Galicia se lanza al futuro con el plató 'mandaloriano'
El Coruña Estudio Inmersivo (CEI) lleva a la ciudad herculina la tecnología puntera que empleó Disney en su cine: permite crear infinitos universos y recorrerlos sin abandonar un solo edificio

Una cámara se mueve por el desierto. Gira, y las dunas desaparecen: ahora está en medio de un bosque nevado. No es magia: es la tecnología más puntera. Así funciona el plató del futuro: una instalación que permite cambiar de universo sin moverse un ... metro. El Coruña Estudio Inmersivo (CEI), ya conocido como el 'mandaloriano' gallego, ha aterrizado en la ciudad herculina con una promesa: convertir a la comunidad gallega en un referente internacional de la producción audiovisual más avanzada.
Lo sustancial es que invierte por completo la fórmula que ha regido hasta ahora la producción audiovisual: en vez de grabarse las secuencias y después editarse, en cada escena se filma el producto final. Atrás quedaron los tiempos de aquella lona verde, el 'chroma key', en la que se proyectaban los efectos durante la postproducción. «El proceso se invierte. Lo que se tiene ahora es una preproducción importante, porque los escenarios sobre los que luego se trabaja deben generarse previamente», explican a ABC desde el departamento técnico de Pedralonga, joint venture que agrupa a las principales empresas audiovisuales gallegas e impulsora del CEI. En ello se emplean herramientas de renderizado de gráficos, como Unreal Engine, para construir entornos tridimensionales. Se procesan en otra fase con un programa que «crea una 'capa' por encima» y el escenario, ya generado, se envía a varias pantallas.
La protagonista es la de fondo, o «de suelo», como la conocen en el CEI por su soporte fijo. Es la «ventaja principal» de la instalación: una pantalla curva «de 28 metros de cuerda y 6 metros de altura, y una boca de 19,70 metros», que, crucialmente, dispone de 1.9 'píxel pitch', que mide la distancia entre cada pareja de los píxeles de la pantalla. Es de lo más moderno que ofrece hoy esta tecnología, que sigue en estadio experimental. Solo esa pantalla principal tiene 400 millones de píxeles, y todos los mueven en tiempo real procesadores «de forma que la cámara, que está situada en la escena, al mismo tiempo que se desplaza, hace zoom o cambia el foco», remite esos datos al sistema para emular su presencia en el escenario. «Es decir, al mismo tiempo que la cámara se mueve, la pantalla se mueve también».
La tecnología se popularizó Disney con el rodaje de 'The Mandalorian' –de ahí el apodo del CEI: el plató 'mandaloriano'–, si bien ya «hace unos cuantos años» desde que se grabó –seis– y que empezó a invertirse en su desarrollo. «La pantalla que utilizaba era de 3.6 píxel pitch. Más o menos de las dimensiones de esta (...), más cerrada, pero de menos calidad», simplemente por la evolución tecnológica que ha habido desde entonces. De hecho, por entonces no se tenía la capacidad de cálculo necesaria para mover la totalidad de la pantalla y tenía que grabarse «por tercios», como piezas que luego se aunaban.
Grabaciones tridimensionales
Pero el desarrollo ha sido rápido –y sigue siéndolo–. «Mover la totalidad de la pantalla y renderizarla a tiempo real... Hoy en día ya somos capaces». Se ha alcanzado la sincronía perfecta: al mismo tiempo que se mueve la cámara, la imagen en la pantalla se desplaza en consonancia. Pero, claro, para que esto funcione antes «tienes que generar» ese entorno. Ahí entra el salto de la postproducción a la preproducción: para proponerse siquiera grabar una escena, debe existir un escenario que la sostenga, y eso es trabajo para los técnicos y diseñadores gráficos. «Tienes que trabajar previamente en Unreal Engine: o hacer una grabación tridimensional y luego volcarla y tratarla, o generar una escena en Unreal gráficamente».
