OBITUARIO
José María Castellano, el triunfo de la discreción
Con su perfil calmado, su visión estratégica y su inquebrantable discreción, marcó un camino propio en el que combinó docencia, empresa y compromiso con su tierra
José Luis Gómez
Ha fallecido José María Castellano, Caste, el economista que en la primavera de 2001 puso cara a Inditex –ahora la primera compañía española– en su salida a Bolsa. Se va uno de los grandes, como ejecutivo, consejero y académico. También como persona. Tenía 78 ... años.
Hay empresarios y ejecutivos que, a base de esfuerzo, logran hacerse un hueco en los medios y acaban siendo casi tan conocidos como las compañías que dirigen. A veces incluso más. Los hay también que, por el contrario, rehúyen cualquier foco de atención. José María Castellano pertenecía a este último grupo, aunque la vida se encargó de situarlo en primera línea.
Dos momentos marcaron su proyección pública: el primero, cuando Amancio Ortega le encomendó que diera la cara por Inditex para empezar a cotizar, y el segundo, cuando rompió con el fundador de Zara y comenzó a ser cortejado por otros proyectos empresariales.
Caste, como lo llamaban sus amigos, nació en A Coruña en 1947. Desde su ciudad natal conquistó el mundo, combinando la cátedra universitaria en la UDC con una intensa actividad empresarial. Siempre reivindicó sus raíces humildes, aunque lo cierto es que trabajar era lo que más le apasionaba. Con el tiempo, eso sí, aprendió a repartir su vida entre Londres, Madrid y A Coruña, acompañado de su mujer, María Teresa Vázquez Abad, sus hijos y sus nietos.
Aunque muchos lo identifican directamente con Zara, Castellano no formó parte del arranque de la empresa creada por Ortega y Rosalía Mera en 1975. Se incorporó en 1984, tras una etapa en Aegón y otra en ConAgra, esta última una multinacional estadounidense con sede española en A Coruña.
La compañía de Ortega dio el salto internacional guiada por Castellano, sin que fuese menor el papel del aguerrido Juan Carlos Rodríguez Cebrián. Bajo su dirección, Inditex alcanzó las 2.500 tiendas y consolidó una estrategia de expansión que comenzó en Portugal y se extendió por medio mundo. «Para nosotros es fundamental que a las chicas de París les guste el mismo largo de minifalda que a las de Vilagarcía», me dijo un día en Arteixo en los inicios de la internacionalización. Era una manera sencilla de explicar la visión global que convirtió a Inditex en multinacional sin perder su raíz gallega.
En 2005, tras más de una tensión con Ortega y su entorno, dio paso a Pablo Isla al frente de la gestión de Inditex y aceptó una vicepresidencia, aunque el desenlace de su etapa en el grupo sigue siendo un relato con zonas oscuras. Castellano se sintió menospreciado cuando Jacinto Rey barajó su nombre para la presidencia de Unión Fenosa, creyendo que agradaría a Amancio Ortega, en una audaz operación de ambos empresarios gallegos que finalmente tampoco cuajó. Hombre discreto y educado, aquella vez Caste no ocultó su enfado con Ortega y abandonó el consejo de Inditex de forma abrupta, además de hacer declaraciones inusuales en él.
Desde entonces, Castellano desplegó su talento en múltiples proyectos. Pasó por Ono, donde presidió la compañía hasta su venta a Vodafone; asumió la presidencia ejecutiva de Novagalicia Banco –la actual Abanca– en un periodo especialmente convulso de las cajas de ahorros y formó parte de los consejos de firmas tan diversas como Rothschild, Puig, Esprit, Adolfo Domínguez, Einsa, Mutua Madrileña, La Voz de Galicia, Bimba y Lola o Greenalia, en la que ocuparía la presidencia no ejecutiva. También fue académico de la Real Academia de Ciencias Económicas y distinguido con la Medalla de Galicia.
José María Castellano nunca fue un político ni aspiró a serlo. No se le conocieron grandes discursos, pero sí un firme rechazo al caciquismo que, a su juicio, lastraba el desarrollo de Galicia. Con su perfil calmado, su visión estratégica y su inquebrantable discreción, marcó un camino propio en el que combinó docencia, empresa y compromiso con su tierra. Una trayectoria que confirma que, en ocasiones, la verdadera influencia se ejerce lejos del ruido.
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