Radiografía de los acusados del caso Samuel: del «macho alfa» a la «dulce» pero «violenta» niña

Para la fiscal, Diego Montaña fue el inductor de todo. Él, «el macho alfa», inició la agresión y los demás, según su versión, se le fueron uniendo. Es, describió, el líder «al que todos siguen». Las acusaciones defienden que estuvo desde el principio hasta el final del ataque, pese a que en su declaración Montaña reconoció que pegó a Samuel, que tiene esas imágenes grabadas en la cabeza, pero solo en los primeros compases del tumulto. Muy nervioso y lloroso por momentos, el acusado dijo en su turno de palabra que solo conserva «flashes» de aquella madrugada y le confesó a los padres del fallecido que si pudiera cambiarse por su hijo, lo haría. En una intervención de poco menos de diez minutos, en la que solo accedió a contestar a su abogado, Montaña confesó los golpes que varios testigos confirmaron, aunque negó la vinculación con los últimos minutos de Samuel. «Me lo encontré a mi lado, tumbado hacia arriba, sangrando, es una imagen que nunca olvidaré» afirmó.

Junto a Montaña, el más cercado por las pruebas, la fiscal situó a la «dulce Katy», su expareja. Una «niña» a la que tachó de «violenta» y de la que dijo que mantenía con su novio una relación tóxica y celotípica. «Agresiva y airada», Serrano abrió la puerta a una rebaja de pena en el caso de Catherine Silva como posible coautora de los hechos, de 25 a 13 años de encierro. Su defensa insiste en que ella solo intentó apartar a Diego de Samuel y se aferra a que «nadie la vio alentar ni agredir». Ella, dijo, «se quedó llorando bajo un árbol» para negar que hubiera seguido todo el linchamiento al lado de su novio, incluso sosteniendo su chaqueta y la de otro de los atacantes. Su reacción antes y después de los hechos tampoco quedó clara. Un investigador aclaró que en un primer momento sí parece por las imágenes que intenté contener a Montaña, y hay testigos que coinciden en que tras abandonar la escena del crimen le recriminó a su novio su comportamiento e incluso le dio una bofetada.

Para Alejandro Freire, alias 'Llumba', la fiscal se guardó el papel de «lugarteniente». «Dice que no hubo persecución, pero corrió con el grupo», recordó. Freire mantiene que solo cogió a la víctima por el cuello para tirarla al suelo, que no sabía lo que era un 'mataleón' y que al levantarse se enzarzó con uno de los senegaleses y no volvió a ver a la víctima. Su abogado suscribió que «no se puede ahogar a nadie en cinco segundos» y esgrimió como atenuante que su cliente llevaba encima «diez o quince rayas de coca», más varias botellas de alcohol. También una complicada infancia que plasmó en un informe que señala que el acusado tenía problemas de adicciones y un trastorno mental.

En el caso de Kaio Amaral, «el listo de la clase», la fiscal señaló que fue a revisar si había cámaras en la escena del crimen al día siguiente, que lanzó una patada a Samuel y que, encima, le robó el móvil e intento vendérselo a un amigo esa misma noche. El acusado negó los hechos y su letrado advirtió que puede ser «un chorizo» y «un tonto» tras admitir el propio Kaio en el juicio que había robado móviles para sacar dinero, pero insistió en que «él no dio ninguna patada». Y atacó a la representante del Ministerio Público: «No son una manada, ni cazadores de judíos, es demagogia».

Un paso más allá fue el defensor de Alejandro Míguez, al que la fiscal apodó «el mentiroso» por negar que pegase al fallecido cuando él mismo le confesó a un amigo que «un negro lo estaba parando». Para el abogado de Míguez, que también podría ser considerado coautor de la muerte, «esto no es la manada de Pamplona» y «que este tipo esté aquí sentado es una indecencia». Con las estrategias ya desplegadas y todas las cartas boca arriba, el próximo lunes la pelota caerá sobre el tejado de los integrantes del tribunal ciudadano encargado de decidir la culpabilidad, o no culpabilidad, de la pandilla. Para llegar a un veredicto fundado deberán analizar más de ochenta testimonios, numerosas imágenes y una autopsia. Tres años después del crimen, el caso Samuel Luiz enfila su recta final.