Sargadelos recula y prevé retomar su actividad la próxima semana
Su administrador, Segismundo García, anunció que no habrá despidos en la planta de O Cervo tras mediar la Xunta
Los trabajadores, que acudieron tras anunciarse el cierre, volverán este viernes a sus puestos por «miedo a represalias»

El anuncio del cierre inmediato de la emblemática fábrica de Sargadelos en O Cervo (Lugo), notificado este miércoles por su único administrador, Segismundo García, desencadenó este jueves un frenesí de reacciones desde ámbitos como la cultura, la economía y la política. Un ... clamor ante el que la propia Xunta y la alcaldesa del municipio se posicionaron como mediadores para impedir que su dueño bajase la persiana tras notificarle Inspección de Trabajo 36 incidencias referidas a las condiciones laborales de la planta -y una multa de 5.000 euros-.
Una jornada de gran tensión desde primera hora de la mañana, con la llegada de los trabajadores, todavía sorprendidos por el anuncio de la tarde anterior y sin ninguna notificación adicional más allá de que fuesen a recoger sus pertenencias y de que la factoría echaba el cierre. A su llegada al primer turno de las 7,15 horas, las puertas de la fábrica se encontraba cerradas y dejaron constancia de su asistencia firmando un documento.
No fue hasta una más tarde cuando los empleados administrativos accedieron a sus puestos, sumidos en la incertidumbre de lo que les depararía el día, después de que durante la noche anterior fuese saboteada el área administrativa de la fábrica, lo que implicó que se personase la Guardia Civil. Los trabajadores aprovecharon para notificar a los agentes la incapacidad de ejercer su labor y desde la Benemérita les instaron a denunciar, pero los empleados se negaron «por miedo» según pudo constatar Europa Press.
Ante la falta de representación sindical por este mismo motivo, Xorxe Caldeiro -en nombre de la CIG- y José Antonio Zan -por parte de CC.OO.- ofrecieron asesoramiento a los trabajadores, a la espera de que llegasen inspectores del ministerio de Trabajo ante un cierre que calificaron de «totalmente ilegal» al no haber anunciado la realización de un ERE o alternativa para los empleados.
Paralelamente, la alcaldesa de O Cervo, Dolores García, se reunía desde primera hora de la mañana con Segismundo García para evitar el cierre de la planta, anunciándole la intención de negociar con la Xunta una solución al conflicto. La regidora acudió también a la fábrica -sin Segismundo- donde aguardaban los empleados.
Mediación con Trabajo
Desde el Ejecutivo gallego no esperaron a la llamada, mostrando su interés en mantener la actividad de Sargadelos a través de varios conselleiros y el propio presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. «Espero que al final volvamos a la normalidad y haremos todo lo posible para que así sea y para que la actividad de Sargadelos se mantenga», indicó el presidente gallego.
La Consellería de Cultura fue la primera en alzar la voz a través de su titular, José López Campos, que puso a disposición de la compañía «todos los mecanismos, recursos y capacidad de interlocución» para evitar que el cierre se convirtiese en realidad. Posteriormente, el conselleiro de Emprego, José González, pidió al Ministerio de Trabajo, liderado por Yolanda Díaz, la «máxima flexibilidad dentro de la legalidad», advirtiendo que el expediente, motivo del cierre, contenía «deficiencias subsanables» dentro de unos plazos todavía por definir.
Fue el propio González en el que encabezó la mediación en nombre del Ejecutivo gallego, reuniéndose durante la mañana del jueves con los responsables de las consellerías de Industria y Cultura, así como con Inspección de Trabajo en Galicia. El titular de Emprego conversó también con Segismundo García, una ronda de contactos de las que obtuvo «voluntad de resolver esta situación cuanto antes» y que finalmente desembocaron en que todo se quedase en un susto.
Por su parte, desde la oposición también mostraron su clamor ante el posible cierre de la factoría en O Cervo, presionando a la Xunta para reconducir las negociaciones. El secretario xeral de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro, pidió a la Xunta «no mirar a otro lado» ante un conflicto «absolutamente reversible». «Es mucho más que una empresa, mucho más que esos cientos de trabajadores», afirmó en declaraciones a Ep, reivindicando a Sargadelos como «todo un referente culturar» de la entidad gallega.
En este sentido, la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, afeó la decisión «arbitraria» de su propietario de echar el cierre, pidiendo a la Xunta «diálogo y presión» para salvar «un símbolo de Galicia». «Sargadelos es mucho más que una fábrica de cerámica» y representa «200 años de la historia de Galicia», indicó Pontón.
Vuelta a la normalidad
Entre la incertidumbre y los lamentos por la noticia, a los que se sumaron también instituciones como el Consello da Cultura Galega o la Academia Galega de Belas Artes, un inspector de Trabajo acudió a Cervo a petición de los empleados. Allí, decretó que el acto de Segismundo García constituía un «cierre de patronal», una práctica totalmente ilegal en España en prejuicio de los trabajadores. A ellos se refirió tras reunirse con el propietario, indicándoles que el cierre no estaba fundamentado en la inspección, como afirmaba Segismundo García, ya que no implicaba un riesgo para la seguridad de los trabajadores y ninguno de los incumplimientos era «de solución inmediata».
A renglón, les instó a denunciar la improcedencia de los despidos, en el caso de darse, aunque la negociación directa del conselleiro de Emprego consiguió frenar el cese de la actividad, tal y como confirmó el propio administrador de Sargadelos, que se reunió con los trabajadores para explicarles que no despediría a ninguno de los 200 empleados de la compañía y que preveía retomar la actividad la próxima semana, además de tiempo para solventar el conflicto con Trabajo.
Un mensaje con un fin tranquilizador que no acaba de calar entre los trabajadores, que se mantuvieron en la entrada de la fábrica hasta que llegó la hora en la que concluye su jornada y prevén regresar este viernes de nuevo, a pesar de que todo indica que el panorama será el mismo: una fábrica cerrada. El motivo, indicaron a Ep, no es otro que evitar represalias y que nadie pueda usar en su contra el echo de no acudir a sus puestos de trabajo.
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