Vox en Galicia: tarde, mal y fuera de la realidad

Por extraño que parezca, no hablaban ni del País Vasco ni de Cataluña, sino de Galicia. Donde concurren, como se comprometieron, a las elecciones del 18 de febrero; pero tarde, mal y ajenos a la realidad. Algo que tampoco resulta tan sorprendente, viniendo de un partido sin implantación y mucho menos integración en la Comunidad, con la representación institucional reducida a la mínima expresión de una solitaria concejal en un pequeño municipio de Orense (Avión).

Tarde, mal y, según Ricardo Morado, que fue cabeza de lista por La Coruña en 2020 —y se marchó en 2022—, a rastras. «Me presento porque me tengo que presentar, pero sé que no voy rascar absolutamente nada», resume a ABC la sensación que le transmite la implicación de Vox con el 18F. El miércoles 10, cuando, más que anunciarse, se filtró el nombre del candidato de Santiago Abascal a presidir la Xunta, Morado no ocultaba su decepción. Consideraba que se había llevado a cabo con un perfil bajo de forma deliberada, para que pasase «desapercibido», haciendo «luz de gas» desde la propia calle Bambú.

La sensación de anticlímax no pudo ser mayor. Dos días antes se esperaba que Vox comunicara el nombre de su candidato a «la Junta (sic) de Galicia». Eran el único partido que todavía no lo había hecho. El propio Abascal comentaba en rueda de prensa que esperaba divulgarlo ese día; puntualizaba que lo que otros consideraban «demora» —el lunes 15 se cerraba el plazo para registrar las listas—, ellos lo veían como «prudencia» —desde Vox se explicó que había influido el fallecimiento del padre de Garriga—; y se ufanaba de dejar este tipo de cuestiones para «última hora». Forzando el modus operandi, todavía hoy, a menos de un mes del 18F, Abascal presenta en Pontevedra a los cuatro cabezas de lista provinciales.

El día 10 estaba más preocupado por la Asamblea General Extraordinaria del 27 de este mes, en la que pondrá en juego su liderazgo. La cuestión gallega se despachó con una nota de prensa —previa filtración— en la víspera de que Garriga acudiera a escenificar el apoyo de Bambú a los cabezas de lista aprobados por el Comité Ejecutivo Nacional. Y dirigirse a los «compatriotas» gallegos para anunciarles que enderezarán lo que consideran que torció el PP.

Morado cree que Vox optó por una solución improvisada, para cumplir el expediente, en lo que entiende que es un «primer paso» de cara a una «limpieza profunda» del partido en Galicia. Entre otros síntomas, argumenta, porque el candidato a presidir la Xunta no es el número uno por la «provincia en teoría más fuerte» para Vox, La Coruña; lo descodifica como una «declaración clara de intenciones» de quien «sabe que no va a sacar nada». En ese tono crítico de quien se marchó decepcionado, y observa desde fuera con estupor, matiza que «para limpiar algo, primero hay que tener ese algo, una estructura visible; y, a partir de ahí, empezar a funcionar». Evidentemente, considera que no es el caso. «Estas cosas no pasan ni en una comunidad de vecinos», apostilla.

Convencido de que Vox empeorará el resultado de 2020, un 2,05% —y que la cúpula lo sabe y asume—, en lo que tilda de «drama absoluto», desmenuza los cabezas de lista y dibuja un panorama nada halagüeño. Especialmente por lo que relata de Díaz-Mella, de quien le «consta» que arrastra «problemas internos con afiliados»; y que incluso, afirma, tiene en su expediente una denuncia ante el comité de garantías de Vox. Fuentes del partido precisan que, en todo caso, la denuncia es de «hace tiempo» y que fue «archivada al carecer totalmente de fundamento». La situación, abunda Morado, ha devenido en una suerte de «rebelión interna dentro de la ejecutiva» provincial; y, por la información que maneja, «un gran número de afiliados han dejado claro que no van a mostrar su apoyo» a Díaz-Mella. Lo cual deja en agua de borrajas la «buena fe» con la que cree que éste asumió la papeleta de liderar a Vox el 18F.

De Manuel Fuentes, cabeza de lista por La Coruña, no detalla mejores credenciales. Cuenta que apenas granjea ninguna «simpatía» en la provincia entre su gente, y que no mejoró en absoluto su tirón que contraprogramase las protestas de su partido ante la sede nacional del PSOE, en Ferraz, con sus propios despliegues, en La Coruña, elogiando a la Policía Nacional. «Entre la juventud de la provincia que simpatiza con Vox no ha sido bien entendido» y «no van a mostrarle tampoco su apoyo durante la campaña», dice Morado. Y añade otro detalle: es de Extremadura —donde se sacó la carrera de Veterinaria—, lo que refuerza la imagen de 'paracaidista'.

Dos candidatos que no gustan ni a sus propias bases en las dos mayores provincias son la guinda a unas candidaturas que Morado lee como una manera de «salvar los muebles». Como colofón, resume con una palabra malsonante, pero muy gráfica, la imagen que cree que transmite su expartido en Galicia: «Carajal».