Guilarte dice que con la proposición de Podemos sobre el CGPJ «estamos ante leyes de la dictadura»

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Nati Villanueva

Durante su intervención en un desayuno celebrado en el Colegio de la Abogacía de Madrid, el presidente del órgano de gobierno de los jueces ha abundado en las consecuencias que tiene el hecho de que el CGPJ lleve en funciones cinco años, lo que implica, por lo pronto, que el sistema de elección que podría haber resultado operativo en otro momento «ya no lo es por la polarización del debate político». «En estos cinco años todo se ha degradado bastante y lo que ahora se buscaría en los vocales es una cierta militancia. En este sentido ha recordado que hay pendientes 122 nombramientos en la cúpula judicial española», y que hay que llevarlos a cabo con la mayor objetivación posible y buscando una vía de encuentro entre las posturas irreconciliables que mantienen los dos partidos que tienen que ponerse de acuerdo.

«Hay que rebajar la tensión y evitar la confrontación existente entre dos modelos que discurren por dos caminos diferentes y no se encuentran. Llevamos así cinco años y tengo la terrible sensación de que cuando se juntan (los interlocutores: Bolaños y Pons), se cuentan cada uno lo suyo y ya está. No les he oído todavía rebajar algo sus expectativas. Parece que están más en mantener y vender su discurso (culpabilizar al otro) que en una aproximación real, en un espacio de encuentro que no se intuye».

Guilarte ha insistido en su propuesta de objetivación de nombramientos, la misma que planteó por carta hace dos semanas a los presidentes del Congreso y del Senado, Francina Armengol y Pedro Rollán, respectivamente, sin que haya recibido respuesta. De ahí su desazón por no poder contribuir desde la posición que ocupa a la solución de este problema, que no pasa, ha dicho, por dimisiones en bloque como piden algunos. «Vayan ustedes a cuestionar a quienes no alcance el acuerdo. La exigencia de una dimisión en grupo es un disparate, alguien tiene que seguir defendiendo la independencia del Poder Judicial y mi idea es que no somos los causantes del problema. No seré yo quien exija que dimitan otros, pero deben dirigirse a otros y no a nosotros».

Ha mantenido el presidente del CGPJ su intención de dimitir si no logra su objetivo. «Si no se llega a ninguna solución mi situación no tiene mucho sentido». En su opinión hay que dejar paso a otras personas «a ver si consiguen lo que yo no he conseguido», aunque se ha mostrado esperanzado en que se logre un acuerdo después de las europeas. En ese sentido, que las convocatorias electorales es esclarecedor respecto a la indeseable influencia política en la renovación. «Somos un juguete de la política», ha lamentado.

Preguntado sobre si comparte el modelo de elección de vocales por el que apuestan el PP y las instituciones europeas (en el que los doce vocales de procedencia judicial sean elegidos por la carrera), Guilarte opina que no cree que esa fórmula «arregle el problema actual porque los partidos buscan aproximarse a las asociaciones y se irradiaría« ese intento de influencia». «Sin despreciar que sea una posibilidad váñlida y legítima, también lo es la contraria. Cualquiera de las formulas valdía si se hace bien», ha remarcado.