Nacionalizaciones masivas, tras los pasos de Zapatero 15 años después
De 2005 a 2020 Galicia ganó más de 150.000 electores en el exteriores, pese a que el censo se redujo en 70.000 personas en esta comunidad
Moncloa duplica las nacionalidades concedidas con la ley de Memoria: casi 13.000 en los tres primeros meses
«Mi abuelo renunció a la nacionalidad y no la pudimos obtener. Ahora solo tenemos que esperar»
Galicia
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Iniciar sesiónLos procesos de nacionalizaciones masivas de extranjeros como el que acomete a toda prisa el Gobierno de España en los últimos meses han tenido un claro antecedente: la ley de Memoria Histórica de Zapatero, aprobada en 2007. La norma abría la puerta a conceder la ... nacionalidad a los nietos de los exiliados durante la guerra civil y la dictadura, aunque este acabó siendo un requisito lo suficientemente laxo como para que descendientes de emigrantes de todo tipo accedieran a la ciudadanía española.
Si hay un territorio que conoce de primera mano lo que representan sus emigrantes es Galicia. La diáspora es un capítulo de la historia no tan remota de la Comunidad, cuando entre las décadas de los treinta y los cincuenta, miles de gallegos buscaron fuera la prosperidad que no encontraban dentro. «En Galicia no se pide nada, se emigra», lo resumió con amargura Castelao a comienzos de siglo en una de sus viñetas más conocidas. Desde la instauración de la autonomía en 1981, los gallegos del exterior han estado presentes en la acción de la Xunta, ya fuera en gobiernos del PP o del PSOE. Porque donde está un residente en el exterior también hay un votante.
Hay provincias donde una cuarta parte del censo electoral reside fuera de España. Si la media estatal está alrededor del 6%, en Lugo y Orense esta cifra se sitúa en el 20 y el 28% respectivamente, con datos actualizados del pasado mayo. En La Coruña y Pontevedra el voto CERA representa aproximadamente el 15%. Los porcentajes, en lugar de menguar, crecen elección tras elección. El peso demográfico de Galicia se reduce irremediablemente, mientras que su censo en el exterior crece a velocidad constante.
Moncloa duplica las nacionalidades concedidas con la ley de Memoria: casi 13.000 en los tres primeros meses
Patricia RomeroEntre 2014 y 2021, según datos del INE, la media trimestral de nacionalizados por opción se situó en torno a los 6.000
Entre las autonómicas de 2005 y las de 2020, los votantes residentes en Galicia han pasado de 2,3 a 2,23 millones; mientras que el sufragio exterior ha crecido de los 305.017 a los más de 460.000. La cifra es superior a la de los electores de las provincias de Orense o Lugo. No se trata de otra oleada masiva de marchas al extranjero –porque precisamente la Comunidad está maquillando su saldo migratorio con los retornados–. Son los efectos de las nacionalizaciones de la tercera generación, los nietos de los que se fueron en la primera mitad del siglo XX.
El voto rogado que instauró la reforma electoral de 2011 eliminó de golpe el peso que el sufragio exterior pudiera tener en cualquier proceso, y eso en Galicia no era una cuestión menor. En 2005, la mayoría absoluta de Fraga se jugó en las sacas procedentes del extranjero en la circunscripción de Pontevedra. Si la distribución de apoyos hubiera sido similar a la cosechada cuatro años antes, el viejo patrón de la derecha habría revalidado el cargo por quinta vez, a sus ochenta y dos años. Pero no fue así: el PSOE igualó los porcentajes del PP y consiguió retener el escaño que propiciaba el cambio político en Galicia. En esas elecciones de 2005 votaron 101.708 gallegos residentes en el exterior, el equivalente al censo de la ciudad de Santiago. Siete años más tarde apenas fueron 12.000 papeletas; en 2020 no llegaron a las 5.500.
Embajador sin embajada
El resultado del PSOE en la emigración, un colectivo tradicionalmente conservador y muy cuidado por la Xunta de Fraga a través de políticas asistenciales directas, estuvo rodeado de suspicacias. Meses antes de aquellas elecciones de 2005, el Gobierno de Zapatero se sacaba de la manga la creación de la figura del embajador 'en Misión Especial para la Coordinación de las Relaciones con las Comunidades Españolas en Iberoamérica'. El elegido era Miguel Cortizo, un dirigente del PSOE gallego con asiento en la ejecutiva federal socialista. Sería un embajador sin embajada. Cuando en 2007 cesó en este puesto, el Gobierno sí le entregó una legación: Paraguay.
«Dicen los politólogos que las democracias liberales se caracterizan porque las reglas son ciertas y el resultado incierto», ilustró en una ocasión el diputado del BNG Carlos Aymerych, «pero en el caso del voto emigrante en Galicia es justamente a la inversa: las reglas son inciertas y el resultado es ciertísimo. Es obvio que va a ganar siempre el partido que posea consulados y embajadas».
Los agujeros del sistema llevaban a que votaran personas fallecidas o que lo hiciera una tercera sin relación alguna
Solo en Argentina estaban reconocidos 100.000 residentes en el exterior con derecho a voto; 30.000 en Venezuela; 27.500 en Uruguay; 25.000 en Brasil; y alrededor de 7.300 en México y Cuba. En ocasiones, las colectividades gallegas sufrían las malas condiciones de vida fruto de los contextos económicos de estos países. Las maniobras del Gobierno de Zapatero acabaron saliendo a la luz. El diario argentino Clarín publicó en julio de 2005 cómo la Casa Rosada que ocupaba Néstor Kirchner ayudó al PSOE a movilizar agentes electorales a favor del candidato socialista Emilio Pérez Touriño.
La sombra de las irregularidades han perseguido al sufragio exterior en Galicia desde hace años. Los agujeros del sistema, principalmente la falta de controles en la emisión de las papeletas, llevaba a que votaran personas fallecidas o, incluso, que lo hiciera una tercera sin relación alguna que habitara por algún motivo en un domicilio de alguien que estuviese reconocido como 'residente ausente', la denominación que durante años tuvieron los españoles en el exterior.
En 2008, durante una mesa redonda en el Consello da Cultura Galega, la diputada del PSOE Marisol Soneira, responsable del área de emigración, reconocía que dado lo perverso del sistema «no existen impedimentos para que se compren literalmente sacas de votos». Explicaba Soneira que uno de los problemas radicaba en la dependencia de sistemas postales extranjeros, sobre los que España no poseía soberanía alguna. En el recuento electoral de 2005, el PP albergó sospechas de que Venezuela no hizo llegar a España todas las sacas de los colectivos emigrantes. Pero no lo pudo probar.
Voto determinante
La disposición adicional de la Ley de Memoria Histórica de 2007 que permitía la nacionalización de los nietos de los exiliados no entró en vigor hasta un año más tarde. Sus efectos apenas se notaron en las autonómicas gallegas de 2009. El censo subió poco más de 10.000 personas respecto a las elecciones inmediatamente anteriores, las generales de 2008. Pero si hasta entonces el voto emigrante no había sido determinante, en esas autonómicas estuvo a punto de serlo.
El PP de Alberto Núñez Feijóo consiguió 39 escaños en la noche electoral, que quedaron en 38 –el límite exacto de la mayoría absoluta– tras perder un acta en Orense, tras el recuento de las papeletas del exterior. Feijóo suele contar que sabía de la necesidad de alcanzar los 39 diputados, porque si se quedaba en 38 perdería la Xunta. La historia que conocemos habría sido otra.
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