Sánchez apuntala su agravio a Galicia en su última visita preelectoral
Su enésimo desplante a la Xunta y la ausencia de compromisos con la Comunidad dan munición a los populares de cara a las autonómicas
SANTIAGO
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Iniciar sesiónNo por conocido molestó menos en el seno de la Xunta y el PPdeG el 'modus operandi' de Pedro Sánchez el pasado fin de semana. El procedimiento es conocido: acto 'ad hoc' como presidente del Gobierno, sin invitar a la Xunta y para justificar el ... uso del Falcon; desplazamiento a acto del PSOE; ataques al PP y a Alberto Núñez Feijóo y regreso. Sucedió el pasado sábado, con escala exprés en los astilleros de Navantia, en Ferrol, antes de acudir a Santiago a inaugurar la convención política del PSdeG.
Pero no era ni mucho menos la primera vez. Basta como ejemplo el acto de precampaña de las municipales, el pasado mes de abril, en La Coruña, en el que antes de arropar a Inés Rey ubicó a última hora una visita, como presidente del Gobierno, al Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo, en el Dique de Abrigo. Precisamente, como llueve sobre mojado, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, le envió el mismo sábado una carta para mostrarle su malestar, después de verbalizarlo ante los medios.
Este lunes, micrófonos mediante, se le volvió a pedir su parecer, y reiteró que lo «lógico y normal» era que se hubiera avisado al gobierno gallego del acto en Navantia; y que lo «difícil de entender» es que Sánchez no considerase conveniente a avisar a quien es su representante ordinario en la Comunidad (Rueda); pero sí se armase de un nutrido 'entourage', con Pedro Blanco, delegado del Gobierno, y Valentín González Formoso, presidente de la Diputación coruñesa, en la foto. Una «descortesía» y una «muestra más de esa hostilidad» hacia Galicia que abarca a su presidente, denunció éste. Que, apostilló, si después, en el mitin/convención de Santiago, «se hubiera transformado en algún tipo de compromiso», habría estado «dispuesto a aplaudirlo y apoyarlo, si era realmente algo tangible». En cambio, criticó, Sánchez «se fue como llegó», sin dejar en su intervención en el cónclave socialista en el Gaiás «ningún» tipo de compromiso, y evidenciando, remachó, que tampoco tenía «ningunas ganas de comprometerse a nada».
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Probablemente, el líder del PSOE consideró prematuro abrir la caja de las promesas, cuando venía de asistir, en Navantia, al corte de la primera chapa de la fragata F-112, la segunda de la serie F-110 y el inicio de construcción de la nueva fábrica digital de bloques; cuya primicia, días antes, dejó que brindara su candidato José Ramón Gómez Besteiro. En cualquier caso, Sánchez consiguió, y gratis para el PPdeG, abonar el argumentario de que trata políticamente a Galicia, feudo por antonomasia del PP, como una región de segunda. De esas —parafrasea Rueda a un consejero de hacienda socialista— de «menú del día». A diferencia de las que, como Cataluña, se sientan con el propio Sánchez a la mesa, de tú a tú, para repartir las mejores viandas.
El presidente de la Xunta se sintió una vez más despreciado institucionalmente, y después, lo dijo ayer, observó con sorpresa cómo defraudaba sus expectativas de poner sobre el atril «algún tipo de compromiso tardío» con «cosas que nos negó durante estos cinco años»; esas «necesidades no atendidas» que Rueda sigue reclamando por carta (otra diferente) sin éxito. «Ni eso», censuró ayer, «no fue capaz de asumir absolutamente ningún compromiso con Galicia».
En un aperitivo de lo que se escuchará con frecuencia en la campaña, una vez se lancen las autonómicas, Rueda vio en el bagaje del paso de Sánchez por Santiago «toda una muestra de lo que significa Galicia ahora mismo para el PSOE a nivel nacional», a pesar de contar con el franquiciado autonómico «más sumiso de toda España». Un PSdeG «dispuesto a aplaudirle cualquier cosa», pero que vio cómo, en último término, no ofreció «nada que aplaudirle» —clave interna al margen—. Un vector este, el del agravio constante a Galicia, que sin duda explotará electoralmente el PP.
A Sánchez, con malicia, Rueda lo retrató como el «candidato de los tres partidos», por PSOE, BNG y Sumar —con quien rompió Anova, que descartó coaligarse—, porque «todos dependen», de una forma u otra, de lo que «haga, diga o comprometa», dijo el líder del PPdeG. Sea mucho, poco o nada.
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