la semana
Pasarse de frenada
Es ya marca de la casa. El socialismo gallego actual se ahoga en la incoherencia y el populismo
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Iniciar sesiónla izquierda de este país se supera a sí misma cada semana. Y no es una tarea sencilla porque han puesto el listón realmente muy alto. Aun así, consiguen aumentar periódicamente su récord de despropósitos y disparates. Singularmente el partido sanchista. Estos días, de hecho, ... lo ha vuelto a hacer. En concreto, el portavoz parlamentario de esa organización relacionó el lunes los ataques sufridos el pasado fin de semana por dos alcaldes en Arousa con unas declaraciones del vicesecretario de organización del PP a nivel nacional sobre Pedro Sánchez. Matizó después, al responder a las preguntas de los periodistas, que no quería decir que lo ocurrido en Vilanova y A Illa sea «consecuencia directa» de las palabras de Miguel Tellado, pero insistió en asegurar que las críticas del político popular «contribuyen de manera decisiva» a la «crispación social». No es ni mucho menos la primera vez que el socialismo gallego vence los límites de lo absurdo y se mueve en el plano de lo grotesco. Sin embargo, este episodio es particularmente sintomático porque en él se concentran los grandes dislates en los que se ahoga esa formación.
Subraya, por ejemplo, el sucursalismo del PSdeG. Su actual cúpula ha renunciado a articular un discurso propio y se limita a reproducir el relato que le envían cada mañana desde Ferraz. El domingo el ministro Félix Bolaños salió a atacar al PP y el lunes Luis Álvarez replicó el relato. Misma urdimbre argumental, en la línea de demonizar cualquier forma de oposición a Pedro Sánchez. La escena se repite cada semana. Insertando entre las diatribas dictadas desde Madrid alguna referencia a Galicia. Y en esta ocasión al portavoz gallego se le ocurrió que era buena idea incluir en su perorata lo sucedido en Arousa. Para el sanchismo vale todo, absolutamente todo. Y, además, su franquicia aquí lleva ya mucho tiempo asfixiándose en una sobredosis de demagogia. Atrapada asimismo en la subordinación a las estrategias diseñadas por los fontaneros de Pedro Sánchez. A Valentín González Formoso, de hecho, nadie en la Moncloa podrá reprocharle jamás que haya expresado un criterio propio. Nunca. Siempre sumiso, él y su equipo calcan cada día la narrativa elaborada por la dirección federal. Incluso cuando resulta ridículo. Incluso cuando supone bendecir agravios a Galicia —no dudaron, por ejemplo, en aplaudir unos presupuestos que estancan la inversión y se olvidan de proyectos estratégicos para la comunidad—. Siempre. Obediencia ciega. Permanente.
Igual de permanente que la impúdica demostración de incongruencia. Mientras el portavoz parlamentario del socialista gallego estaba acusando al PP de generar crispación social, sus socios de gobierno estaban en Madrid comparando el asalto el pasado fin de semana en Brasil a sedes institucionales con la posición del PP sobre el Consejo General del Poder Judicial. Le exigen a la oposición a Sánchez moderación en sus posiciones, pero conviven en el Consejo de ministros con una formación que afirma que «lo que hace Bolsonaro con su turba de fanáticos es lo que hace Feijóo con los togados». Los mismos que pactan con Bildu y Esquerra. La doble vara de medir de la izquierda: tienen la piel muy fina para las críticas que se les pueda hacer y, en cambio, no demuestran contención alguna —al contrario— en su concatenación habitual de invectivas y soflamas contra quien se atreva a disentir de su línea de actuación. Un ejercicio ridículo de exhibición de una pretendida —pero falsa— superioridad moral que los hechos se encargan de desmentir a diario.
Es ya marca de la casa. El socialismo gallego actual se ahoga en la incoherencia y el populismo. Su actual dirección —y quien mueve sus hilos desde Lugo— han fiado su destino al de Pedro Sánchez. No pretenden construir ningún tipo de relato ni mucho menos articular una alternativa política consistente. De ahí que reduzcan su discurso a arengas tuiteras. Y que a veces, como este lunes su portavoz en el Parlamento autonómico, se pasen de frenada.
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