Un investigador del CiQUS aclara sobre los pélets: «No habría que tener más precauciones que para coger una bolsa del congelador»
Dos expertos comparan el material que los compone, diseñado para su uso en el envasado de alimentos, con el que integra la mayoría de microplásticos
Vertido de pellets, en directo: Galicia, Asturias y Cantabria elevan la alerta y últimas noticias hoy
SANTIAGO
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Iniciar sesiónEn la problemática que ha generado la acumulación masiva de pélets, con brigadas realizando limpiezas en las playas, una clave importante está en diferenciar la toxicidad que pueda presentar el compuesto, que podría derivar en riesgo para las personas, y su innegable naturaleza como ... microplástico que se suma a la contaminación que ya sufren las aguas y el litoral. Y, en este caso, las voces expertas coinciden en que la interacción con los pélets no conlleva riesgos.
El doctor Massimo Lazzari, catedrático de Química en la Universidade de Santiago de Compostela (USC) e investigador en el Centro Singular de Investigación en Química Biológica y Materiales Moleculares (CiQUS), hace hincapié en que «justo este plástico, con esta composición, incluido el aditivo —un antioxidante para que el polímero se conserve—, está diseñado para uso alimenticio. Con estos pélets se pueden producir bolsitas como las que se venden en los supermercados, pensadas para depositar alimentos en ellas», expone. Preguntado directamente por las precauciones que habría que seguir al tocarlos, explica que «no» son «más que las que deberías tener en tu casa para coger una bolsita del congelador o la nevera»; evitando, por supuesto, el contacto directo con los orificios corporales, como con cualquier otro plástico.
Por su parte, el biólogo Ricardo Beiras, líder del equipo investigador Ecotox, abunda que el componente para el que se indicaba el 0,07% de toxicidad, el Pentaerythritol Tetrakis, «no es nada nuevo» y, cuando se manipula de forma aislada en los laboratorios, la protección que se emplea es la misma que con la gran mayoría de químicos: guantes y gafas para evitar el contacto con la piel y los ojos. No obstante, según los análisis del CETIM, la concentración de esa sustancia en cada pélet es tan baja que los efectos, de haberlos, aparecerían a causa de la «contaminación crónica», explica Beiras; es decir, fruto de un contacto prolongado, que no sucede al acudir «un día, dos días, una semana a limpiar una playa», sino que haría falta una exposición mucho más duradera. En cualquier caso, asegura, el escenario al que se hace frente «no tiene nada que ver con lo que fue el Prestige».
Pero sobre la amenaza que presenta su naturaleza contaminante, insisten ambos expertos, «no hay duda». El saneamiento del vertido, de en torno a un millar de sacos de 25 kilos cargados con pélets, está demostrando presentar retos serios; en gran parte, valora Lazzari, debido a su translucidez y propiedades flotantes, que, tras romperse los sacos que los contienen, los hace emerger y ser llevados por las corrientes hasta la costa, donde se acumulan por millones. De por sí, su retirada ya está siendo costosa, pero, más allá de los daños que causan en los ecosistemas del litoral, está por ver el efecto que puedan tener en los organismos marinos y las cadenas tróficas que los vinculan.
Beiras explica que, de acuerdo al dossier, su toxicidad sobre la especie Daphnia, un invertebrado acuático que se emplea como baremo para valorar la toxicidad de una sustancia, uno de los compuestos del Tetrakis se categorizaría como «poco tóxica» y, el otro, como «toxicidad media»; aunque, aclara, «no es de esperar» que se alcancen niveles peligrosos en costas abiertas. Con todo, pone el acento en la actual falta de información oficial sobre sus posibles efectos en organismos marinos, debido a que las fichas técnicas y de seguridad de estas sustancias en las que se apoyan los dos informes presentados no le dedican ningún apartado. Por eso, su equipo trabaja actualmente en la conducción de pruebas de toxicidad con organismos para arrojar luz sobre esta importante laguna, especialmente en el caso del pláncton.
Sin embargo, Lazzari sostiene que, si los análisis empíricos acaban confirmando que se comportan como el resto de microplásticos de producción similar, un pélet que vaya a parar «al estómago de cualquier animal que se los pueda comer, o incluso al nuestro, será ingerido y expulsado sin que pase nada». Esto, claro, en supuestos de cantidades pequeñas o unitarias, ya que su acumulación podría llegar a causar una obstrucción en el tracto digestivo.
A pesar de ello, ambos especialistas están de acuerdo en que la situación no será la misma a largo plazo. Con el tiempo, «y esto es algo que han demostrado estudios anteriores», el plástico acaba atrayendo hacia sí sustancias en suspensión, incluidas toxinas, y se convierte en su vector, por lo que su presencia masiva se vuelve peligrosa. Pero «hablamos de un problema, no de los pélets por ser pélets, sino de uno que presentan los microplásticos en general».
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