Juan Antonio Cuéllar, gerente de la OSG: «¿Una gira con Rosalía? La Sinfónica de Galicia está lista para lo que ella diga»
Con tono optimista, celebra la renovación del director titular y abre la puerta a proyectos novedosos
Galicia
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Iniciar sesiónJuan Antonio Cuéllar (Bogotá, 1966) no pierde la sonrisa ni un instante. Es la satisfacción lógica tras haber enderezado una orquesta financieramente a la deriva y otear ya un horizonte de estabilidad, tras demasiados años de rumbo incierto hacia ningún sitio. Amante de Bach ... y con un flechazo fulgurante con la comida gallega, el gerente de la OSG hace balance de este primer movimiento de una partitura que, por momentos, sonaba fúnebre.
—Cinco meses ya al frente de la Sinfónica. ¿Tiene un diagnóstico más certero de la situación?
—He tenido la fortuna de ahondar no solamente en los problemas sino también en las virtudes. Ante todo la Sinfónica de Galicia es una orquesta de primerísimo nivel, el nivel artístico de los músicos, la empatía entre ellos... En la música sinfónica a veces son unos micro universos que tienen una cantidad de conflictos entre ellos, pero esta es una orquesta sana, que tiene una relación muy artística, a veces parece que hicieran música de cámara entre ellos. Por eso suenan tan bien. A eso se le suma el valor humano de la gente de la oficina, con mucha calidad de trabajo y muchos años de experiencia. Hay tesoros aquí, y gracias a eso es factible sobrellevar las dificultades.
—Parece que no ha habido pocas
—Cuando llegué me sorprendió muy negativamente la situación económica. Teníamos 1,45 millones en cuentas por pagar. Yo llegué en junio, y desde enero no se pagaban facturas. Incurríamos en una morosidad de pagos excesiva para el sector público. Además no se había terminado siquiera la primera mitad del año y ya se había sobreejecutado el presupuesto en 250.000 euros. Con ese hándicap tratar de sacar una programación que estaba apenas esbozada, cuando en junio la temporada debe estar ya anunciada...
—¿El primer gran éxito es tener temporada?
—Sí claro. Es que cuando yo llegué la recomendación del interventor fue que no se podía hacer nada y había que mandar a los músicos para su casa. Agradezco a Andrés Lacasa que dejara las cosas sin confirmar para que la nueva gerencia pudiera tomar las decisiones. Gracias a eso pudimos hacer una cantidad de ajustes, renegociar cachés de artistas, cancelar fechas, modificar repertorios para que no fueran onerosos, hacer conciertos sin solistas, que te pueden costar 75.000€ pero tú solo recaudas 11.000 en taquilla. Logramos sacar adelante una temporada equilibrada, que es apetecible y la gente está disfrutando mucho con los conciertos. Valoran una cosa paradójica, y es que al quitar obras de alquiler nos sometimos al repertorio más clásico, y la gente lo aprecia. Las dificultades nos orientaron a lograr soluciones.
—¿Qué pensó en ese momento inicial de aterrizaje?
—Lo primero que pensé es 'bueno, ¿en qué me metí?'. Pero lo segundo fue meterme a las entrañas del presupuesto, que es como un sudoku: uno piensa que simplemente no hay solución y sí, siempre hay la hay. La contratación de solistas y directores se hacía aquí como si fueran autónomos. Logramos identificar la forma de vincular a los artistas en contratos laborales, para que así pudiéramos aprovechar el recurso que sí teníamos en otro capítulo en el que quedaban remanentes. Logramos cosas como que la Diputación nos imprimiera gratuitamente el folleto de la temporada, que no teníamos dinero para costearlo. No había programas de mano desde la pandemia. Los abonados se quejaban. Y gracias a uno de los Amigos de la Orquesta llamamos a la puerta de Abanca y nos dijeron que, con mucho gusto, nos los imprimían. Y aquí están. Los abonados ven que las cosas están marchando.
—¿Y las cuentas se enderezan?
—Hasta la fecha de esos 1,45 millones ya pagamos la totalidad que se podía pagar. Estamos al día de tesorería, ya no hay retrasos, pagamos a 30 días como corresponde. Quedan pendientes facturas y compromisos que se hicieron sin contar con el debido respaldo presupuestario. La Xunta ya anunció que nos va a dotar este año de 200.000 euros adicionales y el año próximo aumentará su aportación en 300.000 euros, hasta llegar a 3,6 millones. La Alcaldía también aprobó para este año un recurso extra de 200.000 euros que nos entrará en diciembre. Eso nos va a permitir que la estructura del Consorcio quede completamente saneada y cambiaremos su rumbo financiero, saneando déficits anteriores. Entraremos en 2026 con el contador a cero, siendo dueños de nuestro presupuesto, gracias a la Xunta, la Alcaldía y la Diputación, que también va a incrementar en 60.000 euros su aportación. No me puedo sentir más orgulloso y más satisfecho del respaldo público que tenemos. Nos han acogido, nos han entendido y nos han acompañado y espero que eso siga ese curso hacia adelante.
—Hasta ahora me ha hablado del sector público. ¿Pero cuál es el papel de los patrocinios privados?
—Hemos mantenido una fuerte relación con el sector privado y esperamos, obviamente el incremento de ingresos por esa vía, que es mucho más lento. Con Inditex tenemos una relación muy bonita; con Coca-Cola hicimos algo muy sencillo pero muy significativo para la venta de abonos. Contamos también con los Amigos de la Orquesta, unas cien personas que además de ser abonados aportan voluntariamente al año una cantidad.
—Entiendo que ha llamado a más puertas de posibles patrocinadores. ¿Qué feedback ha recibido?
—Lo que he percibido es que se les abandonó. Algunas daban aportes recurrentes a la orquesta pero nunca recibieron una carta de agradecimiento, ni una invitación a un concierto, ni una actitud recíproca. A veces se piensa que la gestión de los [patrocinadores] privados debe ser de la alcaldía o de las administraciones consorciadas. El apoyo de ellos es bienvenidísimo, porque tienen un poder mucho mayor que el mío, pero sí es responsabilidad del Consorcio velar por la amistad de las empresas que lo circundan. Inditex, por ejemplo, ha estado firme todos los años con una aportación. La discreción forma parte de su ADN corporativo. Estamos trabajando con ellos y vamos a ofrecerles cosas. Con Gadis se ha desarrollado un concierto anual de Navidad súper exitoso donde ellos ofrecen comida y bebida gratis para la gente. Ahora tratamos de llegar a Estrella Galicia. Ya nos dijeron 'no' una vez, nos lo volverán a decir una segunda, pero seguramente a la tercera o la cuarta nos dirán que sí. Y hay una aportación privada que no se ve, que es la de las agencias de los artistas. Hemos tenido una empatía maravillosa con ellos, logramos bajar los cachés de artistas, y la mayoría de ellos no tuvo inconveniente.
—Acaban de renovarle a Roberto González Monjas como director titular de la orquesta.
—Es una gran noticia que Roberto nos aceptara la renovación. Toda la junta del Consorcio lo aprobó por unanimidad, cuando hay decisiones que se toman por mayoría por consideraciones personales o políticas. Y luego los músicos. Es una cosa inusual que el 100% de los músicos de una orquesta respalden al director. En mi experiencia, es excepcionalísimo. Aquí hay una aceptación unánime. Los músicos tienen una relación excepcional con él. Es en parte por las virtudes del mismo Roberto, a mi juicio el mejor director español que hay hoy en día.
—¿Sigue habiendo un cierto pudor para que una orquesta se acerque a un repertorio no sinfónico, pop, a salir de su entorno habitual?
—Toda inercia produce eso. Cuando cambias de dirección o frenas, la inercia tiende a seguir en la misma dirección. Esta orquesta ha hecho cosas con artistas pop en diferentes ocasiones. Ahora queremos que al menos una o dos veces al año sistemáticamente tengamos una participación con artistas pop y estamos caminando hacia allá muy fuertemente. Vamos a dar algunas noticias que por ahora son veladas pero que en su momento saldrán a la luz.
—O sea que si Rosalía le ofrece a usted hacer la gira de su último disco, con la Sinfónica...
—¡Estamos ya listos! Si nos está escuchando en este momento, que sepa que ya tiene una orquesta en España que está lista a hacer lo que ella diga. Nos encantó el trabajo que hizo con la London Symphony y nuestra concertina Olatz Ruiz tocó ahí, entonces ya tenemos al menos un vínculo. Quedé muy conmovido cuando la escuché en 2023 en los Grammy Latinos de Sevilla, me impresionó profundamente. Su voz se mezcla perfectamente con la ópera, con la música clásica y sí que el lenguaje de ella da para un proyecto como este, con la London Symphnoy. Creo que es un parteaguas en la historia de la música pop reciente.
—Ahora que me habla de ópera, ¿en su plan de futuro está que la OSG vuelva a programarla en su temporada?
—Sí, estamos trabajando con los Amigos de la Ópera para que no solo pongamos la orquesta para sus proyectos, sino que podamos hacer algo conjuntamente, al menos una coproducción dentro de la temporada de la Sinfónica. Esto también rompe con la tendencia, hay inercias que ofrecen resistencia, pero lo vamos a lograr.
—Mayor ejercicio de resistencia que aguantar en el Palacio de la Ópera no existe.
—La concesión se acaba de ampliar ocho años más. Hay que trabajar con eso y hacer de eso lo mejor. Estamos empezando a desarrollar una estrategia de acercamiento a Comar, la concesionaria, para conseguir que se vuelvan nuestros aliados. En este momento la relación que tenemos con ellos es que nosotros somos los inquilinos quejosos y para nosotros ellos son los arrendadores abusivos. Queremos cambiar esa relación para convertirla en una relación de asociados, de socios, porque nosotros somos el cliente más importante que ellos tienen en el Palacio de la Ópera. Hay espacios que están vetustos, caducados. Si nos convertimos en socios y sacamos adelante proyectos conjuntos que tengan como propósito mejorar las condiciones de la sala, vamos a lograr un buen resultado.
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