Moncloa niega que la trama afecte al PSOE y minimiza el papel de Cerdán

Pero por tercer día consecutivo el escándalo Cerdán no puedo quedarse en las puertas del evento, sino que penetró y bien fuerte hasta el interior del mismo. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, inició la jornada con una andanada contra al PSOE, al que exigió una convocatoria de urgencia de la comisión de seguimiento de la coalición con Sumar, que se celebrará hoy mismo, y al que pidió más explicaciones «sin paños calientes». No sin enmendar la plana a Sánchez al decir que «la corrupción cero sí existe», exactamente lo contrario que como excusa aduce desde hace dos semanas el jefe del Ejecutivo, quien siempre a continuación añade que lo que sí existe son partidos que actúan contra ella y otros que la encubren.

En Moncloa dicen «compartir» su dolor y esperan no perder ni el apoyo de Sumar ni el del resto de socios pese a que el ingresó en prisión de Cerdán fuera, en palabras de la portavoz gubernamental, Pilar Alegría, una imagen «tan desgarradora como decepcionante». Y aunque puedan parecer insuficientes las explicaciones dadas hasta la fecha, admiten estas mismas fuentes, «no se puede explicar lo que no se sabía». «Hemos fallado, nos han fallado los controles y se nos han colado unos corruptos en casa. Pero nos piden un imposible», explican.

Pero el horno no parecía estar para muchos más bollos en Sevilla. Y de hecho, al margen de la vicepresidenta segunda y de una breve comparecencia del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, el resto de integrantes del Ejecutivo, incluido el presidente, no se prodigaron ante los medios durante toda la jornada.

A 543 kilómetros, en el Palacio de La Moncloa, era precisamente Alegría la que se exponía ante los medios junto a los ministros de Vivienda, Isabel Rodríguez, y el de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, de Sumar. Siguió la estela de la vicepresidenta Montero –para quien se pidió ayer «piedad» desde el ala socialista del Ejecutivo por haberse referido al que fuera mano derecha de Sánchez como alguien «no tiene que ver con el PSOE»– y evitó no solo comentar el testimonio de Cerdán ante el Supremo, sino también achacarle la investidura de Sánchez, como él mismo presume gracias a su papel negociador con los separatistas. Su palabra, creen en Moncloa, ha quedado «devaluada» y por ello, atribuyó Alegría el éxito del 23-J a los doce mil votantes del PSOE.

Preguntada por la posibilidad de que el partido acabe implicado en las corruptelas de Cerdán, aseguró la ministra de Educación que «no hay ningún indicio que apunte hacia esa dirección» porque las cuentas del PSOE «no tienen ninguna tacha». «Hasta que alguien presente un incidio que diga lo contrario, el PSOE no es corrupto», añaden otras voces gubernamentales en la misma línea que Alegría.

Por ello, y a pesar de la «injusta doble vara de medir» que se está aplicando respecto a las corruptelas de PSOE y el Partido Popular (PP) —«lo que ha pasado es gravísimo, pero no es lo mismo que [la trama] Gürtel [del PP]. Hemos entrado en una vorágine muy loca», denuncian—, pretenden aguantar, dan portazo a un anticipo electoral y piden tiempo para rearmarse. En cualquier caso, dicen. la solución no pasa por tirar la toalla pese a la «estrategia de acoso y derribo» a la que creen estar siendo sometidos por parte de la oposición, y serán los ciudadanos quienes tendrán que decidir en una cita con las urnas si acepta las disculpas del PSOE, explican. «En un régimen de normalidad, ganamos las elecciones. Pero que nos dejen hacerlo», piden, al tiempo que se muestran confiados en que el votante socialista sabrá distinguir «entre lo grave [PSOE] y lo imperdonable[PP]»-