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El psiquiatra de Roger Serafín niega cualquier patología: «Es una persona normal, que hizo algo atroz y siguió adelante»

En la cuarta sesión por el crimen de la ferrolana, en 2013, los facultativos que analizaron el cuerpo destacaron que no había marcas de defensa y que la víctima «no pudo reaccionar por agotamiento»

Roger Serafín, durante la cuarta sesión del juicio ABC
Patricia Abet

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Cuarta sesión por el crimen de la ferrolana Elisa Abruñedo. Inmersos ya en la prueba, este jueves fue el turno del médico forense que realizó el informe de autopsia de la mujer, violada y asesinada en Cabanas en septiembre de 2013, que explicó que la posición del cadáver evidenciaba «una situación impresionante de total desprecio hacia la víctima». Sus impresiones sobre el crimen son claras, al indicar que «hay una intención de matar, con una violencia fría, planificada e innecesaria». Es más, el experto evidenció la «impulsividad» primera por parte del autor confeso, Roger Serafín Rodríguez, cuando elige a su víctima se mantuviese luego en la posterior agresión.

En esta línea, consideró que hubo un «control planificado» en los posteriores hechos desde el momento en el que, al pasar por la zona y al ver a la víctima sola, opta por interceptarla. «No aparece ningún indicio de una persona que no fuera consciente de lo que hace», sentenció otro de los agentes como experto en Psicología. Además, y sobre la falta de posibilidad de defensa de la víctima, los peritos indicaron que «no reacciona por agotamiento».

En esta sesión de la vista el facultativo relató que, en primer lugar, la víctima fue agredida en el cuello, donde tenía «múltiples lesiones», algunas de ellas producidas por el cable de los auriculares que llevaba al ir escuchando música cuando fue sorprendida. Además, presentaba «lesiones de arrastre» debidas al choque y rozadura al ser desplazada por un terreno irregular a lo largo de «unos 17 metros», según ha concretado, desde que la sorprende hasta el lugar en el que comete la agresión sexual y donde la mata con tres cuchilladas que afectaron a zonas vitales: cuello, corazón y pulmón. «No hay signos de defensa», anotó el facultativo, que indicó que le «llamó la atención no solo las lesiones sino la cara de la víctima de impotencia, de desesperación».

El psiquiatra que analizó el autor confeso de los hechos manifestó en la sesión de este jueves que Roger Serafín «no se explicaba cómo una persona como él había hecho algo así», y se arrepintió del crimen «pero no por los hechos en sí» sino por la imagen que pudiesen tener de él sus conocidos y porque lo hubiesen detenido. Sobre su estado mental, el psiquiatra reveló que «no presentaba patologías que explicasen lagunas de memoria». Preguntando por el comportamiento de Serafín en los años siguiente al crimen, el experto aclaró que «las personas podemos hacer cosas atroces y seguimos hacia delante, y no hay que buscarle más explicación». «El ser humano pude cometer hechos terribles y seguir, no hay más. Lo que me dijo fue que le había producido una gran sorpresa que lo hubiesen detenido porque él ya tenía casi olvidado el tema».

«Era una persona con una vida ordenada»

La radiografía mental del acusado dejó claro que se trata de una «persona con vida ordenada, integrada socialmente, sin afectaciones de ningún tipo y sin alteraciones sexuales ni de la personalidad». El único rasgo, mantuvo el psiquiatra, era el perfeccionismo en su vida diaria, «un dato irrelevante completamente». Además, indicó, «nos negó siempre el consumo de drogas, ni antes ni durante ni después de los hechos». «Sabía lo que hacía, no tiene alteraciones que lo lleven a desconocer lo que hizo y su voluntad está perfectamente conservada en esos momentos», indicó. Ahondando en la carencia de explicaciones psiquiátricas a lo sucedido, el psiquiatra aclaró a los jurados que «todos somos capaces de cometer estos hechos y seguir adelante con nuestra vida, solo hay que retirar frenos morales para dejar salir la peor versión de nosotros mismos».

La cuarta vista por el crimen de Elisa también sirvió para exponer a los integrantes del tribunal ciudadano el impacto anímico que la muerte de su madre tuvo en sus dos hijos. «No han podido avanzar» inició la psicóloga que los trató, haciendo hincapié en la realidad del pequeño de los hermanos, «cuya casa se derrumbó totalmente». «Lo que pasó con el pequeño es que se encontró tan vulnerable que fue hacia atrás, no pudo ir hacia delante, es como sentarse en una silla viendo pasar tu vida. No ha transitado su propia vida, se quedó anclado en 2013» reveló la psicóloga.

En el caso del hermano mayor, la psicóloga declaró que «no se ha permitido derrumbarse» aunque soportes emocionales como su padre o su tío también han desaparecido. «Él ha tenido que manejar la situación de otro modo, sosteniendo a su hermano. Sentía que él tenía que mantener viva la memoria de su madre para que la siguiesen buscando» relató la experta sobre sus circunstancias vitales.

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