Su funcionamiento lo hace posible una red que se extiende en vertical. «La cámara está sensorizada y lleva [integrado] un sistema de 'tracking'. En el techo del plató hay una especie de puntos reflectantes, de rectángulos, que son dianas. Y la cámara porta a su vez otra encima con una óptica que lee en todo momento esas dianas». En la práctica, el sistema conoce en todo momento la posición de la cámara y el ángulo que enfoca. «El ejemplo más práctico es que si estás en un escenario y tienes una casa frente a ti (...), ves su fachada. Pero si la cámara se empieza a desplazar a la derecha o a la izquierda, comienzas a ver los laterales y los ángulos de la casa (...), como si te estuvieses desplazando [en] la escena». No solo eso, sino que las ópticas de la cámara «tienen metadata» y permiten hacer ciertas virguerías, como adaptar el enfoque de forma automática. «Si tienes a una persona en la escena y detrás el escenario que quieras, (...), coges foco sobre la persona y el paisaje se difumina. También con los primeros planos».
A estos sistemas, eso sí, los acompañan intensas curvas de aprendizaje. Y van más allá de saber manejar o no el entramado de cámaras y pantallas: «Es una herramienta que también los productores, no solo los técnicos, tienen que aprender a usar. Hay cosas que ahora puedo hacer que no se me ocurriría hace un año escribir en un guion», expone a ABC Alfonso Blanco 'Fosco', director general de Portocabo y presidente del Clúster Audiovisual Galego. Secuencias que, por imposibilidades técnicas o logísticas, sería tremendamente costoso –o directamente imposible– recrear, pero que ahora empiezan a concebirse. «Es algo que hay que aprender a utilizar técnicamente, pero también creativamente, por las potencialidades que tiene. Nos coloca a la vanguardia de un tipo de tecnología que va en crecimiento. A un territorio como Galicia, que estuvo siempre a la cola de España, sin infraestructura. Pasamos de estar a la cola a ser punteros en un año», repasa.
Porque, históricamente, la casuística de Galicia y el audiovisual tiene sus particularidades. Como comunidad, funciona como «un dispositivo generador de contenido», dice, especializado en las producciones propias. «Es una maravilla, pero también es cierto que no estamos para nada en otro mercado muy potente: el de las producciones nacionales e internacionales que vienen a rodar aquí. Vienen algunas de vez en cuando, pero la mayor parte de lo que se rueda es generado desde aquí. Ese es un valor gigantesco, por supuesto, y tenemos que ser conscientes de esa capacidad de creadores y de productoras de generar contenido desde aquí para el mundo, que nos diferencia».
«¿Qué pasa? Bueno, eso ya lo teníamos (...), va bien y vamos en crecimiento. Pero aquí nos queda un área que en sitios como Andalucía y Canarias es casi el 90% de lo habitual: el servicio de producción» para proyectos foráneas, atraídos por el potencial y la oferta de esos territorios. «¿Y por qué no vienen a Galicia? Porque no hay infraestructura. Para ese tipo de servicio sí la necesitas. Y en otros territorios con muchísimo menos potencial que el de nuestro audiovisual ya la tenían». La llegada del CEI, fruto de una inversión de casi 9 millones de euros cofinanciados entre la Diputación provincial y el Gobierno con fondos europeos, cambia ese escenario: posiciona a la región en la vanguardia tecnológica y le otorga competitividad para abrirse al mercado exterior.
'Hasta dónde llegaremos'
«Hubo una oportunidad, unos fondos, una administración, un clúster que estábamos muy activos queriendo traer infraestructuras, sabiendo que era una carencia que teníamos. De repente conseguimos traer esto y nos da [valor] competitivo, nos coloca un poquito más en el mapa en algo que no estábamos muy colocados, el 'service' de producción», cuenta Fosco. La pregunta que se hace ahora el sector es «hasta dónde llegaremos». El reto ahora es aprovechar el potencial: formar a técnicos especializados, ampliar las instalaciones —con dos nuevos platós previstos para 2026— y generar una oferta atractiva para cine, publicidad, animación o series. Hasta se plantea crear un banco de escenarios digitales reutilizables, que facilite producciones más ágiles y versátiles.
Del chroma al píxel, del fondo verde al universo entero. Galicia ha dado el salto. Y si en 'The Mandalorian' la tecnología permitió crear galaxias lejanas, aquí puede servir para acercar el audiovisual global a una tierra que nunca dejó de contar historias. Universos a la carta, en La Coruña, sin moverse del sitio.
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