El Gobierno enviará un robot al Villa de Pitanxo para investigar el naufragio

Pero ni hay una fecha concreta ni las maniobras serán sencillas. Se llevarán a cabo en 2023, siempre «teniendo en cuenta la meteorología de la zona y la disponibilidad de los medios que intervengan», ha prevenido el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Además, antes de inspeccionar el barco hay que encontrarlo. Por eso en una primera fase se explorará el fondo marino en el punto del hundimiento del buque y en el área circundante donde sea más probable encontrarlo. Y aunque no sea seguro localizarlo en esas coordenadas, pues dependiendo de la velocidad del hundimiento y de las corrientes marinas, el pecio podría haber acabado a una profundidad considerable, la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM), el órgano encargado de la investigación técnica de los naufragios en España, considera que es «probable» dar con él cerca del lugar donde se produjo el hundimiento.

Con el pesquero localizado se podría en marcha la segunda fase. Será el momento en el que un vehículo no tripulado, controlado de forma remota, conocidos como ROV, dotado de cámaras inspeccionará diferentes partes del pecio y el contexto —equipos, artes de pesca y fondo marino— que pueda resultar interesante para aclarar las circunstancias del naufragio.

El Gobierno español recurrirá al sector privado para todas estas operaciones. Después de consultar a varios organismos públicos que trabajan con buques de navegación oceánica sobre las capacidades técnicas de sus tripulaciones, sus sistemas y equipos, el Ministerio concluyó que lo más adecuado para inspeccionar el pecio «con garantías en el plazo más conveniente» era echar mano de compañías privadas especializadas que tengan «buques y equipos idóneos y de dotaciones específicamente formadas». Por eso el Ministerio de Transportes ya prepara la licitación de un contrato que se tramitará conforme con al Ley de Contratos del Sector Público.

Que un robot intente localizar e inspeccionar el pesquero ha sido la gran demanda de los familiares de las víctimas durante los últimos meses. No ya para encontrar los cuerpos de los tripulantes desaparecidos —solo se recuperaron 9 de los 21 cadáveres—, sino para aclarar las circunstancias del accidente, sobre el que hay dos versiones muy diferentes. La del patrón del pesquero, Juan Padín, uno de los tres supervivientes, que secunda la empresa armadora, el Grupo Nores, según la cual el pecio habría quedado sin gobierno tras un golpe de mar; y la que sostiene el marinero y superviviente Samuel Koufie, que señala supuestas negligencias de Padín en las maniobras para no perder la captura, y presiones para que se alinease con la versión oficial del naufragio. El tercer superviviente fue Eduardo Rial, sobrino del patrón y también marinero.

El resultado de estas operaciones podrían ser claves para las dos investigaciones que hay en marcha sobre el Villa de Pitanxo: la penal, de la Audiencia Nacional, que investiga las supuestas responsabilidades del patrón en el siniestro; y la de la CIAM, de carácter técnico, que siempre se lleva a cabo tras un naufragio. Sobre las pesquisas de último organismo, el Ministerio explicó ayer que en breve se harán los primeros ensayos en el laboratorio sobre una maqueta del buque que se había encargado. La CIAM prevé publicar en febrero un informe provisional sobre los «datos objetivos» del accidente, que no incluirán todavía ni conclusiones ni recomendaciones.