CUARTO SINGUANTE
Feliz edad
En Galicia la enfermedad mental y la felicidad van de la mano
Le pregunto a la inteligencia artificial qué puedo hacer en caso de depresión y lo primero que me dice es que lo lamenta. O sea, empatiza con la persona que desde el otro lado de la pantalla le plantea la cuestión. Luego, como buen psicólogo ... artificial que es, me da seis consejos: hablar con alguien de confianza, buscar ayuda profesional, escribir, mover el cuerpo, ser amable conmigo mismo y evitar el aislamiento. Todo eso a cambio de un clic. En apenas un minuto.
Después decido escalar de nivel y le pregunto cuáles son las claves de la felicidad. Entonces la IA tira de catálogo y me enumera varias frases de esas que lees inspirando profundamente mientras hueles esencias de menta y limón. La consulta termina con una sugerencia: «¿Qué tal si ahora bajamos a la Tierra y ponemos en práctica estos consejos?», me dice. Yo me quedo mirando la pantalla y termino dándole las gracias, a lo que ella (o él o ello) me responde: «Nada es demasiado raro para conversar».
Reconozco que me asusté un poco porque creí que además de compadecerse virtualmente me estaba leyendo el pensamiento. Y, claro, como en consultas emocionales a una máquina todavía estamos en pañales, nos cuesta soltarnos… Ya resulta difícil sincerarse con personas de carne y hueso, como para que aparezca una entidad exenta de sentimiento (o eso parece) y se ponga a hurgar en nuestro cerebro.
En Galicia la enfermedad mental y la felicidad van de la mano. Por suerte, somos uno de los territorios más envejecidos y al mismo tiempo uno de los lugares donde más calidad de vida tiene la gente; lo uno va con lo otro. Nosotros y Okinawa, en Japón, sabemos mucho de longevidad y tenemos una de las mayores tasas de centenarios. Eso no se consigue con solo desearlo. Es cierto que vivimos más tiempo, que somos más felices, pero también nos crecen las cifras de deterioro emocional. Para lo bueno y para lo otro, en cuestiones de salud mental tenemos experiencia y son muchos los focos que apuntan a Galicia queriendo averiguar la receta de nuestra larga existencia. El 'maloserá' es una de ellas. Y el 'sentidiño', otra. Son palabras que no curan enfermedades, pero las suavizan 'de carallo'. Así es que, de momento, gracias IA, pero para máquinas, 'nós'.
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