EL GARABATO DEL TORREÓN
El efecto Besteiro
Hace siete años tenía legitimidad y derecho; ahora, la aureola de quien llevó su particular calvario
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Iniciar sesiónEstá por despejar la incógnita de si la caída de José Ramón Gómez Besteiro, expresidente de la Diputación de Lugo y exsecretario general del PSdeG fue más celebrada en su día por el PPdeG o por algunos compañeros de militancia del ahora delegado del Gobierno ... en Galicia, quienes creyeron ver en ella un hueco más y un peldaño menos en el escalafón. Ustedes ya conocen lo de aquel monaguillo que palmoteaba de alegría cuando murió un Papa: «Es que así corre el escalafón». Y, por lo demás, ya saben ustedes que a veces resulta difícil diferenciar la afinidad del encono.
Pero, sutilezas aparte, el caso es que después de siete años de descalificaciones, insidias, acusaciones falsas, deslealtades, ostracismo y travesía del desierto, hete aquí que Besteiro reaparece en el nomenclátor político gallego no sólo rehabilitado y limpio de polvo y paja, sino reavivado, acrecido y entronizado como la gran esperanza socialista para alcanzar la presidencia de la Xunta cuando toque. Hace siete años Besteiro tenía legitimidad y derecho; ahora tiene, además, la aureola de quien llevó ejemplarmente su particular calvario: en silencio, sin victimismos y sin abrir el grifo de la manguera del estiércol.
Más que reclamar explicaciones e indemnizaciones por los daños causados, procede valorar los posibles efectos directos del 'caso Besteiro' sobre las elecciones del 28-M. Porque todavía son muchas las nubes que oscurecen el origen y puesta en marcha de las imputaciones finalmente resueltas en archivo y punto final. Que una de las candidatas a la alcaldía de Lugo haya sido señalada como posible impulso delator es algo más que una anécdota. Y no hace falta recordar aquí el principio de causalidad eficiente, tan sobado por los juristas.
Las aspiraciones de los partidos y los recursos aplicados a alcanzarlas son casi siempre legítimos. Casi siempre. Porque, aunque a veces lo parezca, no todo vale en política.
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