cuarto singuante
Hecha la ley, hecha la trampa
Los jueces deberían hacérselo mirar. La balanza que simboliza su equilibro en la toma de decisiones necesita una revisión
Fernando Méndez
La próxima vez que vaya al médico voy a preguntarle si es de derechas o de izquierdas, más que nada para saber si me dará un tratamiento conservador o prefiere experimentar alguna nueva terapia. ¿Se lo imaginan?... De pronto detecto que su fonendo ausculta más ... mi pulmón izquierdo y desatiende el otro sin motivo aparente. Y luego hace lo mismo al explorar mis riñones. Me da que desconfiar. Le pregunto por qué escora tanto hacia un lado y él me dice que no es una cuestión sanitaria sino ideológica, que a veces le da por dedicarse más a un hemicuerpo que otro, pero que no me preocupe.
—Tranquilo, está usted como un roble — añade.
Esta idea no es tan descabellada si pensamos que los jueces —la última garantía del Estado de Derecho— anteponen en determinadas instancias el color político al fundamento jurídico. No hace falta rebuscar mucho: la amnistía y el Constitucional, por ejemplo. Desde que se supo que este tema se iba a dirimir en el TC el resultado ya estaba cantado: punto para Puigdemont y balón de oxígeno para Sánchez.
Un juez, por definición, es una persona que tiene la potestad de juzgar y sentenciar, pero la Real Academia no aclara de qué manera lo hace o si la influencia ideológica afecta al resultado final de su decisión. Solo el hecho de ponerse el distintivo de 'juez progresista' o 'juez conservador' y que se adscriban a asociaciones con sesgo partidista sugiere que en determinadas resoluciones podrían caber ciertos desequilibrios. Y, así, la tan cacareada independencia judicial queda en entredicho.
Pero con los médicos no ocurre: nunca se me ha dado el caso de que me recetan ibuprofeno de color azul o rojo para mandarme, de paso, un mensaje proselitista. Si algo te duele, te duele, y da igual que juegues por el lado derecho, el izquierdo o seas mediocentro o extremo. Lo mismo pasa con los pilotos, el personal del supermercado o la panadería.
Por eso, los jueces deberían hacérselo mirar. La balanza que simboliza su equilibro en la toma de decisiones necesita una revisión, no tanto por parte de un fontanero sino de algún experto en contrapesos que nivele el sentido común. Aunque no sé… me temo que no tenemos mucho margen de maniobra. Ya lo dice el refranero: «Hecha la ley, hecha la trampa».
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