Afines y detractores de la bombona de butano en Madrid
Terrazas, castañeros, estudiantes o el ‘por si acaso’ impulsan un ‘revival’ de este gas
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Iniciar sesiónLa bombona de butano tiene una larga tradición de chistes y portadores, y hasta de periodistas que fueron intitulados así por el característico color del envase del gas. Y los pobres butaneros sin poder sindicarse y pedir derechos de autor. La bombona, ... como objeto, figura así, chata, naranja, aunque salva la vida y es el sol de los días sin sol. Poco se ha escrito de la bombona de butano que en estos días de fríos ha vuelto a Madrid.
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Ha vuelto, por ejemplo, al puesto de castañas de Elvira, 22 años calentando el manjar con butano. Si se le pregunta a Elvira por su relación con el butano, que desde siempre hemos sabido que está conformado por cuatro átomos de carbono y diez de hidrógeno , Elvira mira al calendario detenido en septiembre y cuenta que «el carbón contamina mucho, y más ahora, que la gente está preocupada con lo de la capa de ozono».
La propina
Si se agudiza la mirada, la pandemia y sus terrazas han incorporado la bombona al ocio, a esa modalidad del ‘terraceo ’ que consiste en un calor artificial que derrite los hielos en el atardecer de otoño. Pero la bombona ha vuelto a la ciudad, también, por el miedo a eso que llaman el gran apagón. Lourdes García siempre se ha llevado bien con el butano, «acarreando la bombona de la hornilla a la ducha y de la ducha a la hornilla» en un quinto sin ascensor de Gaztambide. Se queja, no obstante, cuando le faltan provisiones de ese compuesto de cuatro átomos de carbono y diez de hidrógeno, y se piensa «muy mucho la propina al butanero».
La bombona en Madrid tiene sus espacios, claro. Y está, por ejemplo, el almacén de Repsol en Vicálvaro donde hay una ciudad entera de estos recipientes de más menos 30 kilos. El almacén, donde por lógica y de forma taxativa se prohibe fumar , semeja, en bombonas, aquel cementerio de cabinas telefónicas de la escena final de ‘La cabina’, de Antonio Mercero y con José Luis López Vázquez.
En el almacén de Vicálvaro todo es un ir y venir de clientes que cambian sus bombonas: algunos como Antonio para llevarla a la Sierra; otros, como Ignacio Arrieta, le dan «un uso muy anecdótico». Sea como fuere, en Vicálvaro un cartel avisa de que «existen a disposición del público un juego de pesas contrastadas por la Delegación de Industria y Energía para verificar la exactitud de las pesadas» y el butanero lleva un zurrón de cuero que evoca nostalgias de otros tiempos .
Conviene, en este asunto de la bombona y los usos que le dan los madrileños, hablar con los expertos. Félix de Orduña, director comercial GLP Repsol , comenta que «en la Comunidad de Madrid, durante los meses de noviembre a marzo, se concentran alrededor del 60% de las ventas de botellas del año» y que «se están dando cuenta de que no solo hay más estudiantes que están utilizando la bombona de butano como fuente de energía en sus hogares; son la juventud en general quienes se identifican cada vez más con una fuente de energía versátil ».
Detractores
Aparte de los beneficios, la bombona, como todo en la vida, tiene sus detractores. En los alrededores del Retiro, en ese entramado de calles, hay bombonas por el suelo, «dejadas de la mano de Dios» y usadas hasta para «sujetar las sombrillas». Es la denuncia de la Asociación de Vecinos Retiro Norte, que se queja de que en las medidas para apoyar a la hostelería tras el confinamiento, cuando se ampliaron las terrazas, no se contempló un «protocolo específico que instara a los bares a almacenar de forma segura las bombonas de las estufas». Según insisten, en la nueva normativa apenas se hace mención y han dado parte a la vicealcaldesa, Begoña Villacís .
Más allá, desde la Asociación de Vecinos Retiro Norte insisten en que no todos los establecimientos son irresponsables, si bien no entienden que en Madrid, contra lo que va ocurriendo en Barcelona y París, se opte por generar calor en las calles en «plena crisis climática».
La bombona, ese naranja -y discutido- objeto de energía...
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