la semana
Cuestión de prioridades
Unos más locuaces, otros con un silencio cómplice, BNG y PSdeG secundan todos los dislates del Gobierno
El precio de los alimentos se ha disparado un 15.4 % en el último año, el mayor incremento registrado en la serie histórica; a partir de enero se anuncia la segunda mayor subida del siglo en los peajes, alrededor de un 9 % en la AP9; ... y el Banco de España advierte de un encarecimiento masivo de las hipotecas con la revisión de cuotas en el primer semestre de 2023 por la subida de tipos. En apenas diez días hemos sumado tres evidencias palmarias de que la crisis sigue agudizándose y de que no se atisba el final del túnel. Y también otra demostración más de que afrontar este empobrecimiento generalizado de los ciudadanos no es una prioridad del Gobierno central. No, en este tiempo Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se han enfangado en la supresión del delito de sedición y han abierto la puerta a abaratar las penas para determinados tipos de malversación para así blindar los apoyos parlamentarios que les permitan llegar al final de la legislatura. Esa es su verdadera prioridad, mantenerse atornillados a sus despachos oficiales. Y para ello están dispuestos a plegarse a cualquier chantaje y pagar los peajes que sean necesarios. Todo ello, con la aquiescencia e incluso el aplauso de la izquierda gallega. Tanto socialistas como nacionalistas llevan tiempo operando como meras franquicias: unos obedeciendo a Ferraz y los otros siguiendo las consignas de Esquerra.
El caso del PSdeG no sorprende ya a nadie. Hace mucho tiempo que esa organización ha renunciado a tener un discurso propio en Galicia. Y con Valentín González Formoso al frente se ha acentuado aún más la exhibición de ese sucursalismo. No, no es García Page ni es Lambán. El secretario general del socialismo gallego en realidad no aspira a ser el líder de su partido en la comunidad. Se limita a ser un segundo portavoz del Gobierno, complementando a José Miñones. Replicando día tras día el argumentario que le envían desde Ferraz y eludiendo en todo momento expresar un criterio propio. Ninguna crítica al ministerio por tolerar la subida del peaje de la AP9 ni ninguna discrepancia ante la cesión a los chantajes del independentismo catalán. Seguidismo puro. Docilidad absoluta. Sumisión total.
Unos a la dirección federal de su partido y otros a los intereses de otras formaciones. Lo cual es incluso más absurdo. Pero sí, el nacionalismo gallego evidencia con su posición sobre la supresión del delito de sedición que sigue cómodamente instalado en su rol de palmero de Esquerra. Y, además con sus manifestaciones sobre este asunto, ha vuelto también a exhibir el habitual doble juego de su dirección. Néstor Rego expresando de forma contundente su respaldo a la estrategia de los soberanistas catalanes y Ana Pontón enunciando un apoyo más sutil, con la boca pequeña. En cualquier caso, matices tácticos. Ambos están de acuerdo en seguir en el Congreso las directrices que marque ERC desde Barcelona. Y en seguir sosteniendo al actual Gobierno.
Por activa o por pasiva, unos más locuaces y otros con su silencio cómplice, tanto los nacionalistas como los socialistas gallegos bendicen la supresión del delito de sedición y harán lo mismo cuando se concrete el abaratamiento de las penas que se anuncia para determinados tipos de malversación. Como vienen obedientemente respaldando todos los otros dislates económicos que protagoniza la coalición de gobierno. Incluso aunque ello suponga desmentirse a sí mismos. Solo hace falta imaginar lo que estarían diciendo si en la Moncloa estuviese un presidente de centroderecha en un contexto en el que los alimentos básicos se encarecen un 15 %, las cuotas hipotecarias se disparan y el peaje de la AP9 se incrementa un 9 %. En realidad, todo ello retrata perfectamente su prioridad. Que no es la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos, sino mantener férreamente unido el bloque de investidura para que Sánchez y Díaz sigan aferrados al poder y el nacionalismo catalán siga beneficiándose de su debilidad parlamentaria. Cuestión de prioridades.
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