Siria provoca un giro geopolítico en Oriente Medio

Sin embargo, entre los grupos que han participado en el derrocamiento de Al Asad hay fuertes enfrentamientos por ocupar diferentes zonas de Siria. A modo de ejemplo, el Ejército Nacional Sirio, apoyado por Turquía, ha atacado la ciudad de Manbij, situada en un territorio en manos de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), turcosirias, apoyadas por Estados Unidos.

Desde el punto de vista geopolítico, la caída de Al Asad, supone un cambio drástico en las relaciones de poder en el escenario de Oriente Medio. Rusia ha sufrido un duro golpe con la pérdida de su influencia en la región, sin haber podido defender a su aliado, quedando en el aire el futuro de la base aérea de Hmeimim y la base naval de Tartus, claves para la proyección geoestratégica rusa en el Mediterráneo y en África.

Para Irán ha supuesto la rotura del eje de resistencia que se extendía por todo el Creciente Fértil hasta el Mediterráneo, que aglutinaba milicias proiraníes incluyendo al Gobierno sirio y a Hezbollá. Sin duda, Irán queda muy debilitado por haberse quedado sin el principal instrumento en su estrategia de usar los proxis frente a Israel.

En contraste, han resultado especialmente beneficiados tres países: Turquía que aumenta sensiblemente su protagonismo mediante la devolución de los refugiados sirios, y la posibilidad de participar en la estabilidad siria; Israel que ya está destruyendo armamento y material existente en Siria que se pueda utilizar en su contra al mismo tiempo que está ocupando la zona desmilitarizada en los Altos del Golán; por último, Estados Unidos que ve como ha caído fuertemente la influencia que tenían Rusia e Irán en Oriente Medio.

De este modo, aparece una cambiante e incierta ecuación geopolítica en Oriente Medio en la que Occidente recupera parte del prestigio perdido.