la semana
Una estrategia suicida
Valentín González Formoso se hipotecó para ganar las primarias de hace hoy un año y ha pagado cada cuota, plazo a plazo
Galicia
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Iniciar sesiónEn la política, como en cualquier otra faceta de la vida, uno puede encontrarse de frente con sentencias inapelables de las que no se puede escapar. A veces, incluso, sin haber comprado un décimo para el sorteo. Pero también hay casos de condenas que ... uno mismo elige libremente. Siendo plenamente consciente del riesgo. Este último es el caso de Valentín González Formoso. Fue él quien escogió ser un secretario general cautivo. Se hipotecó para ganar las primarias de hace hoy un año y desde entonces ha pagado religiosamente plazo a plazo cada cuota. Tanto que el suyo no puede considerarse simplemente un liderazgo débil. Ni siquiera entra en la categoría de fallido. En realidad, él decidió no ser un líder. Ningún tipo de líder. Reducir su papel en la función a la de mero portavoz y palmero de sus acreedores: Ferraz y los prebostes locales del PSdeG.
Este año, en efecto, ha demostrado, por activa y por pasiva, una sumisión incondicional a la dirección federal de su partido. Renunciando a desarrollar un discurso propio, se ha limitado a ser un portavoz del Gobierno en la comunidad. Ningún «apparatchik» de Ferraz podrá reprocharle nunca que haya antepuesto los intereses de Galicia a los de su jefe de filas.
Ambos coincidían este mes en A Coruña. No consta que Formoso le mostrase a Sánchez entonces, ni en ningún otro momento, su preocupación por el fiasco que está provocando su irresponsable política de reparto de los fondos europeos -el 70% sigue sin distribuir a estas alturas-. Acompañó también estos días a la ministra Maroto en Muxía. Tampoco trascendió que le comentase que esa manifiesta incompetencia está poniendo en riesgo 3.800 millones de euros de inversión en Galicia. Por si quedaba alguna duda, semanas atrás bendijo además que su grupo parlamentario rechazase reclamarle al Ejecutivo central un PERTE singular para la comunidad que blinde el apoyo financiero necesario para garantizar la viabilidad de los proyectos industriales estratégicos. No, no es un asunto que parezca inquietarle. En lo único que parece dispuesto a implicarse es en su papel de palmero, en replicar cada día, sin desviarse ni una coma, el argumentario pergeñado por los fontaneros de Ferraz.
No es, en todo caso, la única hipoteca que sigue pagando el secretario general del PSdeG. Sigue, además, tan sometido como el primer día de su mandato a los líderes locales de su partido. Primer ejemplo, la ronda de reuniones que terminaba esta semana del presidente de la Xunta con los alcaldes de las grandes ciudades. Salió raudo a respaldar que Abel Caballero no acudiese a la primera cita. Las condiciones de la reunión no eran asumibles. Las mismas condiciones que no supusieron en cambio un problema para que al día siguiente la regidora -también socialista- de A Coruña sí se reuniese con Alfonso Rueda. Ni tampoco para que sucesivamente lo hiciesen también el resto. Trató de justificarse Valentín González Formoso argumentando que cada uno es «soberano en sus decisiones». O lo que es lo mismo, que él no está dispuesto a tener un criterio propio.
Tampoco lo mostró en la disputa abierta estas semanas entre los gobiernos municipales de Santiago y A Coruña -ambos liderados por el PSdeG- para intentar convertirse en ciudad candidata a albergar la sede de la Agencia Española de Supervisión de Inteligencia Artificial. Formoso eludió -en esto y en todo- fijar una posición de partido porque el socialismo gallego sigue fracturado en casi tantas taifas como agrupaciones locales mantiene.
Un partido dividido y que ha renunciado a hilvanar un discurso propio en clave gallega. Era así hace un año y sigue siendo así un año después de que González Formoso ganase las primarias que le convirtieron en secretario general del PSdeG. Preso de las hipotecas que suscribió para ganar aquella votación, se limita a aplaudir a sus acreedores. Él mismo decidió no ser un líder y se mantiene fiel a su estrategia. Una estrategia suicida.
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