Las huellas en la manilla de su último coche dejaron sin escapatoria al asesino de Elisa
Su Citroën ZX marcó en 2013 las pesquisas. Una década después, el Renault Laguna que conducía lo delató
El asesino de Elisa Abruñedo rompe su silencio al final del juicio: «No tengo forma de justificarlo»
Santiago
El cadáver de Elisa Abruñedo apareció la noche del 1 de septiembre de 2013 muy cerca de su casa, en el lugar de Lavandeira, Cabanas (La Coruña). Los signos de violencia eran evidentes, y también que la víctima, una mujer de 46 años que ... había salido a caminar por las inmediaciones, había sido agredida sexualmente. Pero el caso, sin un autor identificado, parecía un callejón sin salida. En 2023, sin embargo, la Guardia Civil echó el lazo al asesino tras una paciente investigación. Las pistas que apuntaron hacia Roger Serafín Rodríguez, un cazador que entonces tenía 39 años, fueron su genotipo y su Citroën ZX. Pero las huellas en otro coche, el Renault Laguna que conducía diez años después, certificaron que él era el asesino de Elisa.
Los agentes a cargo de esta investigación declararon esta semana en el juicio con tribunal popular que celebró la Audiencia provincial de La Coruña contra el autor del crimen de Cabanas, y detallaron paso a paso cómo se había identificado a Roger Serafín como el asesino de Elisa. Lo que sigue es un resumen de las pesquisas que comenzaron en septiembre de 2013 y culminaron en octubre de 2023 con su detención a las puertas de su trabajo.
El Equipo de Policía Judicial de Ferrol, primero, que se encargó de la primera inspección ocular, y el de La Coruña, después, había llevado a cabo ya una investigación compleja. Tenían bastantes elementos sobre la mesa. Un testigo había visto un Citroën ZX mal aparcado a la hora y a pocos metros del lugar donde Elisa fue asesinada. Y los agentes se esforzaron en rastrear a los vecinos de la comarca propietarios o conductores habituales de ese modelo. Además, la autopsia identificó en el cuerpo de la víctima restos biológicos de un varón, de entre 30 y 45 años, que por la manera en la que la había apuñalado parecía diestro. Sospechaban, además, por el tipo de cuchillo y la destreza en su manejo, que podría ser un cazador.
Buenos mimbres, pero insuficientes entonces para identificar al hombre que había arrebatado la vida a una mujer que había salido a caminar, despreocupada, con ropa deportiva y los auriculares conectados a su móvil. Ocho años después, sin embargo, el caso, que al menos de puertas para afuera parecía enquistado, dio un vuelco. En septiembre de 2021, se pidió la colaboración a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que aplicó nuevas técnicas de investigación para repasar todo el material que ya había ido recopilando durante años la Benemérita. Y se intensificaron las búsquedas en dos direcciones: el perfil genético y el Citröen ZX.
Los restos de ADN hallados en el cuerpo de Elisa fueron enviados a un laboratorio de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), que concluyó que pertenecían a un varón pelirrojo de ojos oscuros. Además, por la forma en la que se había movido el asesino, entrando y saliendo de la zona boscosa donde apareció el cadáver de Elisa, hacía sospechar a los investigadores que conocía el terreno. Tenía que tener alguna vinculación con el lugar.
La búsqueda de aquel Citroën ZX no resultó fácil. El vecino que lo vio dijo que el coche era verde y tenía matrícula provincial de La Coruña. Ese primer rastreo fracasó. Se amplió el foco a coches del mismo modelo, pero con otras tonalidades y matrículas, y ya en 2023 se hicieron pruebas de ADN a los propietarios de vehículos con esas características. Paralelamente, en los análisis del linaje del perfil genético de varón pelirrojo encontrado en el cuerpo de la víctima hubo importantes avances: acabó apuntando hacia tres ramas de descendientes de apellido Rodríguez.
La búsqueda del Citroën ZX y los avances genéticos iban cerrando el círculo. Y llegaron hasta un vecino de Narón (La Coruña) que parecía encajar con esas características. Era Roger Serafín Rodríguez. Tenía familia en el municipio donde se cometió el crimen y había sido propietario de un Citroën ZX, que no era verde, sino gris oscuro. Tampoco tenía matrícula de La Coruña, sino de Barcelona. El testigo se había confundido en esos detalles, pero no en el modelo. Las cuentas de las redes sociales de Roger Serafín, esencialmente Facebook, confirmaban su afición por la caza y encajaba con la descripción que investigaban: corpulento, pelirrojo y de ojos oscuros. La manera en que en las fotos empuñaba las armas, además, confirmaba que también era diestro.
La Guardia Civil ya no le sacó el ojo. Vigiló sus pasos, sus rutinas. Y si un Citroën ZX diez años antes había marcado el camino, el Renault Laguna que conducía en 2023 lo confirmó como autor del crimen. Una noche, cuando lo tenía aparcado delante de su casa, los investigadores limpiaron y prepararon la manilla del puesto de conductor y el retrovisor izquierdo –que Roger Serafín solía abatir tras aparcar– para recoger muestras. Las tomaron cuando aparcó en las instalaciones de Navantia, donde trabajaba. Repitieron el proceso cuando volvió a casa para asegurar la calidad de las muestras. Y el resultado fue positivo. Doce días después, lo detuvieron. Roger Serafín, sorprendido, acabó confesando.
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