Los frentes abiertos de la brecha digital: mayores y rural

Los últimos datos compartidos por el Observatorio de la Sociedad de la Información en Galicia arrojan avances importantes en la digitalización de la población más alejada de las nuevas tecnologías

El reto de adaptar el banco a todas las generaciones

Una mujer consulta su teléfono móvil IGNACIO GIL

JACOBO LEÓN

SANTIAGO

La digitalización se ha convertido en una de las principales prioridades de las sociedades modernas. El desarrollo de una infraestructura tecnológica sólida ofrece un gran número de oportunidades que parten desde lo económico y se ramifican a ámbitos como el acceso al sistema sanitario, ... la utilización de servicios bancarios, el consumo de información y ocio, la comunicación interpersonal o la promoción laboral. En Galicia, los esfuerzos realizados han ido dirigidos a combatir la denominada brecha digital. Este término hace referencia a la desigualdad en el acceso, uso o conocimiento de las Tecnologías de la Información de la Comunicación (TIC) entre distintos grupos sociales. Por ello, el gobierno regional aumentó, en consonancia con la Unión Europea, su inversión en proyectos como 'Estrategia Galicia Dixital 2030' dirigidos a combatir esta brecha. Y poco a poco se ha ido cerrando en algunos sectores de la población.

Un informe publicado recientemente por el Observatorio de la Sociedad de la Información en Galicia (Osigma) correspondiente al año 2022 recoge que hombres y mujeres acceden casi por igual al uso del ordenador (77,8%) e Internet (92,7%). Santiago González, sociólogo y presidente de la Federación Red Acoge, destaca el esfuerzo realizado desde las instituciones y los colectivos de mujeres para lograr que la brecha digital de género se reduzca. Sin embargo, avisa del trabajo que queda por delante. «El gran problema en este momento es encontrar talento femenino que quiera desarrollar competencias, no como usuario, sino como profesional de las tecnologías», afirmó González para este medio.

Esta brecha digital sí es más visible en otros grupos sociales. Las provincias de Lugo y Orense se mantienen a la cola en el uso de ordenador e Internet en el último año. Esta situación se recrudece en los pueblos más pequeños: solo el 52,74% de los hogares de las localidades con menos de 5.000 habitantes dispone de ordenador y el 76,18% de Internet, cifras muy inferiores al 75,88% y 90,43%, respectivamente, de las ciudades con más de 50.000 habitantes. «No tiene por qué haber menos competencias digitales en el ámbito rural, pero las dificultades de acceso por problemas de conectividad son mayores«, resume el presidente de Red Acoge. Desde la Federación Gallega de Asociaciones Universitarias Séniors (FEGAUS) profundizan todavía más en esta problemática. Su presidente, Alejandro Otero, recuerda que 57 pueblos de Galicia ya no cuentan con oficina bancaria física. »Ya no hablamos solo de cerrar la brecha digital, sino de una necesidad urgente de dar una solución a esas personas que no pueden realizar ninguna gestión que no sea electrónica. Y esas personas se encuentran sin formación«, afirma.

A la dispersión geográfica y los desafíos del entorno rural se suman las franjas de población más longevas. El 41% de los gallegos mayores de 65 años utilizó Internet en 2022, una cantidad que duplica los datos de 2018. Sin embargo, el resto de los tramos de edad supera el 88%, lo que pone de manifiesto la gran diferencia intergeneracional que todavía existe en el empleo de las nuevas tecnologías.

Santiago González detecta varias amenazas dentro de esta disparidad. Por una parte, afirma que «las dificultades de acceso» a sectores como el de la banca electrónica y «la sustitución de las oficinas físicas y el contacto con personas refuerza la exclusión» de los mayores. Por la otra, se queja de «la complejidad para acceder a certificados digitales de la Administración Pública» y la dificultad que se encuentran los mayores para utilizar algunas aplicaciones. «Los esfuerzos son pequeños parches, útiles sin duda, pero que no abordan el fondo de la cuestión«.

La solución señala, según el sociólogo, a «una alfabetización que tiene que pasar por el buen conocimiento de las herramientas digitales», ya desde edades tempranas. «El foco hay que ponerlo en los intereses y los usos que cada usuario le da a la tecnología«, explica Marcos Mata, presidente del Colegio Profesional de Ingeniería Técnica en Informática de Galicia (CPETIG), quien destaca que »el relevo de las generaciones más jóvenes ayudará a equilibrar, en el medio y el largo plazo las posibles diferencias«.

Educación «didáctica»

Para hacer frente a este escenario, la Xunta, a través de la Agencia para la Modernización Tecnológica de Galicia (AMTEGA), trabaja en estrecha relación con asociaciones como FEGAUS, dirigida a personas mayores de 55 años. Alejandro Otero insiste en la necesidad de una educación «más didáctica» en esta franja de edad y dirigida a acciones digitales cotidianas. En su plataforma web, FEGAUS cuenta con más de 1.000 vídeos, gratuitos y de libre acceso desde móvil, ordenador o Smart TV, en los que se muestra cómo enviar un Bizum, corregir problemas de WhatsApp, contratar viajes o seguros a través de Internet, pagar recibos, solicitar un préstamo, poner reclamaciones o pedir una cita previa. El 5G, la domótica y 'el Internet de las cosas' conforman parte de su plan de actuación futuro, que se centra también en el factor humano: entre marzo y mayo de este año dieron formación en herramientas digitales de comunicación a 714 mayores en situación de aislamiento y soledad no deseada.

Peor tras la pandemia

Promover la adaptación al mundo laboral e impulsar la promoción de talento digital se sitúan como otros de los objetivos propuestos por el gobierno autonómico como parte de su 'Estratexia Galicia Dixital 2030'. Uno de los brazos articulados para alcanzar este propósito es la Red CeMit, un tejido de casi cien aulas habilitadas con sistemas informáticos y cursos de formación digital repartidas por más de 90 ayuntamientos. Por ellas pasan miles de alumnos cada curso, quienes se topan con algunas carencias competitivas. «Los esfuerzos son bienintencionados y están bien orientados en lo básico», comienza Santiago González, quien contrasta que «la formación ofrecida está unos años por detrás de las herramientas que se están utilizando a nivel empresarial». De tal manera que «quienes realizan cursos de formación y actualización se encuentran con aplicaciones de uso común que no conocen cuando llegan al ámbito laboral». El sociólogo detecta que esta situación se ha agudizado tras la pandemia «porque la inversión de las grandes corporaciones no tiene una correlación directa con las capacidades que somos capaces de crear en los ámbitos formativos y de orientación laboral». Desde el CPETIG recalcan la necesidad de «un reciclaje formativo continuado para no quedarse atrás», una máxima que se «aplica al conjunto de la población mundial», por lo que resulta fundamental una transversalidad óptima entre las instituciones y la realidad empresarial.

De esta manera, desde Red Acoge, CPETIG y FEGAUS coinciden en la necesidad de una alfabetización digital útil, alejada de los fríos datos estadísticos, y que sepa mostrar la realidad de la sociedad gallega, causar un impacto positivo en la vida de los ciudadanos y limitar lo máximo posible la brecha todavía existente.

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