El capón de Vilalba

Los 'ustedes' aludidos en la primera palabra de esta columna son los integrantes de la Axencia Galega de Turismo, quienes se niegan a declarar Festa de Interese Turístico de Galicia a la Feira do Capón de Vilalba, alegando «falta de arraigamento», según la alcaldesa del municipio fraguiano. Se deduce, pues, que los asalariados de la AGT (¿alguien sabe dónde se recluta esta gente?) ignoran un dato tan esencial como el de que estamos hablando de una feria ya documentada en la primera mitad del siglo XVI y que desde entonces no ha dejado de crecer en importancia y en popularidad. Lo que ellos desconocen lo conocía muy bien Martínez Montiño, el cocinero mayor de Felipe III, y yo quiero pensar que incluso Ruperto de Nola, que guisaba y asaba para el emperador Carlos, supo adecuadamente de la excelente idoneidad del capón chairego, relleno de manzanas, pasas y orejones o simplemente asado con su propia enjundia, que los criadores vilalbeses sujetan con palillos (seis y de abidueira, precisa don Álvaro) junto al obispillo del castrado y así lo exhiben en la famosa feria, acomodado en cesta y paño inmaculado.

Si la AGT niega la distinción para que no se moleste la parroquia animalista, que se diga francamente. Porque ya sabemos que la hechura del capón, vilalbés o segoviano, no es ejemplo de franciscanismo, claro que no. Pero que se diga. A lo mejor nos convencen. Pero el argumento pretendidamente histórico no cuela.