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Los chivatos del cáncer que viajan en nuestra sangre
adelantarse a la metástasis
Expertos del IDIS descubren una proteína en los glóbulos rojos de la sangre capaz de predecir la metástasis en pacientes con cáncer de mama a través de un análisis rutinario
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Iniciar sesiónLos diagnósticos de cáncer de mama se encadenan, pero también las terapias para que este tumor, el más frecuente entre las mujeres, sea uno de los que mayores índices de curación alcanza a día de hoy. En el caso de aquellos que son descubiertos ... en fases muy tempranas -sobre todo gracias a los programas de detección precoz que cubren a la población a partir de los 50 años- los porcentajes de sanación ya superan con creces el 90 por ciento, cifras nada desdeñables en el ámbito oncológico. Lo sabe bien la doctora del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS), Clotilde Costa, que asegura que «cuando te diagnostican la enfermedad en un estadio muy temprano las probabilidades de curación son del 99 por ciento, muy altas». Pero las estadísticas también indican que del total de tumores de mama diagnosticados, y casi independientemente de la fase en la que se detecten, un 30 por ciento acabará expandiéndose a otros órganos de cuerpo en forma de metástasis, y es ahí donde Costa y su equipo ponen el ojo, y también la bala.
Este grupo ha logrado identificar por primera vez un biomarcador en glóbulos rojos en el contexto del cáncer que podría convertir estas células en chivatos de lo que está venir. Su descubridora incide en que hasta ahora las funciones de estos eritrocitos eran las de meros transportadores de oxígeno y de dióxido de carbono, pero «nosotros hemos visto que los glóbulos rojos de pacientes con cáncer de mama tienen una composición distinta de proteína y eso puede ser un marcador de enfermedad, de presencia de metástasis». Es decir, pueden actuar como avanzadilla de lo que viene y ayudar a los médicos a adelantarse en el tratamiento. «Sería una herramienta para diagnosticar a esas pacientes que han sido diagnosticadas con cáncer de mama pero que todavía no han desarrollado metástasis, y poder hacerle un seguimiento a través de un análisis de sangre, que es algo que se puede realizar a menudo y de forma no invasiva, e ir monitorizando a esos pacientes para que cuando ese marcador se eleve se le hagan pruebas ante el riesgo de que pueda estar avanzando la enfermedad», explica Costa en una conversación con ABC. «La idea -prosigue- es intentar adelantarse a ese diagnóstico de enfermedad metastásica para poder tratarlo antes y que el manejo de ese pacientes se cambie en cuanto sea posible, porque a veces cuando se detecta la metástasis ya es más complejo todo».
La importancia del hallazgo, que ha sido publicado y explicado de forma pormenorizada en la revista Molecular and Cellular proteomics, afecta a toda la horquillas de pacientes, más allá del estadio en el que fuese cazado el tumor. «La realidad es que este riesgo de metástasis incluye todos los diagnósticos porque se sabe que hay células que se escapan del tumor primaria en estadios muy tempranos, que se quedan dormidas años, se reactivan pasado un tiempo por lo que sea y son capaces de formar metástasis». «Por ahora no tenemos herramientas para saber quiénes van a ser, hay algunos factores de riesgo, pero nada más. Se habla de que tres de cada diez van a desarrollar metástasis a lo largo del tiempo, aunque este tiempo también es variable. Hay pacientes que evolucionan muy bien con el tratamiento y hablamos de años o décadas en los que no evolucionan a metástasis, y otros pacientes que no se sabe bien por qué no responden al tratamiento y la enfermedad avanza de manera más rápida», expone Costas para dar contexto a la importancia de contar con un delator que viaje en nuestra sangre.
Terapias esperanzadoras
Además, el hallazgo sobre la información que aportan los glóbulos rojos en lo tocante al cáncer de mama abre la puerta a que otros tumores sigan un camino paralelo. «No tenemos datos concluyentes, pero sí hay algún resultado preliminar que apunta a que es algo que no tiene que ver con las células tumorales de mama, sino con células tumorales de una forma más global, por lo que habría que estudiarlo». Por el momento, Costa y su equipo se centran en el siguiente paso de su descubrimiento, que es acometer un ensayo clínico antes de poder hablar de un biomarcador para implantación en el día a día. Uno más en una carrera contrarreloj que se activó hace décadas y que arroja novedades esperanzadoras. «Hay muchos avances y todo ha cambiado radicalmente. Antes en cáncer de mama no había terapias dirigidas y era quimioterapia para todos, y unos respondían mejor y otros peor. Hoy en día dependiendo el tumor que se diagnostique hay terapias dirigidas con unos niveles de toxicidad muy bajos, lo que ha cambiado radicalmente la esperanza de vida de las pacientes y también su calidad de vida». Costas no oculta que el salto del laboratorio a la consulta es laborioso, y puede mediar una década hasta que llega la aplicación práctica, pero en la pelea por salvar vidas ningún esfuerzo es en vano.
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