El 'Gran Hermano' de la lucha contra el fuego
El Cecop de Orense coordina la respuesta de medios a la histórica ola de incendios que calcina la provincia y que ya ha arrasado más de 60.000 hectáreas
La superficie quemada este año es la mayor de las tres últimas décadas
Orense
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Iniciar sesiónSuena el teléfono y la respuesta es siempre la misma. «Incendios, ¿diga?». Al otro lado hay una voz casi siempre al borde de la desesperación, porque ve el humo, siente el fuego, la consume la angustia. Relata unas llamas que tiene al otro lado ... de la carretera, o que ve por la ventana, o que asoman tras los árboles. En esta ocasión es el pueblo de Trasestrada, en Riós. Son las 14.55 del mediodía. Las llamadas se suceden. Mismo sitio, misma tensión. El mecanismo se pone en marcha.
El técnico forestal busca entre las cámaras del distrito, la orienta de manera remota hacia la zona donde se realiza la denuncia y, efectivamente, localiza la columna de humo. Tiene imagen en tiempo real, y sobre el mapa establece el lugar aproximado. En cuestión de minutos se ha ubicado la amenaza. Lo siguiente es trasladarla al Cecopi de la sala acristalada anexa, que decidirá qué medios se pueden enviar. En veinte minutos ya habrá un retén de protección civil y otros de bomberos de Verín. En una hora ya sobrevolará un hidroavión. Y poco después se espera que aterrice el helicóptero con dos brigadas procedentes de Carballeda de Avia. A partir de ahí, la lucha cara a cara contra el fuego.
Todo en el Centro de Coordinación Operativa (Cecop) funciona siguiendo una lógica. Da respuesta a la amenaza incendiaria que asola este agosto la provincia de Orense, y que ya ha consumido más de 60.000 hectáreas. Detrás de las diez pantallas que surten de la información detallada de los medios humanos y materiales desplegados, que muestran las cámaras fijas dispersas en el territorio y las de las bases, que se asoman a las que llevan los helicópteros en su panza, está la infantería anónima del SPIF, el Servicio de Protección y Defensa de Incendios Forestales. Una parte atiende las llamadas del 085, el teléfono del fuego en Galicia; otra, gestiona el distrito forestal XII, que componen los 28 concellos que rodean a la capital orensana; y otra coordina los medios aéreos.
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«Incendios, dígame. ¿Es un fuego nuevo o una reactivación?». Vuelve a haber llamadas de Cualedro, aunque realmente es inexplicable qué puede quedar por arder en ese municipio al sur. Las operadoras introducen la incidencia en el sistema, y el distrito forestal enviará a un agente de manera urgente, que estará seguido de una brigada y una motobomba, para extinguir el conato. El sistema XeoCode permite geolocalizar en tiempo real a cada efectivo del servicio gallego de extinción. Lo distinto de este año es que las incidencias se multiplican por culpa de las altas temperaturas, los vientos cambiantes y la casi inexistente humedad del suelo. El operativo hace malabarismos para intentar llegar a todo. No siempre se consigue. Este lunes empezaron a llegar los refuerzos del Ejército comprometidos por Pedro Sánchez. Toda ayuda es poca.
La provincia tiene declarado el nivel 2 de emergencia, de ahí que esté constituido permanentemente un Cecopi. En él se sientan Guardia Civil, Policía Nacional, Protección Civil, el 112, Ejército de Tierra, la UME, Subdelegación del Gobierno, la Xunta, un técnico forestal e incluso Adif, ahora que el fuego está condicionando la conexión ferroviaria entre Galicia y la Meseta. No hay políticos. Las decisiones se adoptan aquí, de manera coordinada.
Uno de los momentos más complejos que se vivió durante esta crisis incendiaria fue el confinamiento de un grupo de jóvenes en la estación de invierno de Manzaneda, cuando empezó a estar sitiada por el gigantesco incendio de Chandrexa y no podía procederse a la evacuación. «Hubo que defender el fuerte», lo define un testigo. Se optó por una estrategia para reorientar el fuego y que no afectara a las instalaciones. Fue un acierto.
Primero, personas
La prioridad establecida está clara: primero salvar personas, después las viviendas, luego las explotaciones y negocios, y por último el monte. Eso lleva a que las previsiones de la mañana, que establecen un plan de trabajo para la jornada, sufran alteraciones cuando aparece un nuevo fuego que amenaza un núcleo habitado. Es el caso de Trasestrada. «Nos han metido uno nuevo», comenta con rabia Manuel Rodríguez a su gente, «esa zona la teníamos controlada». Sandra, la técnico forestal de extinción, admite que estos son los peores momentos. «Mantenemos la moral alta, pero la mina que cuando nos volcamos en un incendio aparezcan otros nuevos». El incendiario no descansa.
A las tres de la tarde se convoca un briefing en una sala superior para informar de cómo avanza la jornada. El fuego de Trasestrada tiene una derivada que preocupa: está cerca de la línea del tren. Los asistentes deciden que, aunque las vías ahora mismo no tienen afectación, la evolución del fuego puede ser un factor de riesgo. Se impone la prudencia. Hoy tampoco habrá AVE. «No vamos a asumir que un tren pueda quedarse encerrado en un túnel lleno de pasajeros», sentencia Manuel Pardo, el responsable del Cecopi.
Desde la llamada de alerta todo se pone en marcha para localizar el fuego, verlo y enviar los medios a la mayor brevedad
Se incorpora a la reunión el conselleiro de Sanidad. El fuego afecta a los pequeños centros de salud, muchos de ellos sin luz, y para los que se ha necesitado habilitar conexión de Starlink para que el sistema operativo del Sergas pueda atender a sus pacientes. Política Social informa de las necesidades de sus residencias de mayores. Si es necesario, un técnico forestal evaluará la situación de cada centro para determinar si hay que desalojar o basta con confinar a los mayores. Como este, hay otros dos briefings al día. El presidente de la Xunta llega a primera hora de la tarde. Lo acompañan los conselleiros de Medio Rural y el de Presidencia. Reciben la actualización de la jornada. Parece que el fuego que amenazaba al Courel se controla. Una de cal. La lluvia se retrasa. Otra de arena.
El teléfono sigue sonando. «Incendios, ¿diga? ¿Dónde está usted?». La llamada que no cesa.
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