Encuentran material desconocido sobre el caso Déborah en las obras de una comisaría de Madrid

La noticia ha caído como un jarro de agua fría sobre la familia de la joven, que hace escasos días lamentaba que la titular del Juzgado de Tui, a cargo de la instrucción, hubiese denegado su petición de conocer la cadena de custodia del disco duro del ordenador de Déborah y detalles sobre la naturaleza del acta de recogida del disco duro. Un equipo que, denuncia la acusación, fue manipulado por una mano profesional para hacer un borrado de datos clave para las pesquisas sobre la muerte. «A eso debemos unir la negativa reiterada de la Magistrada a las peticiones hechas por los letrados de que se incorporara a la causa judicial el contenido de todos los legajos policiales de los que hasta el día de ayer se tenía constancia. Ante este nuevo varapalo, los letrados de la Familia van a pedir que se depuren las oportunas responsabilidades, sin descartar la presentación de reclamaciones judiciales», expresaron ante la novedad que este descubrimiento implica para el caso.

Pero, ¿qué tenía el legajo hallado con documentación y efectos del caso Déborah? «Legajo es el nombre genérico que la Policía da a una caja de cartón en la que se guardan documentos y/o objetos de una causa. En este caso estaba sin rotular, es decir, en el exterior no constaba a qué caso correspondía. Puede que nunca se rotulara o que se haya perdido ese folio que se suele pegar en el exterior», señalan fuentes policiales. Lo más llamativo es el teléfono encontrado dentro sin tarjeta SIM. Ese móvil en teoría fue aportado a la causa por los padres de Déborah en 2006, según ha podido saber ABC. Es una deducción tras hablar con Rosa, la hermana de Déborah e impulsora de las investigaciones, quien ha admitido que ella no lo entregó. Llevaba un post-it con el nombre de la mujer fallecida, pero en teoría ese teléfono tampoco es suyo. El de Déborah, el que utilizaba cuando desapareció en 2002 fue analizado por la Policía en cuanto al tráfico de llamadas y SMS (en esa época no había whatsapp ni redes sociales) y no se encontró información relevante, aunque las fuentes consultadas señalan que debería constar el terminal junto con el resto de indicios del caso. Nadie sabe responder por qué no es así.

Tampoco existe un acta firmada sobre el ordenador que supuestamente también utilizaba Déborah, aunque también lo usaban otras personas de la familia. La cadena de custodia del aparato está igualmente bajo la lupa de las sospechas de la familia, si bien según fuentes policiales se analizó por la Brigada de Investigación Tecnológica en su momento y después quedó bajo custodia policial (de los investigadores de Homicidios) hasta que se entregó. Respecto a los oficios policiales que también se han encontrado en el legajo son copias de otros que sí constan en la causa que instruye el juzgado de Tui. A ese mismo juzgado remitió la Policía la caja completa acompañada de un oficio explicando el hallazgo el pasado 5 de septiembre.

Hace años que los abogados de la familia denunciaron las irregularidades y negligencias que trufaron la investigación por un crimen cuyo culpable aún no se ha sentado en el banquillo y que ya suma dos décadas de enigmas. En esta carrera contrarreloj contra la prescripción del caso han conseguido in extremis que la pareja de Déborah en el momento de los hechos figure como investigada e incluso han logrado que el cuerpo de la joven se exhumase, recuperando fibras atrapadas en sus uñas que no habían sido analizadas y que coinciden con una manta aportada a la investigación.

Déborah Fernández desapareció un 30 de abril de 2002 mientras hacía deporte por la playa de Samil. A los pocos días su cuerpo apareció abandonado en una cuneta de O Rosal, cubierto por hojas. Alguien había introducido semen en su interior, pero no había constancia de violación, por lo que la familia considera que se trató de una maniobra de despiste. En febrero del pasado año su exnovio declaró en calidad de investigado por primera vez. La familia defiende que hay lagunas evidentes en su coartada para el día de los hechos y que algunos de los testigos mintieron sobre lo ocurrido aquella tarde. El señalado, sin embargo, defendió su inocencia en todo momento ante la instructora del caso, aunque se negó a contestar a las preguntas de la acusación.