencos: «Somos el sector más castigado»
La falta de público internacional y la distancia de seguridad por el Covid-19 están condenando a estos espacios culturales a su desaparición
Alejandro Escribano
Debido a la relevancia que tienen para la ciudad y ante la grave situación que viven como consecuencia del Covid-19 , el Ayuntamiento de Madrid planteará declarar a los tablaos flamencos Bien de Interés General. Un nombramiento que les permitiría, entre ... otras cosas, acogerse a una serie de medidas extraordinarias para garantizar su viabilidad en estos complicados momentos. Tras una reunión mantenida esta semana por la vicealcaldesa, Begoña Villacís; la delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte, Andrea Levy, y el presidente de la Asociación de Tablaos Flamencos de Madrid (ATFM), Juan Manuel del Rey, ante la grave situación que viven estos establecimientos , el Ayuntamiento de Madrid plantea declarar a los tablaos flamencos Bien de Interés General para la ciudad. Una idea que ha tenido buena acogida en el sector. «Es un hito histórico para Madrid y para los tablaos», nos cuenta Juan Manuel del Rey, propietario junto a su hermano Armando, además, del Corral de la Morería , «porque esto supone que el Ayuntamiento reconoce lo importantísimo que somos para Madrid a nivel cultural e histórico»: «Somos una parte fundamental del patrimonio cultural de la ciudad y este reconocimiento de Bien de Interés General supone que el Ayuntamiento garantiza que va a tomar los medios que sean necesarios para conseguir la supervivencia de las tablaos flamencos de Madrid».
Entre esos medios, el Ayuntamiento propone que puedan funcionar como restaurantes con terraza hasta que vuelva el flujo de turistas internacionales a la ciudad, a la vez que dotar, dentro del Plan Aplaude Madrid (que el Consistorio presentó hace unas semanas para que la ciudad no pierda su tejido cultural), de 1,3 millones de euros que irán destinados a las salas de música en vivo , tablaos incluidos. El objeto es ayudar a sufragar los gastos de suministro y de alquiler, desde marzo hasta septiembre, para colaborar en la supervivencia de estos espacios culturales, tras unos meses en los que no han tenido ingreso alguno . Y con un objetivo claro, que el eslabón más débil de la cadena no se rompa.
«Somos el sector más castigado de todo Madrid », continúa Del Rey: «Porque para que podamos abrir se tienen que dar dos condiciones: que el público internacional se recupere en volumen y en confianza a niveles anteriores a la pandemia , que estimamos que no se producirá hasta finales de este año o inicios del que viene, y que podamos dar nuestros servicios sin ese metro y medio de separación entre mesas que ahora mismo tenemos que mantener». Hasta ahora, los aforos de los tablaos en Madrid estaban en una media de 80-90 personas: «Si tenemos que dejar un metro y medio de distancia entre mesas, ese aforo se va a menos de la mitad. Y con 35 personas de público de media es económicamente inviable mantener un espectáculo y a todo el personal».
Los tablaos suponen un hecho diferencial y una fortaleza para Madrid respecto a otros destinos turísticos , puesto que, como capital del flamenco, enriquecen su oferta turística, cultural y económica. Así, de los seis millones de viajeros que el año pasado visitaron un tablao en España, un millón lo hizo en la capital, teniendo este visitante internacional un perfil cultural y económico medio-alto, alto y muy alto. Y, teniendo en cuenta que el gasto medio de cada turista en Madrid durante 2.019 fue de 1.368 euros, según la encuesta de gasto turístico Egatur, ese millón de personas generó un gasto en la ciudad de 1.368 millones de euros. Unas cifras que ahora mismo han desaparecido por completo.
Según datos de la ATFM, en la ciudad existían antes del confinamiento 21 tablaos , que en la actualidad, con el cierre de Casa Patas, El Café de Chinitas y Villa Rosa, se han quedado en 18. Y que, desgraciadamente, si la situación continúa igual, no serán los últimos.
Un poco de historia
En 1954 se inaugura Zambra , el primer tablao flamenco de Madrid, que se mantuvo abierto hasta el fallecimiento de su dueño, Fernán A. Casares, en 1.975. Situado en pleno centro de la capital, en el número 7 de la calle de Ruiz de Alarcón, la característica principal de este templo del flamenco eran sus dos cuadros de artistas programados cada noche. Así, el Cuadro Antología estaba formado por, atención a la nómina, el baile de Rosa Durán, las guitarras de Perico el del Lunar padre e hijo y Antonio Pérez y el cante de Juan Varea, Rafael Romero, Pericón de Cádiz, Manolo Vargas y hasta de unos jovencísimos José Menese y Enrique Morente. Pero el segundo, el llamado Cuadro Grande , era igual de impactante: Perla de Cádiz, Bernardo el de los Lobitos, Fernanda y Bernarda de Utrera o Mario Maya, por citar a unos pocos.
