Fernando Calvet, el padrino modernizador de la bioquímica aplicada en Galicia
La RAGC lo nombra Científico Gallego del Año y le dedica su Día de la Ciencia en Galicia en 2025
Ciencia gallega para combatir la neumonía infantil, principal causa de muerte en niños

Fernando Calvet Prats (1903-1988) vería la luz en un municipio catalán, pero es el Científico Gallego del Año 2025. La distinción la concede la Real Academia Galega de Ciencias (RAGC) y la acompaña un cuidado programa dedicado a divulgar la relevancia de su figura y su aportación al patrimonio común; en su caso, en el ámbito de la bioquímica. Investigador, catedrático y director en laboratorios, Calvet entregó su carrera al desarrollo de nuevas técnicas y productos que mejorasen la vida de la gente. Y no fueron pocos: durante su tiempo en los Laboratorios Zeltia de O Porriño (Pontevedra), registró más de una decena de patentes en poco más de un año.
Cuenta a ABC el presidente de la RAGC, Juan Lema, que la palabra que mejor puede definir a Calvet es «modernizador». Su paso por la comunidad científica marcó un antes y un después, a mucho niveles: impulsó la entrada de mujeres investigadoras en laboratorios, defendió el asociacionismo estudiantil, organizó excursiones con sus alumnos para ir a conocer fábricas... Se preocupó por garantizar derechos que hoy «parecen normales, pero entonces no lo eran». Esa filosofía trascendía los ámbitos académico y científico, y postulaba un ideario marcadamente progresista. «No hubiera podido ser liberal en las aulas y conservador en su corazón. Todo está unido», dice Lema. Lo retrata como una persona, abierta, moderna, entregada a la apertura de nuevos senderos en el ámbito de la ciencia aplicada.
En 1927 se graduó como doctor en Oxford, y un año después, repitió operación en Madrid. En 1930, impulsó la creación en la USC de un laboratorio para prácticas de Química Orgánica –el primero de la capital gallega– y otro destinado a trabajos de investigación, configurando un grupo de expertos tremendamente capaz y pionero en las ciencias gallegas. En este periodo puso a puntonuevas técnicas de síntesis y aislamiento de compuestos orgánicos, y organizó un servicio de semimicroanálisis elemental orgánico que aprovecharon algunas industrias y elevó su prestigio, hasta el punto de recibir una felicitación de la Sociedad Española de Física y Química.
A partir de 1934 cambia su enfoque hacia la aplicación de la química orgánica en sectores económicos como la pesca o la farmacia. Funda en Vigo, con el médico Ramón Obella y el farmacéutico Francisco Ruvira, el Instituto Bioquímico Miguel Servet, en el que ejerce como director científico. Y ahí continúa desarrollando su trabajo, centrado esta vez en la conservación, análisis y extracción del tizoncillo del centeno para obtener alcaloides, que se emplearían para fabricar el preparado Pan Ergot, indicado para afecciones como la migraña y el glaucoma. Pero, con el arranque de la Guerra Civil, lo destituyeron como catedrático por «catalanista, antimiltarista y por sus ideas separatistas» y se exilió a Estocolmo, donde disponía de una beca de estudios.
Tiempo después, negoció con las autoridades franquistas su retorno a España, acordando la condición de que a su vuelta no sería represaliado. Sin embargo, fue arrestado y encarcelado en la prisión de Tui. Al salir, incapaz de reincorporarse a cuerpo facultativo de la USC, se asentó con su familia en Vigo, donde reinició su trabajo en los Laboratorios Miguel Servet, que a los pocos meses se integrarían en los Laboratorios Zeltia de O Porriño. Ese periodo, en el que ocupó el cargo de director técnico marcó una etapa fundamental de crecimiento en la comarca: el desarrollo que allí tuvo lugar, repasa Lema, se debió a una conjugación entre el ánimo científico de unos –imprescindible el impulso de Calvet– y la labor mercantil de otros, una comunidad de «empresarios comprometidos». Mientras lo explica, pone en valor la contribución de los hermanos lucenses José y Antonio Fernández, fundadores de la empresa, y su apuesta económica, que permitió desarrollar ideas científicas.
Porque, a juicio del presidente de la RAGC, «el polo biotecnológico de O Porriño no se entendería», no sería lo que es hoy, si no hubiese existido aquella aportación. El ecosistema empresarial que alberga es «herencia directa» de los cientos de investigaciones con el sello de Calvet, siempre dirigida a la búsqueda aplicaciones prácticas. Un ejemplo es el insecticida ZZ, que se comercializa en la actualidad. De hecho, aquel periodo le resultó tan prolífico que, en poco más de un año, Calvet patentó más de diez especialidades farmacéuticas y elaboró nuevos fármacos hepáticos, insulinas y vitaminas.
Desde 1944, pasó por las universidades de Salamanca, Oviedo y Barcelona; además, en esos años también trabajó en el Brooklyn Polytechnic Institute de Nueva York y en la universidad neoyorquina, donde estudió el metabolismo de las células hepáticas. Viajando como lo hizo, a Calvet no le faltó contacto con algunos de sus referentes. El epicentro de la química en aquellas décadas, cuenta Lema, estaba en países europeos como Alemania, Inglaterra o Suecia, por los que él pasó. De hecho, tuvo la improbable fortuna de cruzar caminos con al menos dos nobel: Ulf von Euler –con quien compartió piso en Estocolmo en 1935– y Heinrich Wieland –su maestro durante su paso por la fundación Rockefeller–. A lo largo de su vida, siguió tratando de ensanchar su trayectoria profesional, pero también por cultivar avances que aportasen al patrimonio científico. Siempre esgrimió un genuino «ánimo por conocer», concede Lema.
MÁS INFORMACIÓN
En Galicia, y concretamente en Santiago, Calvet fue el gran «iniciador de la química orgánica» junto Ignacio Ribas, otro gran investigador a quien se le dedicó el Día de la Ciencia en Galicia en 2016. Así que, a lo largo de este año, la RAGC prepara una hoja de ruta con actos para reivindicar su figura. Todavía es pronto para anunciar propuestas fijas, pero avanza el presidente de la academia que la intención es impartir conferencias divulgativas en Santiago y en O Porriño, preparar una exposición en el Gaiás sobre el impacto de la biotecnología en Galicia y Calvet como su precursor; un vídeo resumen de su vida; libro a presentar en la Facultad de Química; la proyección de la película 'Os fillos do sal', que repasa su trayectoria vital, en centros de enseñanza, de ser posible; y lograr la implicación del Ayuntamiento de Villafranca del Penedés –su pueblo natal– y del Instituto de Estudios Catalanes.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete