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Abróchense los cinturones

La gasolina, cual ave fénix, renace de sus cenizas. Entre diciembre de 2008 y diciembre de 2009 el precio de los carburantes casi se ha duplicado. El barril de petróleo Brent, que sirve de referencia para fijar los precios en Europa, cerró el año a ... 75,21 dólares. Nada que ver con los 43,05 dólares que costaba a finales de diciembre de 2008. A las pruebas me remito. Un litro de gasolina cuesta de media ahora en torno a 1,052 y el de gasóleo 0,955. Hace un año un litro de gasolina o diesel nos costaba 0,881. Y lo más probable es que a lo largo de este año los precios evolucionarán... al alza. Y en España además lo tenemos peor, porque a diferencia de otros países europeos, primero, la competencia brilla por su ausencia como todo el mundo sabe y puede comprobar, a poco que se de un paseo por cualquiera de las muchas gasolineras repartidas por la Comunidad de Madrid. Y segundo, porque cuando los precios suben en los mercados internacionales, los operadores españoles se apresuran a trasladar al consumidor la mala nueva, pero cuando los precios bajan me temo que ni la rapidez ni el monto de la bajada es el mismo. Y cuando una, ignorante, pregunta a qué se deben estos dos misterios insondables nadie sabe la respuesta y se me responde con algo todavía más incomprensible: es un problema «estructural» de la economía española. Imagínense lo que piensa un desempleado cuando lee por ahí que si en España los parados son el doble que en la UE es por un problema «estructural» de la economía española.

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