el garabato del torreón

Fe, razón y libertad

Todo cuanto leí y escuché a Torres Queiruga no sólo me parece admirable sino también —y esto es lo importante— perfectamente concordante con el mensaje evangélico

No puedo presumir de ser amigo de Andrés Torres Queiruga, porque la amistad es un vínculo mayúsculo y no un cruce de whatsaps. No amigo, pero sí lector, lector de anteayer (al menos desde su 'Teoloxía e Libertade', alumbrada en el franquismo agonizante por la ... editorial Sept, recién puesta en marcha por Xaime Illa, Zulueta y Domingo del Riego). Lector, pues, antiguo, indeclinable y agradecido.

Es muy difícil, al menos para mí, escarbar en ese universo tan complejo que es la Teología. Quienes se atreven a poner pie en él estando ayunos de suficiente bagaje es seguro que, al tiempo que pongan el pie, metan la pata. Sin perder de vista esa precaución he de decir que todo cuanto leí y escuché a Torres Queiruga no sólo me parece admirable sino también —y esto es lo importante— perfectamente concordante con el mensaje evangélico, es decir, en sintonía y compromiso con una fe que no es incompatible con la razón discrepante sino con la intransigencia, con la arrogancia y con el dogmatismo inquisitorial y monolítico. Una Iglesia que pretenda seguir siendo martillo de herejes, luz de Trento y espada de Roma no es, desde luego, una Iglesia consecuente con los principios que conforman el mensaje de Jesús de Nazaret.

En 2012, la Conferencia Episcopal Española anatemizó la obra de Torres Queiruga por apartarse de la tradición de la Iglesia y contener al menos siete importantes «distorsiones» en el ámbito de la fe. Quizá no estuviera la excomunión en los propósitos de la Conferencia, pero sí el descrédito del gran teólogo gallego y su arrinconamiento en el ostracismo. No recuerdo que el entonces arzobispo compostelano moviese un dedo en defensa del teólogo más importante de su archidiócesis. Sí lo ha hecho, en cambio, su sucesor, monseñor Prieto, orensano, especialista en Teología Bíblica. La invitación a Torres Queiruga para participar en las Xornadas de Teoloxía organizadas por el Instituto Teolóxico Compostelán es algo más que la reparación de una injusticia: es un gesto que nos devuelve la esperanza en una Iglesia para quien la razón y la libertad forman parte del tesoro de la fe.

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