cultura
Marilar Aleixandre: «La literatura no cambia el mundo, es otra forma de verlo»
Ganadora del Premio Nacional de Narrativa 2022
Su obra premiada, 'As malas mulleres' (Galaxia), recoge el trabajo en la cárcel de Concepción Arenal
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Iniciar sesiónSuena el teléfono un día como cualquier otro. Podría ser cualquiera, pero al otro lado de la línea la voz le decía a Marilar Aleixandre que el ministro de Cultura, Miquel Iceta, quería hablar con ella. «¿Qué le vas a decir? ¿Que te lo ... vas a pensar?», ríe Aleixandre. Así se enteró hace unos días de que había ganado el Premio Nacional de Narrativa. Fue por su libro 'As malas mulleres' (Galaxia), «por su original estructura híbrida que la convierte en una singular novela histórica sobre la situación carcelaria de las mujeres en el siglo XIX, con un admirable dominio del diálogo y del lenguaje», se lee en la resolución del jurado.
Las malas mujeres, como sería la traducción al castellano —que, por cierto, se espera que se publique en este idioma en los próximos meses—, eran aquellas mujeres pobres que vivían con más pena que gloria por las calles gallegas. En el libro, recupera la historia de la cárcel de mujeres de la Galera: estaba al lado de la céntrica plaza de María Pita, sin embargo, hoy casi nadie sabe que esa prisión existió. «De todos a los que le pregunté, solo una sabía que el nombre de la calle venía por la cárcel», cuenta Aleixandre a ABC. Todo el proyecto de la prisión lo inició una monja que «quería quitar a las malas mujeres de la calle», cita literalmente Aleixandre. «Así no las vemos, y si no las vemos, no existen»
En la Galera, a finales del siglo XIX, trabajó Concepción Arenal. Es uno de los personajes que canalizan el libro, aunque la voz narrativa es coral: además de la autora, también son protagonistas Juana de Vega o Sisca, una niña de 15 años. Su objetivo era mejorar las condiciones de las reclusas y, mediante la educación, «por lo menos tratar» de que se reinsertaran en la sociedad. «Arenal tenía muy clara esa idea de que las cárceles no son sitios para librarse de alguien, y el modelo que propuso fue muy revolucionario en la época», explica la galardonada autora. Organizaba una escuela los domingos, pues la inmensa mayoría de las presas eran analfabetas: el éxito fue tal que tuvo que ampliar el curso otro día a la semana. Realmente, la función que tenía Arenal era la de «supervisar que se cumplieran las normas», como señalaba su cargo, creado para ella: visitadora de prisiones. En aquellos años los cargos se creaban y destruían como si nada. La escritora señala incluso que en la propia Universidad de Santiago, dependiendo de si el gobierno era progresista o conservador, se ponía a funcionar o no la facultad de ciencias. Total, que Arenal no quería quedarse solo en «revisar que se cumplieran las normas», por eso, junto con de Vega, crea la Asociación de la Magdalena, que tenía como misión educar a aquellas presas. «Si no se les enseñaba a leer, volverían a hacer lo mismo», resume la galardonada.
'As malas mulleres' se comenzó a gestar cuando, leyendo una biografía de Arenal, escrita por Anna Caballé, se mencionaba brevemente su paso por la cárcel. La información que Aleixandre recogió de la Galera llegaba con cuentagotas, pero fue suficiente para articular esta historia de mujeres ayudando a mujeres. «Es un tema que la sociedad quiere olvidar», se queja la escritora: «Son vidas de gente pobre, se ve como una vergüenza».
Y, además del olvido, también hay otro mecanismo: la romantización del pasado. «Es como cuando se dice que en las aldeas se vivía mucho mejor», reflexiona la autora, que aunque nació en Madrid, tiene una estrecha relación con el rural. «Mi padre es de un pueblo andaluz, y mi primer recuerdo es ver a los niños descalzos». También su marido es de una aldea de Cee (La Coruña). A pesar de «ser hijo de médico, no tenían electricidad en casa», cuenta Aleixandre. «Se hacía caldo un día para toda la semana y se iba calentando. Los huevos se vendían, que eran caros». Marilar hace en 'As malas mulleres' justicia con la memoria y con la historia, recuerda un tiempo que se creía olvidado.
Músculo literario
Para la escritora, «la literatura no cambia el mundo, sino que es otra forma de aproximarse a la realidad». Bióloga de formación, cree que «tener una lengua es una riqueza, y España en esto es muy singular», porque «aquí no desaparecen las lenguas», a diferencia de otros países como Francia o Italia. «Como las ciencias, la literatura y las lenguas son otras formas de mirar» el mundo, declara.
Y en Galicia, hay, además, «muy buen ambiente» literario. «No soy crítica literaria», insiste, pero «hay un ambiente muy propicio, y en las editoriales no se publica cualquier cosa». En los últimos años, en las diferentes categorías del Premio Nacional siempre ha habido nombres gallegos. Este mismo año Ismael Ramos ganó el de Poesía Joven. En 2019, el de Poesía fue para Pilar Pallarés. En 2020, el de Poesía Joven para Alba Cid, y ese mismo año Olga Novo ganó el de Poesía. Podría parecer que la literatura en verso está en plena efervescencia en Galicia, pero Aleixandre apunta a que «aunque siempre se le ha tenido más consideración aquí, se está formando muy buen caldo de cultivo» para la prosa. Xesús Fraga, por ejemplo, en 2021 ganó también el Nacional de Narrativa. Y, de hecho, también con una novela sobre la memoria, en este caso, sobre su propia familia: 'Virtudes (e misterios)'.
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