Mi nueva vecina

De vez en cuando y siempre sorpresivamente, el censo vecinal de la ciudad que habito engorda con algún nombre aproximadamente ilustre o popular o más o menos folklórico. Es cierto que en ocasiones se cuelan en el padrón delincuentes, ya comunes, ya políticos, pero en general el resultado de la cuenta suele ser favorable. A todos se les obsequia con una V de 'veciño, veciña o veciñe exemplar', forjada en latón o bañada en oro o plata, según jerarquía. El año pasado matriculamos en el censo vecinal a Óscar Puente. En agradecimiento, el ministro camorrista nos dejó sin trenes. Se ve que es hombre de carácter difícil, porque pocos meses después de avecindarse aquí, fue declarado 'persona non grata' por la Asociación de Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Valladolid, ciudad de la que fue alcalde en virtud de malabarismos que no vienen a cuento.

Con la señora Espinosa, nuestra nueva vecina ejemplar, no hay caso. Toda posible polémica quedó zanjada cuando fue cesada como ministra de Medio Ambiente. Ecologistas en Acción se encargaron de poner el lazo: «Ninguna persona con sensibilidad ecologista ha lamentado que abandone el cargo». ¡Qué ingratos!