Del 28M al 23J

El vencedor de estas elecciones en Galicia es Rueda. En el ámbito urbano, el PP es el partido más votado en 5 de las 7 grandes ciudades de la comunidad, consigue la alcaldía de Ferrol y la presidencia de la Diputación de Pontevedra y roza la de Lugo. Además, recupera el poder en no pocas villas intermedias: arrasa en O Porriño, reconquista Baiona y consigue el bastón de mando en feudos históricos de la izquierda como Ribadeo, Poio, Oroso y Teo. El PP asimismo es primera fuerza en plazas como Vilagarcía, Redondela o Vilalba y se ha quedado a una treintena de votos de la mayoría absoluta en Cangas. En total, 50.000 votos más que en las últimas municipales. Estos resultados refuerzan al presidente de la Xunta de cara a las autonómicas.

En cambio, dejan muy tocado al PSdeG. Fracasó el ensayo de bicefalia entre González Formoso y Gómez Besteiro, pero sobre todo fracasó la sumisión permanente de ambos a los despropósitos de Pedro Sánchez. El propio secretario general ha perdido en As Pontes un 13% de votos con relación a 2019. Una caída semejante les costó la alcaldía de Santiago. Hasta Caballero bajó 7 puntos en Vigo. En total, 70.000 votos menos en el conjunto de Galicia con relación a 2019. Y ello deja calcinado al tándem con el que tenía previsto Ferraz afrontar las autonómicas. Los resultados del domingo pasado demuestran que no fue una gran idea situar a su próximo cartel electoral como portavoz de Frankenstein en la comunidad. Y que tampoco lo fue que la dirección de los socialistas gallegos haya renunciado desde hace años a articular un discurso propio al margen del dictado desde la Moncloa.

El 28M también evidencia que el BNG podría haber tocado techo. El nacionalismo mejora con relación a 2019, sí, pero se quedan muy lejos de las expectativas que había sembrado Ana Pontón durante la campaña. De hecho, apenas aprovechan el desgaste de los socialistas. Su crecimiento se limita a la reabsorción del espacio que había ocupado el rupturismo. Incluso se quedan ligeramente por debajo del número de votos que obtuvieron en 2011 antes de la irrupción de las distintas marcas del populismo. Podrán liderar la coalición que gobernará Compostela, pero con un apoyo bastante inferior al que consiguió Martiño Noriega cuando accedió a esa alcaldía. Además, en ciudades como Vigo y La Coruña siguen sin llegar al 15%. Cifra que tampoco alcanza en el conjunto de la provincia de Orense. Hasta en bastiones históricos como Pontevedra o Allariz caen 8 y 14 puntos respectivamente. Con estos resultados —tercera fuerza en el conjunto de la comunidad— resulta pura fantasía que pretendan erigirse en alternativa al PP.

Estas elecciones municipales abrían un nuevo ciclo electoral. De esta primera vuelta se pueden extraer ya varias conclusiones. El liderazgo de Rueda está consolidado. El líder del PPdeG sale reforzado del 28M de cara a las próximas autonómicas. Las franquicias socialistas que como la gallega han sido más dóciles a Ferraz se hunden a la par que el sanchismo. Y el BNG se estanca. En estas coordenadas se disputarán en menos de dos meses las generales.

El pasado domingo los ciudadanos ya hablaron alto y claro. El 28M era algo más que unas elecciones municipales. Era un primer plebiscito sobre Frankenstein. Y la sentencia fue concluyente. No rotundo al sanchismo. Una victoria del centroderecha que probablemente se pueda incluso ampliar el próximo 23 de julio.