«Apertadas de cintura»
Ahora ya no quedan sastres, salvo los poquísimos que han logrado sobrevivir al tsunami de don Amancio
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónLa autora, actriz y directora teatral Paloma Lugilde, que es de nación noiesa (paisana, pues, de María Mariño) aunque incrustada en Lugo, anda a vueltas con un montaje escénico sobre las costureras y quizá otras mujeres de parecidos oficios, por ejemplo las tecelanas y las ... palilleiras. Yo me tomé la libertad de aconsejarle un vistazo al famoso 'Cancioneiro da agulla', la recopilación que hizo en su día don Armando Cotarelo Valledor y que fue apareciendo en la revista Nós, de felicísima memoria, allá por 1930.
No son exclusivamente coplas sobre costureras, sino también sobre sastres, que es oficio, el de los alfayates, que cargó sobre sus espaldas bromas y puyas a veces un tanto ofensivas. Ahora ya no quedan sastres, salvo los poquísimos que han logrado sobrevivir al tsunami de don Amancio. Cotarelo decía que las costureras eran envidia de las otras mozas porque las superaban en «fidalguía, en xentileza, en elegancia». Las describía «apertadas de cintura e largas de corazón».
Hace años, la benemérita Galaxia reeditó el Cancionero de don Armando, con un prólogo de don Antonio Fraguas. Para los lucenses de mi generación o un poco mayores, don Antonio Fraguas fue un modelo de bondad, de paciencia y de tolerancia. Uno de esos santos laicos que no conocen la palabra odio. Con don Armando Cotarelo Valledor comparte el firmante sino paisanaje sí paisaje, pues que era nacido en la Vega de Ribadeo, ahora Vegadeo. El padre de Cotarelo Valledor, Cotarelo Mori, fue secretario perpetuo de la Real Academia Española. Era furibundamente contrario a que en la misma ocupasen plaza las mujeres.
Por lo visto, fue el más tenaz opositor a que la Pardo Bazán llegase a adquirir rango de numeraria. Defendía su postura con argumento literal: «Los estatutos lo dicen bien claro: Los señores académicos...etcétera. No aparece la expresión señoras académicas. Por consiguiente...». Y no había quien lo apease de la burra.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete