Una ventana de oportunidad para la Sinfónica de Galicia

Se abre, por tanto, un tiempo nuevo. Una ventana de oportunidad para afrontar muchos de los retos que tiene diagnosticados el Consorcio para la Promoción de la Música -el ente instrumental de Xunta y Concello para la gestión de la OSG-, con más de treinta años cumplidos y una estructura que da señales de agotamiento. ¿Sigue siendo el consorcio la figura jurídica válida? ¿O sería más adecuado transformarla en una fundación?

Resuelta esa primera cuestión, el organismo debería ampliarse para dar cabida en él a Diputación y Ministerio de Cultura. Pero también a instituciones privadas, y abrir así una puerta a una mayor entrada de patrocinios externos, una de las grandes lagunas de los últimos años. Las cuatro administraciones públicas se comprometerían de este modo a su financiación, que debe quedar no solo blindada, sino con un compromiso firme para -al menos- actualizar las aportaciones de cada una según IPC en los años sucesivos. Será la mejor manera de evitar situaciones de colapso como las vividas este año, salvadas por las inyecciones económicas extraordinarias de Xunta y Concello. Y si hay una deuda, que se cuantifique y se planifique a medio plazo para su subsanación. ¿Es el momento para abrir el melón del nuevo auditorio? ¿Por qué no?

Sin garantías presupuestarias, sin oxígeno financiero, incluso el mejor gerente del circuito internacional se va a ver atado de pies y manos para desarrollar su proyecto. ¿Y cómo habría que elegir al próximo gerente? Xunta y Concello parecen coincidir en que el mejor procedimiento es un concurso público internacional, y que el elegido lo sea aquel con mejor valoración por parte del jurado encargado de evaluar a los candidatos. No puede objetarse nada al respecto.

Pero sí podría introducirse un matiz. Si las administraciones consideran que esa reestructuración del Consorcio debe acometerse, si todavía hay pendiente un saneamiento económico y una situación de inestabilidad en el plano laboral, quizás tampoco sería improcedente la designación de un gerente de manera transitoria. Esta persona, que se elegiría por un tiempo tasado, sería la encargada de ordenar el Consorcio y pilotar ese periodo de cambios y transformaciones. Para tal fin resultaría de gran ayuda que ya conociera el funcionamiento interno de la institución, sus capacidades y limitaciones, que se entienda con la orquesta y que sepa qué se ha venido haciendo en los últimos años, qué se dejó de hacer y hasta dónde se puede llegar con estos músicos. Los poderes públicos deberían elevar sus miras para no convertirla en una designación partidaria, sino en una figura apolítica cuya labor sea de gestión cultural y que disponga de visión de futuro.

Dentro de ese escenario de posibles transformaciones está la necesidad de una mayor definición de la figura del gerente y sus competencias. Podría ser el momento para que se creara el cargo de 'director artístico', que se centraría en la parcela de la programación y su relación directa con la orquesta y los solistas, así como con los programas educativos y de formación. Y, en paralelo, el gerente mantendría la dirección económica y contable de la institución, pudiendo centrarse en el diálogo con las administraciones y la captación de nuevos patrocinios.

La Sinfónica de Galicia es un proyecto de enorme futuro no solo para La Coruña sino para toda la Comunidad. Irradia pasión cultural no solo a sus aficionados sino también a estudiantes de escuelas de música y conservatorios; alimenta la salud de nuestra sociedad y forja una conciencia intelectual más sólida, variada y heterogénea. Por eso exige no ser tratada a la ligera sino saber qué se quiere hacer. Con ambición, por favor.