El horror de las mujeres de yihadistas y sus hijos repatriados: «Vivían bajo plásticos, a 50 grados en verano y a bajo cero en invierno»
Los padres de Yolanda Martínez y Luna Fernández reprochan el abandono de cuatro años del «Gobierno progresista» y relatan las durísimas condiciones de vida de sus hijas y nietos
Madrid
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Iniciar sesiónManuela Grande, madre de Luna Fernández, y María Yolanda Cobos y Luis Martínez, padres de Yolanda Martínez, las dos mujeres de yihadistas que con sus nueve hijos y cuatro niños huérfanos hijos de un español han sido repatriadas desde un supuesto campo de ' ... refugiados' -quizá sea más exacto llamarlo campo de concentración- de la región autónoma del norte de Siria, viven entre la alegría de tenerlos de vuelta en España y la indignación porque hayan sido necesarios cuatro años para que el «gobierno progresista», por fin, se decidiera a hacerlo. El último jarro de agua fría ha sido la decisión del juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz de enviarlas a prisión: «¿Desde cuando es delito ser mujer de un yihadista, quedarte en casa y cuidar a tus hijos?», se preguntan, aunque al menos tienen la tranquilidad de que esa situación se puede revertir con los correspondientes recursos que su abogado, José Luis Laso, ya ha anunciado que presentará.
Esa mañana, los tres familiares, el abogado y el eurodiputado Javier Nart, que se ha volcado en este asunto, han ofrecido una rueda de prensa en la sede del Parlamento Europeo en Madrid. Más allá de los reproches, muy duros, al Ejecutivo de Pedro Sánchez, por tardar cuatro años en la repatriación, los familiares han tenido ocasión de relatar el calvario de cuatro años que las mujeres y los niños han tenido que sufrir desde que fueron internados en esos campos, controlados por las milicias kurdas.
Los padres de Yolanda Martínez, una joven nacida en el barrio de Salamanca, que fue a un colegio religioso y que un día se convirtió al islamismo más riguroso y decidió acompañar a su marido a Siria para que se uniera a las filas de Daesh, ha descrito así el horror: «Hablaba con ella todas las semanas y me contaba que vivían bajo una carpa de plástico, con más de 50 grados de temperarura en el exterior cuando era verano, y también en invierno a bajo cero... Por supuesto había goteras cuando llovía, y el frío era tan intenso que la ropa quedaba cubierta por hielo. Les entraban escorpiones, serpientes, el agua que bebían estaba contaminada y apenas tenían comida... Por supuesto, tampoco medicinas, así que cuando un día se desmayó nadie la atendió... También ha tenido episodios de ansiedad».
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Eso, su hija, pero sus nietos también pasaron por unas penalidades que ningún niño tendría que vivir nunca: «Una noche mi niño salió a orinar, un soldado lo vio y se lo llevó a una jaima custodiada por soldados. Tenía entonces 13 años y aquello era una cárcel», un 'correcional', en definitiva. Su abogado ha precisado además que el último año y medio estuvo separado de su madre, por lo que es difícil saber los estragos psicológicos que le pueden haber causado estas vivencias: «Ha vivido bombardeos, la detención de su padre... No es una vida fácil».
Manuela Grande, por su parte, ha explicado que su hija Luna «intentó dejar a su marido y volver a España con los niños, pero era imposible porque allí las mujeres no pueden hacer nada solas. Así fue hasta que murió. ¿Por qué la van a condenar? ¿Por sus ideas? ¿Por ir detrás de su marido? ¿Por tonta?». Y los padres de Yolanda ha remachado: «Las han metido en prisión solo por estar casadas. Solo son amas de casa que han estado al cuidado de los niños... Hablan de mi hija sin conocer sus sentimientos, sin saber cómo es. Siempre ha estado pendiente de la gente pobre, aunque haya nacido en el barrio de Salamanca». «Son musulmanas, no terroristas ni yihadistas», ha añadido María Yolanda Cobos, que ha recordado que «en estos cuatro años he perdido una nieta, que murió por un problema de corazón del que no fue atendida».
Patatas fritas, chuches, chocolate...
En cuanto a los más pequeños, José Luis Losa ha revelado la anécdota que le contaron los policías españoles que viajaron con los repatriados: «Les dieron patatas fritas, chuches, chocolate... Nunca lo habían comido y estaban como locos. Alguno, claro, vomitó después por el atracón. Pero estaban felices. Para ellos el centro de menores de la Comunidad de Madrid es un paraíso, un hotel de lujo donde les tratan muy bien, les dan de comer... Para ellos es algo increíble».
Con la rueda de prensa los familiares quieren zanjar cualquier aparición pública más y piden que se respete a los niños, que no se les atosigue para que puedan recuperarse cuanto antes. Por supuesto, van a pedir la custodia de sus nietos aunque saben que para eso antes hay que identificarlos plenamente -algunos de ellos nacieron en Siria- y que los servicios sociales acrediten que están capacitados para acogerles. Lo entienden, porque, además van a poder tener contacto con ellos en esta etapa: «El futuro es seguir adelante, con el apoyo de la familia», h afirmado Luis Martínez, profundamente emocionado; «que nos ayude el Gobierno para que los niños puedan tener un futuro normal», ha añadido Manuela Grande.
«Ni González Laya, ni Bolaños les dedicaron un segundo desu 'valioso' tiempo y Grande Marlaska decía estar preocupado, pero no hizo nada por sacarlos de allí»
En cuanto a los cuatro niños huérfanos que han viajado a España, el proceso va a ser similar. Primero se les identificará para saber qué familiar más cercano tienen en España, en este caso una abuela, y a partir de ahí se estudiará su acogimiento.
Más allá del relato del horror, el eurodiputado Javier Nart ha denunciado el abandono del «Gobierno progresista» a las familias, del que solo ha salvado al ministro de Exteriores, José Manuel Albares y a su jefe de gabinete. «Ni González Laya, ni Bolaños les dedicaron un segundo desu 'valioso' tiempo y Grande Marlaska decía estar preocupado, pero no hizo nada por sacarlos de allí». «¿Qué radicalidad puede tener un niño de uno, dos o tres años? ¿Qué pensaban los ministros progresistas?».
También ha denunciado la «mentira» vertida por el Gobierno sobre las «profundas dificultades» que ha habido que sortear en este caso: «Estuve en los campos, y sus responsables solo ponían una condición: que la autoridad española dijera que eran nacionales suyos y que la autoridad siria lo confirmara; a partir de ahí se trataba de poner un autobús para llevarlos hasta la frontera, llegar a un aeropuerto turco y subirlos a un avión».
En sentido contrario, Nart ha alabado el trabajo en el Parlamento Europeo de los eurodiputados populares Dolors Montserrat, José Manuel García Margallo y Esteban Gonález Pons, así como a los servicios sociales de la Comunidad de Madrid.
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