La idea de estos primeros tablaos a inicios de los años 50, una especie de café-cantantes renovados , era acercar el arte jondo al gran público, puesto que sólo unos bolsillos privilegiados podían hacer frente al coste que suponía una buena fiesta en un cuarto , en un colmao o en una venta de las afueras de la ciudad. El cambio fundamental de este modelo de negocio fue el turismo y la brillante idea del por aquel entonces ministro de Información y Turismo , Manuel Fraga Iribarne, y del magnate de la hostelería madrileña Alfonso Camorra. Según cuenta el especialista José Manuel Gamboa en su espléndido libro «Una historia del flamenco», Fraga y Camorra idearon un plan que consistía en unir turismo, flamenco y alta gastronomía , ofreciendo desde el ministerio «ayudas para que los tablaos promocionaran entre su clientela extranjera los exquisitos productos de la tierra».
Fruto de este plan nació El Corral de la Morería, que desde 1956 ha venido ofreciendo el mejor flamenco junto a gastronomía de estrella Michelin . Un modelo que hicieron suyo otros tablaos, como Torres Bermejas, inaugurado en 1960, y El Café de Chinitas, abierto en 1969 y cerrado definitivamente por la pandemia hace unas semanas, cuyos responsables provenían del gremio de hosteleros . O los ya desaparecidos El Duende (1956) y Los Canasteros (1963), regentados respectivamente por artistas: la bailaora Pastora Imperio y su yerno, el matador de toros Gitanillo de Triana, en el establecimiento de la calle de Señores de Luján; y el cantaor Manolo Caracol, en el local de la calle de Barbieri.
Otros tablaos que también hicieron historia en Madrid fueron Las Brujas y El Corral de la Pacheca, sede de «Cantares», el mítico programa de Televisión Española que presentaba Lauren Postigo .
Ava, Sinatra y el Brillantina
Estrenos absolutos, presentaciones de discos y de festivales, rodajes cinematográficos y multitud de anécdotas jalonan la historia de estos históricos locales madrileños. Por ellos ha pasado todo aquel que quería ser estrella de lo jondo , desde Vicente Escudero a Manolo Caracol, pasando por Antonio Mairena, Fosforito, Camarón, Morente, Antonio Gades, Farruco, El Güito o Manolo Sanlúcar. Además, han sido fuente de inspiración para muchísimos profesionales de otras disciplinas artísticas . Así, recientemente pudimos ver al bailarín y coreógrafo Mikhail Baryshnikov disfrutar de una noche mágica en el Corral de la Morería. O para cineastas como Pedro Almodóvar, cuya película «Tacones lejanos» fue filmada en Villa Rosa, o Jaime Chávarri, cuyo «biopic» sobre Camarón también se rodó en otro tablao, Torres Bermejas.
Todo ello por no hablar de los artistas que disfrutaron de veladas inolvidables en estos emblemáticos establecimientos: Ava Gardner, Gary Cooper, Cantinflas, Sinatra, Nureyev, Marlene Dietrich… Famosa, según cuenta Alfredo Grimaldos en su libro «Historia social del flamenco», fue la versión de «Strangers in the night» que en presencia de Sinatra y Gardner hizo El Brillantina en El Corral de la Morería y que bautizó en su personal inglés como «Pastis in the flais». Una versión que para Sinatra fue la mejor que nunca escuchó en su vida. O aquella mítica noche en Villa Rosa con Sinatra cantándole a Ava el Stormy Weather en presencia de Lola Flores , anécdota que recoge el escritor Marcos Ordóñez en «Beberse la vida».
Cierre de Casa Patas
Otro buen ejemplo de noches de arte han sido las de Casa Patas, el tablao de la calle de Cañizares , también cerrado por el maldito coronavirus, que acuñó entre los aficionados a finales de los ochenta la frase de «El Patas me mata y el Candela me remata». Local que supuso un lugar de encuentro y de reunión de artistas y aficionados y en donde se vivieron mágicas veladas como la del debut de Diego el Cigala o recitales llenos de sabor como el último de Manuel Molina o el de una por entonces desconocida Rosalía .
Santuarios de un arte único y genuino que esperemos, por el bien de todos, sigan dando noches de gloria a la cultura española.
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