aNÁLISIS
Rueda, gallegas en otoño y un PSdeG sin candidato
Los resultados del PPdeG el 23J permitirían desligar la decisión del adelanto electoral de lo que pase con Feijóo
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Iniciar sesiónUna evidencia mil veces escrita: de tener Feijóo encarrilada su elección como presidente y a la vista de los resultados electorales de Galicia el 23J, el adelanto de las autonómicas al otoño sería una realidad. Tan solo el revés de las generales frenó una hoja ... de ruta que parecía muy clara, y con la que todos en el PPdeG parecían comulgar. Se habría aprovechado un viento de cola muy favorable, y leyendo lo dicho por las urnas en julio, se hurgaría en la herida de una izquierda que muestra síntomas de debilidad.
Aunque, si se mira fríamente, los resultados del PP en Galicia el 23J podrían ser un aval suficiente para desligar la decisión del adelanto electoral de la eventual llegada de Feijóo a la Moncloa. Es más, si como es probable el presidente acaba siendo Pedro Sánchez, la fragilidad e hipotecas que se le supondrán a ese nuevo Ejecutivo prometen alimentar el relato de la inestabilidad, munición gruesa para un PP que se va a presentar ante los gallegos como el único garante de la estabilidad institucional. Porque la alternativa, dirán, es la amalgama de BNG, PSdeG y Sumar, sea lo que sea esta última formación en la Comunidad.
Se puede apelar incluso, en este contexto en el que nos encontramos, a un voto de rechazo al PSOE que va a pactar con los independentistas vascos y catalanes un reparto desproporcionado de la tarta hacia estos dos territorios, con los perjuicios que ello genera para el resto, entre ellos Galicia. Aquí la intrascendencia del BNG en el Congreso es muy relevante: si fueran decisivos podrían inclinar el relato a su favor a la hora de conseguir prebendas para Galicia. Sin embargo, Néstor Rego en su soledad poco va a lograr.
Si Alfonso Rueda mira de puertas para dentro verá un partido que ha exhibido músculo en estas generales, con 700.000 votos y la posibilidad de seguir creciendo si se asimila una parte de los de Vox –en 2020 el PP captó la mitad de los que votaron a los de Abascal en las generales de 2019– y se recupera al elector socialista más moderado, que apuntaló las mayorías de Feijóo mientras que en las municipales se decantaba por Inés Rey, Sánchez Bugallo o Lara Méndez. Ese voto dual sigue existiendo. Además, ha recuperado pulso en la provincia que mostraba más síntomas de endeblez, como era Pontevedra, con un puñado de mayorías absolutas en villas relevantes y la Diputación.
¿Y qué hay enfrente? Dos partidos sin candidato y otro que está despertando de sus ensoñaciones presidenciales. PSdeG y Sumar no tienen rostro con el que comparecer a unas autonómicas, cuando falta menos de un año para que se celebren, si acaso Rueda decidiera agotar la legislatura. Si convocase mañana a las urnas, ambas formaciones tendrían 22 días para hacer unas listas en las que debería aparecer el candidato. Lo deseable, incluso, es que estuviera designado un poco antes, por aquello de que el electorado le ponga cara y sepa cómo se llama.
El caso del PSdeG es peculiar, porque su candidato debe salir elegido en primarias. Estos procesos poseen la virtud de tensionar los partidos internamente y dejar heridas que luego tardan años en coserse. El tono de los mensajes de Gonzalo Caballero y sus seguidores en las últimas semanas no hace pensar que vaya a suceder lo contrario en el PSdeG. Así que en ese plazo de 22 días que fija la Ley Electoral los socialistas deberían aprobar unas normas de primarias, un censo de militantes, una campaña, una votación y que el que resulte elegido tenga la posibilidad de hacer sus propias listas. No parece que vayan sobrados de tiempo. ¿O habría dedazo de Ferraz? Frente a Caballero se supone que dará el paso Besteiro, que para eso fue rehabilitado por Sánchez para la política. Pero una eventual opción Miñones tampoco sería una utopía. Ambos serían, en todo caso, candidatos a contrarreloj.
El BNG sí tiene candidata, proclamada casi desde la misma noche de las últimas autonómicas, cuando se merendó a En Marea y adelantó al PSdeG por la izquierda para ser segunda fuerza. Lo que ocurre es que el nacionalismo muestra síntomas de flaqueza últimamente, maquillados por la consecución de la alcaldía de Santiago, un regalo envenenado de los socialistas. Su ascenso en municipales es a costa de fagocitar lo que va quedando de las mareas locales, y en las generales han vuelto a verse adelantados por Sumar, cuando especulaban con triplicar su representación en el Congreso.
Con una participación 25 puntos superior a la de las autonómicas de 2020, el BNG obtuvo el 23J 160.000 votos menos que entonces. Las encuestas siguen diciendo que Pontón lidera la izquierda, pero a ver quién se fía de la demoscopia tras lo sucedido en julio. El músculo nacionalista igual es una ficción que solo depende de que Sumar vuelva a equivocarse en la selección de candidato, y Yolanda Díaz no suele errar dos veces, sobre todo ahora que manda ella.
Vamos, que si Rueda le da una vuelta igual tenemos sorpresa estos días...
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