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La 'slow food' rústica que arrasa en Galicia: no me digas taberna, llámame furancho

Nacieron para vender el excedente de las cosechas de vino de autoconsumo, pero ahora ya se confunden con muchos restaurantes que imitan su estética

Galicia apuesta por un turismo «más respetuoso» con el medio, los vecinos y los visitantes

Charo sirve vino a cuatro jóvenes sentados en una mesa de su furancho, en Marín (Pontevedra) Miguel Muñiz
Jesús Hierro

Jesús Hierro

Marín (Pontevedra)

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«¿Blanco o tinto?», pregunta Charo a unos jóvenes sentados a la mesa en su local. Es la única disyuntiva a la que Iván, Blanca, Álex e Iria tendrán que enfrentarse para elegir bebida. A la oferta como mucho se le podría añadir agua. O ... gaseosa para domesticar el vino si fuese peleón. Tampoco tendrán que romperse la cabeza con la comida. Un máximo de cinco tapas, sencillas y tradicionales, como únicas opciones. No son bares ni restaurantes, son furanchos. Su origen es remoto y nacieron como fórmula para vender excedentes de vino de autoconsumo en algunas zonas de Galicia. Pero se pusieron de moda y son muchos, jóvenes y mayores, quienes los fines de semana se lanzan en masa al 'furanchismo'.

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