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Móviles, estudiantes e institutos: «Prohibimos los teléfonos en el recreo y el cambio ha sido espectacular»
Aunque la normativa ya los limita, la realidad es que en muchos centros gallegos el uso del teléfono sigue siendo habitual durante el tiempo libre de los alumnos
Directores reconocen que «los chicos prefieren que los expulsen a que les quiten el móvil», pero la portavoz de las Anpas está en contra de la prohibición
Una niña de 12 años, brutalmente agredida a la salida del instituto
Galicia
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Iniciar sesiónSucesos como el caso de un instituto de Cantabria en el que menores de una clase de 14 y años compartían un chat en el que se colgaban imágenes de contenido pornográfico «que revolvían el estómago» ha vuelto a poner esta semana el foco ... en el uso de móviles entre los adolescentes. Aunque la normativa de la consellería de Educación, recogida en un decreto de 2015, indica de forma expresa que se «prohíbe el uso de teléfonos móviles u otros dispositivos electrónicos como mecanismo de comunicación durante los períodos lectivos», aún son muchos los centros en los que los móviles se activan en los recreos o en las entradas y salidas. Incluso a veces en las propias clases, a escondidas de los docentes.
Sabedores de que esta norma es insuficiente a la hora de desterrar los dispositivos del centro educativo, en algunos institutos gallegos han tomado las riendas del problema reuniéndose con los padres y con los propios alumnos. Lo narra la directora del IES Eusebio da Guarda de La Coruña, Isabel Ruso, que aclara que este es el primer curso en el que la prohibición del uso de móviles en todo el recinto y durante todas las horas lectivas es literal. La petición partió del Anpa y fue refrendada por la dirección, los profesores y los propios alumnos, que se han adaptado de «una manera espectacular». «La verdad es que el cambio ha sido impresionante. Antes se les permitía en los períodos libres, pero entendimos que era el momento de eliminarlos y la respuesta ha sido total. Están colaborando todos, no hemos tenido ningún problema, de forma paralela pusimos en marcha un programa de recreos activos con aulas de tecnología, plástica y biología abiertas, la biblioteca por supuesto, y está resultando increíble la receptibilidad del alumnado y de sus familias». Dentro del centro «no podemos ver los móviles, si lo traen tiene que estar apagado y en la mochila, es una desintoxicación total desde que entran y hasta que salen» incide Duro antes de recomendar a otros colegas que activen la misma iniciativa de forma consciente.
Con alumnos de los 12 a los 18 años, el debate sobre el peso que los móviles tienen en la vida de los adolescentes también está sobre la mesa en el IES Ramón Otero de Orense. En este caso se pliegan al decreto de la Xunta para indicar que el uso de móviles también está vetado por ley, aunque no siempre se cumple. «Hay muchísima adicción a la redes sociales. El 90 por ciento de los problemas de convivencia que tenemos vienen de ahí porque los insultos se los llevan a casa en el bolsillo. Los casos de acoso, de sexting, que alguno hemos tenido, son brutales» explica el director, Daniel Lorenzo. «En el caso de nuestro centro no los pueden usar ni en el recreo. Cuando alguien lo hace se le avisa y a la segunda se le retira, y para ellos es peor que le saques el teléfono a que los expulses. Lo viven como un drama. Cuando esto sucede nosotros llamamos a los padres para decirles que vengan a recoger el móvil, que lo tenemos nosotros custodiado, y son los propios padres los que en algunas ocasiones nos piden que nos los quedemos cuatro o cinco días» asegura el docente, que pide medidas transversales para frenar el uso que los jóvenes hacen de las redes sociales. «Y no solo jóvenes» matiza para introducir que se han dado casos de niños de Primaria que tienen dispositivo propio. «Los de 3º de la ESO todos tienen un teléfono, y quien no lo tiene es el raro» afirma el director.
Esta realidad que comparten la mayoría de los institutos de la Comunidad no preocupa nada en la escuela Montessori de la capital gallega, con un modelo pedagógico propio y alejado de las pantallas. Allí, explica uno de sus maestros, no se usan móviles ni tabletas. Es más, la mitad de los alumnos de secundaria ni siquiera lo tienen y quienes lo tienen lo usan solo para llamadas o mensajes porque «regresan solos a casa y necesitan estar comunicados». Lo que el centro recomienda es que estos teléfonos sean antiguos, «los Nokia que solo permiten llamar», y los dejan en una cesta apagados cuando llegan a clase. Los maestros también lo tienen en modo avión toda la mañana, a excepción de uno de los números de contacto para urgencias. Desde este colegio, que tiene una treintena de alumnos de 3 a 17 años, defienden que la exposición a las redes sociales debe ser nula y el ritmo de cada alumno debe ser respetado, lo que implica que no deben acceder a la información de manera automática, tal y como permiten los móviles. «Cuando accedes a una pantalla el ritmo se acelera y los niños no desarrollan la espera, la paciencia, la búsqueda y el tiempo para lograr algo», asumen sus docentes, que no tienen dudas al decir que el riesgo de acoso entre sus alumnos «es cero» y «en caso de producirse se detectaría en un estadio muy inicial».
Esta filosofía de pantallas cero que se promulga en algunos centros gallegos como reacción a la invasión de las pantallas en la vida de los más jóvenes no es respalda, sin embargo, por la Confederación de Anpas galegas. Su presidenta, Isabel Calvete, asegura que la clave «no está en prohibir» sino en enseñar a los jóvenes a gestionar este tipo de dispositivos. «Nosotros no estamos de acuerdo con la prohibición porque tenemos que incluir las nuevas tecnologías en la educación. Lo importante es que cuando salen de clase exista un uso correcto», insiste la representante de las asociaciones de padres y madres gallegos. «Tenemos claro que el móvil tiene que ser una herramienta y no un arma, y para eso hay que conocer sus peligros y al mismo tiempo trabajar en una buena convivencia en todos los ámbitos» receta Calvete ante una problemática presente dentro y fuera de las clases y que está disparando los casos de acoso escolar. Solo el año pasado, las denuncias por estos hechos crecieron un 20 por ciento en Galicia y los conflictos, resaltan quienes están en el día a día de los estudiantes, van a más parapetados en los intercambios de amenazas y vejaciones a través de las redes sociales más populares.
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