El garabato del torreón
Muerto el perro...
Si por ellos fuera, entrarían las excavadoras a la muralla de Lugo, a la catedral de Santiago y a la torre de Hércules
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Iniciar sesiónEn la áspera y hermosa tierra naviega, abierta a Os Ancares galaicos y leoneses y a las Asturias de San Antolín de Ibias (San Antolín era patrono de cazadores antes de la dictadura animalista), en Navia, decíamos, hay mucho más que naturaleza, truchas, cineastas geniales ... y androlla, ese embutido que cambia de nombre según va pasando desde A Fonsagrada de Portela Valladares a la templaria Ponferrada.
En A Pobra de Navia, que es capital del concello, pasó días felices don Esteban Bilbao cuando allí fue desterrado en 1933, con acta de diputado por Navarra. La República creía que así lo castigaba, pero lo que hizo fue premiarlo, cómo él mismo declararía a la revista 'Blanco y Negro'. En la plaza naviega tuvo mármol don Esteban, hasta que una zopenca municipalidad lo retiró, no se fueran a ofender los majaderos de la Memoria Demediada. Ahora se perpetra en ese entorno otra barbaridad: van a meterle la piqueta a la que llaman Casa Benedicto, una de las escasas muestras de arquitectura modernista que van quedando en la provincia de Lugo. Hay entre los gobernantes municipales, de babor y de estribor, la estúpida manía de despreciar lo que siempre han tenido a la vista, salvo que algún foráneo les explique que también el modernismo y el racionalismo y el neoplasticismo y el constructivismo han aportado verdaderas joyas arquitectónicas, a veces tan identitarias como el acueducto de Segovia. Pero en España (y en Galicia particularmente) los ayuntamientos están en manos poco competentes. Si por ellos fuera, entrarían las excavadoras a la muralla de Lugo, a la catedral de Santiago y a la torre de Hércules: Galicia, convertida en un inmenso solar con licencia urbanística.
Tengo la impresión de que el hecho de que Casa Benedicto sea ya un símbolo tan naviego como el puente medieval o lo que queda del viejo castillo de los Altamira (otra muestra de la desidia aplicada a la barbarie) no servirá de nada. Mejor dejarla caer: muerto el perro se acabó la rabia, pensarán los concejales. Como dijo Fole en uno de sus artículos finales, «non dan a talla».
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