Galicia revive las peores pesadillas de los incendios: «Es un infierno, hay fuego por todos lados»
Con más de 13.000 hectáreas arrasadas desde el pasado jueves, y más de 700 personas desalojadas de sus viviendas, algunas calcinadas, la Comunidad verde por antonomasia lucha contra las llamas que devoran su patrimonio natural
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LORENA R. DE LA TORRE
ORENSE
Galicia revive las peores pesadillas que han dejado en el imaginario colectivo los incendios forestales. Unas 750 personas tuvieron que salir por la puerta de sus casas con lo puesto el domingo por la noche: las llamas se acercaban a sus hogares y, de ... hecho, algunas de ellas quedaron calcinadas.
En estos momentos, hay tres principales focos de incendios, todos en Lugo u Orense. El foco de los municipios lucenses de A Pobra do Brollón y Folgoso do Courel, así como el de Carballeda de Valdeorras (Orense), han sido los peor parados en una jornada extenuante para los profesionales de emergencias: en cada uno se han calcinado más de 4.500 hectáreas de bosque. En Vilariño de Conso (Orense), las llamas han arrasado con otras 1.800 hectáreas. Entre todos los frentes de la comunidad, la desoladora cifra de más de 13.500 ha convertidas en ceniza entre los casi 20 incendios que llevan asolando Galicia los últimos cinco días.
Rabia, Impotencia. Con estas dos palabras, los vecinos de Alixo, en O Barco de Valdeorras (Orense) siguen con el miedo metido en el cuerpo después de pasar toda la noche en vilo, por la ola de incendios que castiga toda Galicia y que sigue devorando hectáreas a su paso, favorecida por las terribles condiciones, altas temperaturas, poca humedad y fuerte viento.
Desde que el jueves pasado la seca tormenta que asoló Galicia se saldó con casi medio centenar de incendios provocados por los rayos, los servicios de extinción profesionales siguen trabajando sin descanso para tratar de hacerse con los incendios, que avanzan sin control. El viento favoreció el domingo la reactivación de los incendios, que habían sido dado por controlados, quemando a su paso casas, cortando carreteras y provocando desalojos de cientos de vecinos.
«Si estamos aquí, esto no pasa, porque nosotros no dejamos entrar el fuego, lo apagamos por medios manuales, somos gente trabajadora, gente humilde, no tenemos miedo a nada, sólo a la impotencia porque no nos dejaron pasar. Que nos dejen pasar a nuestro pueblo y defenderlo, si ardemos alguno, ardemos en nuestro pueblo, pero que no nos hagan esto», comentaba una vecina, quien después de llevar a sus padres al Barco para evitar problemas vio con impotencia cómo ya no pudo pasar.
Los vecinos de Alixo lamentan que no pudieron ir a sus casas para trabajar con sus propios medios para evitar que el fuego llegase a las casas. La Guardia Civil cortó por la noche el acceso a los vecinos ante la proximidad del incendio a las viviendas. El balance fue doce casas calcinadas, tal y como confirmaron las distintas autoridades. «Lo único que pude hacer fue sacar a mis padres, mi padre tiene una enfermedad respiratoria, lo sacamos como pudimos y les llevé a sitio seguro«, explica Isabel, vecina de Alixo, uno de los núcleos más afectados por los incendios.
Zona cero
En este pueblo, que se ha convertido en una de las zonas cero del incendio junto con la parroquia de Candeda (en Carballeda) se quejan de que la ayuda llegó tarde, ya que cuando se reactivó el fuego y avanzó hacia estos núcleos no había medios de extinción para intentar contenerlo. Los vecinos de estas zonas optaron por coordinarse entre ellos, con todo lo que iban encontrando, desde mangueras, calderos, a fin de evitar que el fuego quemase las casas de sus abuelos y pertenencias.
Toda ayuda era poca. Blas, otro vecino de Alixo, tuvo que llamar a un vecino para que pudiese salvar a sus caballos. Además, dos agentes tuvieron que sacar a una persona de edad avanzada, que tenía invalidez y que no podía salir por sus propios medios. Con el paso de las horas, la tensión se hizo cada vez más patente en estos núcleos a medida que veían cómo el fuego avanzaba hacia sus casas, algunas ellas deshabitadas o convertidas en segundas residencias.
En otros pueblos, como Vilariño y Viloira, los vecinos también pasaron la noche en vilo al ver cómo el fuego avanzaba sin control hacia sus viviendas mientras sacaban las mangueras «para tratar de apagarlo», explica un lugareño. Otro afectado relataba cómo «desde las dos de la madrugada estaba en pie llamando al 112, al ver fuego descontrolado por todos los lados». La única solución que les quedaba fue hacer «cortafuegos e ir apagando» como podía. «Fue un infierno, la temperatura era salvaje, no había quien pudiese estar. Las llamas y el calor eran insoportables y venía el fuego por todos los lados», resume.
El propio alcalde de O Barco, Alfredo García, avanzaba este mismo lunes una situación «muy complicada» para las próximas «24 horas» debido al viento, que ha vuelto a reactivar las llamas en diferentes puntos, complicando las tareas de los equipos de extinción.
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